Es bien conocido todo lo que significa el apellido Gainsbourg en la cultura musical francesa y, por qué no, en el universo de la música en general.
Gainsbourg es sinónimo de chanson, de cabaret, de romances nocturnos… es el apellido mismo de la canción francesa por excelencia. El crooner Serge ya no está entre nosotros pero, su mágica música sigue asombrando e inspirando a muchas de las nuevas generaciones de artistas. Uno de ellos es sin duda el súper talentoso Beck, quien en esta oportunidad, tiene la tarea de producir y llevar a buen puerto el nuevo trabajo de la hija del gran compositor francés, Charlotte Gainsbourg, actriz y cantante. Ella sabe como nadie sobrellevar a la perfección la pesada carga de lo que significa ser “la hija de” y a su vez lograr tener un nombre propio, sustentado sobre la base de sus logrados trabajos en la pantalla grande. Tal es así que, en el año 2009 Charlotte ganó el premio como mejor actriz en Cannes por su trabajo en “Antichrist”, bajo las ordenes del director danés Lars Von Trier, unos años antes fue co-protagonista junto a Sean Penn en el film “21 gramos” y del que obtuvo excelentes críticas de la prensa especializada .
La actriz comenzó su carrera a los trece años impulsada por su madre, la cantante Jane Birkin, grabó un disco con su padre en el año 1986, “Charlotte For Ever”, siendo aún muy jovencita y en los años 90’s desapareció de la escena.
Han pasado ya tres años desde el lanzamiento de 5:55 (2006), en aquella oportunidad Charlotte se supo rodear de un verdadero dream team: Nigel Goldrich en la producción, el dúo de electro pop francés Air, Jarvis Cocker y Neil Hannon entre otros , para la realización del mismo.
Ahora en este flamante trabajo titulado IRM (imagen por resonancia magnética), nos encontramos con un álbum un tanto más variado y juguetón que el anterior, en el cual se destacan las exquisitas percusiones de “Voyage”, los trasnochados coros en “Time Of The Assasins” son realmente sublimes, la deliciosa melancolía que emana de “In The End” o la beatlera “Heaven Can Wait”, son pruebas más que suficiente de que Beck a salido ileso de este nuevo desafío, tanto en su rol compositivo como en el de productor. Es un trabajo sumamente notable, que ubica a Charlotte definitivamente como una cantante con estilo propio, con una firme personalidad, mudando su piel de actriz a cantante, como queda demostrado en canciones del calibre de “Tricky pony”, “Greenwich mean time” o “IRM” que le da nombre al álbum. El mismo da cuenta de que, hace unos años Charlotte Gainsbourg tuvo un accidente esquiando, a consecuencia de esto, debió someterse en varias oportunidades a este tipo de estudio médico, y por ello en su memoria quedó impreso el sonido que efectuaba la máquina de IRM. Sin dudas este es su mejor trabajo hasta la fecha, ya que, realmente logra imantarnos con canciones que perdurarán en nuestras cabezas por bastante tiempo, como la hipnótica resonancia de un IRM.
Lean Ruano.
Gainsbourg es sinónimo de chanson, de cabaret, de romances nocturnos… es el apellido mismo de la canción francesa por excelencia. El crooner Serge ya no está entre nosotros pero, su mágica música sigue asombrando e inspirando a muchas de las nuevas generaciones de artistas. Uno de ellos es sin duda el súper talentoso Beck, quien en esta oportunidad, tiene la tarea de producir y llevar a buen puerto el nuevo trabajo de la hija del gran compositor francés, Charlotte Gainsbourg, actriz y cantante. Ella sabe como nadie sobrellevar a la perfección la pesada carga de lo que significa ser “la hija de” y a su vez lograr tener un nombre propio, sustentado sobre la base de sus logrados trabajos en la pantalla grande. Tal es así que, en el año 2009 Charlotte ganó el premio como mejor actriz en Cannes por su trabajo en “Antichrist”, bajo las ordenes del director danés Lars Von Trier, unos años antes fue co-protagonista junto a Sean Penn en el film “21 gramos” y del que obtuvo excelentes críticas de la prensa especializada .
La actriz comenzó su carrera a los trece años impulsada por su madre, la cantante Jane Birkin, grabó un disco con su padre en el año 1986, “Charlotte For Ever”, siendo aún muy jovencita y en los años 90’s desapareció de la escena.
Han pasado ya tres años desde el lanzamiento de 5:55 (2006), en aquella oportunidad Charlotte se supo rodear de un verdadero dream team: Nigel Goldrich en la producción, el dúo de electro pop francés Air, Jarvis Cocker y Neil Hannon entre otros , para la realización del mismo.
Ahora en este flamante trabajo titulado IRM (imagen por resonancia magnética), nos encontramos con un álbum un tanto más variado y juguetón que el anterior, en el cual se destacan las exquisitas percusiones de “Voyage”, los trasnochados coros en “Time Of The Assasins” son realmente sublimes, la deliciosa melancolía que emana de “In The End” o la beatlera “Heaven Can Wait”, son pruebas más que suficiente de que Beck a salido ileso de este nuevo desafío, tanto en su rol compositivo como en el de productor. Es un trabajo sumamente notable, que ubica a Charlotte definitivamente como una cantante con estilo propio, con una firme personalidad, mudando su piel de actriz a cantante, como queda demostrado en canciones del calibre de “Tricky pony”, “Greenwich mean time” o “IRM” que le da nombre al álbum. El mismo da cuenta de que, hace unos años Charlotte Gainsbourg tuvo un accidente esquiando, a consecuencia de esto, debió someterse en varias oportunidades a este tipo de estudio médico, y por ello en su memoria quedó impreso el sonido que efectuaba la máquina de IRM. Sin dudas este es su mejor trabajo hasta la fecha, ya que, realmente logra imantarnos con canciones que perdurarán en nuestras cabezas por bastante tiempo, como la hipnótica resonancia de un IRM.
Lean Ruano.
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