Desde hace un par de años, Barbie Martínez
viene abriéndose paso entre lo mejor de la nueva y revitalizada movida del jazz
local. Ella es una talentosísima cantante que ama con locura su profesión. Una
chica que un día dejó el Profesorado de Inglés –casi finalizado- que estaba cursando en el Lenguas Vivas para
ir detrás de su sueño: ser vocalista de jazz. Y, la verdad, no le fue nada
mal... Hoy, casi 10 años después, la tenemos en plena actividad, con un brillante
disco solista editado en 2010, y metida
en muchos más proyectos en ciernes, además de dedicarse a la actividad docente.
Formando y no dejando de formarse, lo suyo es un trabajo lleno de disciplina y
profesionalismo, no deteniéndose nunca, para no anquilosarse jamás. Además,
Barbie es una chica simpática y humilde que, a pesar de tener sobradas
cualidades técnicas, no se la cree ni ahí. Cero fachada. Algo verdaderamente
difícil de encontrar hoy en día, ¿no? Nos dimos cuenta de esto cuando fuimos a
visitarla a su casa en Colegiales, un sábado a la tarde, y charlamos largo y
tendido sobre su carrera, sus gustos, idas y venidas. Una charla amena y,
verdaderamente, sin casete. Como no podría ser de otra manera...
Por Emiliano Acevedo.-
ME ENCANTA ESTAR AQUÍ CON EL JAZZ...
¿Cuáles
fueron tus inicios con la música?
Desde chica me gustó mucho la música,
sobre todo cantar. Cantaba siempre en las reuniones familiares, aunque venía de
una familia en la que no se escuchaba música. Después, estuve en el coro del
colegio desde cuarto grado de la primaria hasta quinto año del secundario. Esa
fue una experiencia muy copada, no sólo por el trabajo que hacía en el coro
sino también por poder conocer varios repertorios de un montón de géneros y
estilos. El hecho de cantar un montón, a todas horas, y que me gustara tanto,
hizo que le dijera a mis viejos, cuando tenía 17 años, que quería dedicarme a
estudiar canto. Ellos aceptaron, y ya una vez estudiando, mi profesora de canto
me empezó a mostrar diferentes géneros para que viera en cual de todos quería
profundizar mi aprendizaje. Así es que en un momento dado me hace escuchar a
Sarah Vaughan haciendo “The Shadow of His Smile". Ahí, yo me quedé muy
impresionada porque no había escuchado algo así jamás. Fue amor a primera
vista. Rápidamente, me gustó todo de Sarah. El nivel técnico de su voz, su
creatividad, el sonido, su libertad al cantar... Entonces, le pregunté a mi
profe: “¿Qué es esto?” Me dijo: “Esto es el jazz”. Y como yo no conocía
aun el género, también le pregunté como podía hacer para escuchar más jazz. Yo
ya conocía estándares pero no sabía que eran parte de ese repertorio. Ahí fue
que ella me recomendó que fuera a comprarme un par de discos de Ella
(Fitzgerald) y de Sarah. Eso fue lo que hice, y a partir de ahí me volví
totalmente fanática del jazz, y me pasé los siguientes dos años estudiándome
esos discos de memoria. Luego, también me enamoré del estilo de Anita O´Day,
quién junto a Sarah se convertirían en mis dos cantantes preferidas
Y alguno de sus discos se habrá vuelto
tu favorito, también...
Sí, uno que me marcó, y que estudié durante
mucho tiempo es How Long Has This Been Going On? (1978), de Sarah Vaughan. Ese
álbum tiene un swing que no se puede creer, y un nivel de creatividad vocal y
de acompañamiento impresionante. Es uno de esos clásicos para “tragárselo”,
aprenderlo de memoria, y disfrutar a morir. Otro que también me gustó
muchísimo, por otras razones, aunque también tiene un swing tremendo, es Anita
Sings the Most (1957), de Anita O´Day. En este discazo prima la reinterpretación.
