Pero, en sí, ¿a quien le importaría hoy discutir a Coldplay? Su música es lo que es, y punto; por eso, en plan de entender este quinto disco de estudio de su historia, nos adentraremos en los entretelones o, mejor, los hilos que sostienen la escenografita de esta producción recién salida del horno. De movida, Mylo Xyloto está basado en un concepto anejo, algunas veces vapuleado -o hasta caricaturizado- a lo largo de estos 57 primeros años de cultura rock: ser un álbum conceptual. Sí, sí, señores, aunque parezca mentira aquí tenemos al grupo de Chris Martin –en medio de la crisis existencial de sus treinta y pico- dando vida a una historia de amor, en la que sus dos protagonistas, Mylo y Xyloto, quienes viven en medio de un ambiente urbano opresivo y violento, se conocen y enamoran. Un concepto bastante trillado, que viene desde la época de Romeo y Julieta o, más acá en el tiempo, se emparenta también con el clásico drama teatral -musical y fílmico- Amor sin Barreras (de Leonard Bernstein y Stephen Sondhein); aunque, a diferencia de aquellos, este utópico romance de Mylo y Xyloto tenga, sí, un final feliz.

Esta también es una de las cualidades de Mylo Xyloto, en donde la música suena más relajada que en otros discos de Coldplay, con un entramado rítmico en la batería mucho más potente y omnipresentes guitarrazos fuertes –cortesía de Jon Buckland, un claro heredero de The Edge-; aunque tampoco falten momentos plenos de introspección musical como los desarrollados en los cortos temas instrumentales (“Mylo Xyloto”, “M.M.I.X” y “A Hopeful Transmission”) que funcionan como meros intermezzos de la historia, con una fuerte influencia de Brian Eno y sus clásicas enoxificaciones. Así mismo, Mylo Xyloto incluye cortes como el electrónico "Princess of China", casi un tema trance, cantado a dúo con Rihanna, el efectista “Don´t Let it Break Your Heart” o su final lírico con la intima y bella "Up with the Birds", una canción que empieza mal –de forma reiterativa y hasta aburrida- pero que gana intensidad al final, poniéndole la frutilla del postre a esta producción.
En resumen, este es un correcto álbum de 7 puntos, que conformará a los fans acérrimos, mientras que al resto del público rockero los seguirá aburriendo, pero que tampoco servirá al oyente neófito, ese que quiere acercarse por primera vez a la música de este grupo ingles. Quizás, lo mejor en ese caso siga siendo escuchar sus dos primeras –y, hasta el momento, inigualables- producciones: Parachutes y A Rush of Blood to the Head, los cuales aun continúan formando el principal legado musical de los benditos Coldplay.
Emiliano Acevedo.-