
Como me suele suceder muy a menudo, la expectativa que me genera al enterarme de que esta por editarse un nuevo disco de un determinado artista que realmente ‘me enloquece positivamente’ (por supuesto) Este es el caso de
Sleepwalkers, el nuevo disco del ex
Japan,
David Sylvian, un artista que fue ganando territorio en mi repertorio de gustos personales y que comenzó con aquella fantástica producción a dúo con
Robert Fripp titulada
The First day allá por 1993. Sus últimas dos producciones como solista,
Blemish (2003) y
Manafon (2009) representaron una real hegemonía sólida e introspectiva mas que personal con relación al artista. Ambas producciones sacaron al desnudo lo que ronda musicalmente por la cabeza de
Sylvian: trabajos para nada comerciales, sino todo lo contrario, muy difíciles de asimilar pero lo engrandece como compositor, músico y cantante ingles.
A lo largo de los últimos años se lo vinculó con una serie de colaboraciones con artistas líderes del
pop, la
improvisación, la
electrónica y la
música contemporánea junto a proyectos alternativos que lo colocaron a la cabeza de grupo, como ser, el actual
Nine Horses junto a su hermano, ex compañero en
Japan y baterista
Steve Jansen. Quizás con el que ha coqueteado más hacia un regreso a su pequeño costado
pop,
Sleepwalkers representa lo mejor de todas las grabaciones que Sylvian, ha registrado a dúo junto a todos esos artistas en los últimos años. Representa el mejor legado para esos encuentros puntuales y colaboraciones de toda la vida, magistralmente remezclado y ordenado, nos pasea de lo experimental al
pop más exuberante, de lo romántico a lo sensual y de lo encantador a lo intrigante, ya sea, en sus letras como en su particular tono de voz. Un disco que puede llegar a ser apreciado como lo fue el recopilatorio de 2000 titulado
Everything and Nothing donde nos brindaba sus mejores temas comerciales (muy pocos) y no comerciales (muchos pero elegantes), pero que, tan bien apreciado por la crítica inglesa.
Quizás, resumiendo lo que significa
Sleepwalkers, podría decir que, es una retrospectiva digna de un artista culto, único e inteligente que abarca la última década de su trabajo. Aun así, creo que no convendría en el caso de no conocer toda su discografía, un disco para comenzar a escucharlo ‘de verdad’. Lo ideal (a mi opinión) sería realmente comenzar por el comienzo (valga la redundancia) Desde los primeros días de la década del ‘80 frente del glamoroso
Japan, entendiendo su separación como para emprender su carrera solista, analizando e ir observando su real evolución como artista hasta, llegar ahora sí, a
Sleepwalkers.
Realmente un gusto hablar de
Sylvian. Y flor de gusto me generaría que lo descubran si no lo conocen.
Diego Bochor.-