Justamente, Anita era una reina de la reinterpretación, y ese es otro álbum que
me estudié en su totalidad, durante un año entero, hasta llegar a aprenderme de
memoria cada uno de sus solos.
En
resumen, no te desviaste más de ese camino...
Totalmente. Yo siento que mi relación con el
canto es plenamente vocacional. El canto me apasiona a un nivel muy grande, es
algo que no experimenté con ninguna otra cosa de la vida. De hecho, para mis
viejos que yo decidiera ser cantante, y se los comunicara, fue un poco fuerte
en su momento pero yo sentía no me quedaba otra, ya que no podía renunciar a
eso que me daba felicidad, y por eso decidí llevar adelante esta vocación como
pudiera. Me metí en el jazz sin conocer músicos, sin conocer a nadie del medio.
Esto lo tuve bien en claro desde los 19 años, cuando empecé a cantar standards
y ya no quise cantar otra cosa. Amo toda la música que esta bien hecha, me
encantan un montón de cosas, pero a partir de ahí sólo quise profundizar todo
lo relacionado al canto en relación con el jazz.
Aparte, no creo que tus viejos se hubiesen imaginado que ibas a elegir
como carrera el ser cantante de jazz...
Claro. Sin embargo, cuando yo terminé el
colegio secundario aun no sabía “cual era mi vocación”. En realidad, te lo digo
así (entre comillas) porque yo ya sabía que quería cantar pero no tenía la
certeza de que hubiese una posibilidad de poder dedicarse a eso. Por eso empecé
a estudiar el Profesorado de Inglés en el Lenguas Vivas, y al mismo tiempo
seguía estudiando canto. En ese momento, mi profesora, Cecilia Escudero, me
propuso integrar su trío vocal. Esa sería mi primera experiencia más
profesional en el canto. Yo ya venía haciendo cosas con un grupito de gente más
amateur, pero con ese trío comienzo a cantar junto a músicos más profesionales.
CUERPO Y ALMA
A la hora de largarte a cantar en forma profesional jazz, ¿cómo fue la
recepción que tuviste en el medio de parte de otros músicos más experimentados
siendo vos tan chica?
Los primeros músicos con los que toqué, en el año
2003, me decían hasta como me tenía que vestir para ir a los laburos,
¿entendés? Me aconsejaban que me vistiera con un vestido negro, zapatos
stilettos negros, etc. Me tiraban toda la data, me aconsejaban; fueron muy
solidarios conmigo cuando recién empezaba. Debido a eso, por un lado, a los
músicos de jazz les debo todo, los amo, porque hoy me siento cien por cien
aceptada; pero también reconozco que existe un cierto prejuicio hacía las
cantantes femeninas. Es como que el lugar te lo tenés que ganar vos, digamos.
Yo tuve la suerte de empezar a tocar con Angel Sucheras, en el 2004, y él me
daba un montón de consejos. Angel me ayudo muchísimo mostrándome muchos temas y
versiones distintas, a su vez, yo me la pasé estudiando todos esos años un montón
a partir de esa data que él me daba. Por suerte, también tuve en todos estos
años de carrera la oportunidad de tocar con un montón de músicos excelentes, y
yo siempre tuve la tesitura de ver que podía aprender en cada una de estas
experiencias profesionales, tratando de escuchar lo que hacían, cual era el
código propio de los músicos. Todo eso es importarte para integrarse, y no
convertirse en una cantante insoportable para los músicos que te acompañan.
Además, en Argentina es muy difícil ser cantante de jazz porque no existen
escuelas para cantantes. Por ejemplo, está el Conservatorio Manuel De Falla, un
lugar de formación impresionante para músicos pero que no tiene ninguna carrera
enfocada en la voz. Por eso el camino del cantante es mucho más solitario y, a
veces, nos cuesta mucho a la hora de integrarnos a los demás músicos.
Cómo se hace para versionar temas que ya han interpretado otras
cantantes antes, ¿hacés para imprimirle a cada composición tu propio sello?
Eso es lo que más me gusta hacer porque lo que
más me copa del jazz es lo relacionado con la creatividad. Uno tiene que
intentar plasmar su propia mirada sobre esa historia. Es un proceso que, en
realidad, está relacionado con ser uno mismo. Es algo simple y complejo, al
mismo tiempo. Todo se trata de plantear la historia a tu público a partir de lo
que uno siente de acuerdo a cada tema o problemática. Por eso creo que, como
interprete, hay que ser –si se puede- honesto, abierto, no pretencioso, tomar
riesgos, y conectarse mucho con lo que sucede en ese momento. Haciendo eso, por
lo general, cada cosa que plantees será solamente tuya, porque no habrá ningún
otro interprete que pueda hacerlo de la misma manera que vos. Por otra parte,
existe una parte del proceso que se vincula al estudio. Por ejemplo, ahora
mismo estoy preparando un par de proyectos discográficos en los que, una vez
seleccionado el repertorio de canciones que quiero hacer, me armo un play list para escuchar todas las
versiones que haya de cada una de estas composiciones. Luego de eso voy a ir
tomando elementos, características esenciales, de cada uno de estos
interpretes; concretamente, recursos técnicos específicos que me puedan llegar
a gustar, y eso va conformando un lenguaje, del cual, en principio, uno se
apropia artificialmente, y luego pasa al área del subconsciente. Por eso, a la
hora de hacer un tema, vienen a colación todas las versiones de ese tema que ya
escuchaste, las ideas de todos los demás interpretes sumadas a tu propia
experiencia, y de ahí sale algo. En mi caso, canto cada tema millones de veces,
de diferentes maneras, como para explorar y ver que me gusta y que no, y que me
puede llegar a servir. Así, puedo ir llegando paulatinamente a cosas que me
gustan o que me parecen que funcionan. Luego, también está el trabajo grupal
porque a mí me interesan mucho las ideas de cada uno de músicos que me
acompañan en mi proyecto. Mi ideal es tener un espíritu improvisativo pero si
no hay un montón de preparación previa es imposible llegar a eso.
¿Cómo pensaste tu primer álbum Swing!
(2010)?
Simplemente, quise mostrar un poquito de cada
cosa que conformaba el material que había trabajado hasta ahí, durante los
primeros años de mi carrera, para que hubiera un amplio abanico de mis facetas
como cantante. Canté temas con melodías poperas, hubo también blues, standards
más tradicionales, temas más complejos vocalmente, y otros más intimistas.
Traté de formar un repertorio bastante variado. Por el contrario, ahora que soy
un poquito más grande, y ya enfocada en los próximos trabajos que voy a
encarar, elegí interpretar otros temas que hablan de cosas con las que me
siento más identificada. Como siempre, interpretar canciones que me encantan
pero, a la vez, explorando su trasfondo, el mensaje que hay por detrás, la
historia que tiene para contar cada uno de los temas.
¡TU HAS CAMBIADO!
¿Qué opinión tenés acerca del presente
del género jazzistico nacional?
Yo siento que cada vez hay más gente interesada
en el género, y eso tiene que ver con qué cada vez hay más músicos haciendo
jazz, y con la proliferación de festivales. Porque, dentro de la supuesta
fragmentación cultural e individualismo social actual, también hay un montón de
jóvenes que tienen ganas de encontrarse consigo mismos, y poder elegir.
Entonces se preguntan: “¿Yo que quiero hacer, qué quiero escuchar?” Hay muchas
personas que ya están cansadas de que les den productos prearmados, digitados.
Por eso aparecen muchas páginas (en la web) dedicadas al jazz, y va surgiendo
mucha gente especializada que tiene muchas ganas de apoyar la movida.
Además,
si te podés a analizar, el jazz es una música bastante accesible. Hay muchos
shows gratuitos, festivales, así mismo los espectáculos pagos son más baratos
que los de otros géneros...
Tal cual. Ir a ver jazz es más barato que
cualquier otro género de la música popular, más barato que ir al teatro o al
cine. ¡Vayan a escuchar jazz! (risas) Yo siempre le digo a mi público, luego de
terminar cada show: “Gracias por apoyar
al jazz, y a nuestros músicos locales”. Porque, me parece, en Argentina
tenemos músicos muy talentosos, muy preparados, y no tienen la oportunidad de
ser conocidos en su junta medida. Y esto también tiene algo que ver con la
gente de acá. Por ejemplo, el otro día estaba presenciando una charla en la que
decían que los brasileños consumen un 80 % de música hecha por artistas
locales. Imaginate, si acá pasara algo parecido, y la gente se copara, apoyando
a los músicos locales. No tengo dudas que eso también haría que el género
siguiera creciendo. Lo que sigue siendo una cuestión insalvable para los
músicos es lo relacionado con las tocadas en vivo. Porque hay muy pocos lugares
para tocar, y te ponen muchísimas trabas para hacer shows, y eso es un
problema.
Eso que decís también es común entre los
músicos de rock, quienes te dicen que, después de la tragedia de Cromañón, se
volvió muy complicado conseguir lugares para tocar, y demás...
Tal cual, en el jazz es igual. Yo, en una
época, laburaba mucho cantando en restaurantes. Ese laburo, hoy por hoy, no
está más. Eso es así porque es imposible que esos lugares puedan pagar los
viáticos. Porque, ¿cuánto te tendrían que pagar los dueños para que a vos te
rinda ir a tocar en un restaurante? Los restaurantes tampoco tienen tanto resto
como para solventar música en vivo. Sólo se podría hacer en lugares que
cobraran los platos muy caros. Además, está el problema de las inspecciones, y
las trabas que les ponen a los locales. A mí me ha pasado mil veces el estar
tocando, y que me dijeran: “Escondete
atrás de la cortina porque viene el inspector...” Y eso es un garrón. O que
el dueño de un restaurante, en el que venía trabajando hacía ya dos años, me
dijera: “Mirá, vamos a terminar el ciclo
porque tengo a los inspectores, todo el tiempo, respirándome atrás de la nuca.
Me piden un montón de papeles, autorizaciones...” Es genial que haya gente
haciendo música en todos lados, como ocurre en otros piases. Hay que
revalorizar toda la cosa cultural nacional, como te decía antes; pero está
claro que si a los tipos les ponen tantas trabas para tener músicos tocando en
sus lugares, les termina conviniendo poner un CD, y listo. También está el
problema de la Ley
de la Música. Porque
ésta es una actividad que todavía no está regulada en su justa medida. También
es cierto que es muy difícil regularizar todo porque hay diferentes niveles de
músicos, diferentes tipos de boliches para tocar, porque no es lo mismo tocar
en un bar que en un hotel cinco estrellas o en un casamiento. Obvio que, si vos
te metés en el Sindicato de Músicos vas a ver que hay un régimen tarifario y
todo eso; sin embargo, estaría buenísimo que nuestra profesión esté bastante
más organizada en lo que respecta a todo eso. Que el hecho de ser músico
realmente sea un laburo más. Por eso antes te hablaba de lo buenisimo que está
que florezca un despertar general entre la gente, porque eso también generaría
cambios y, seguramente, llevará a regularizar ciertas cuestiones de la
profesión.
Y
en tu caso particular, ¿cómo hacés para vivir de la profesión? ¿También das
clases particulares?
Sí, doy clases de canto, y me encanta; pero a
mí lo que más me gusta es cantar en vivo. Entonces, sí, vivo un poco de las dos
cosas. Ahora, si fuera por mí, me dedicaría sólo a hacer shows en vivo, y a
trabajar como sesionista, ponele; ir, y grabar un par de temas determinados
para tal disco. Eso sería lo ideal. Sin embargo, todo lo relativo a esta
profesión es interesante, mismo la actividad docente. Para mí, el estudiar la
voz de alguien también me sirve mucho porque me da varias herramientas para
desarrollarme como profesional.
Dentro de este panorama, ¿cómo es el
hecho de ser músico independiente? ¿Vos, cómo te la arreglás? ¿Tramitas tus
propios shows o tenés un manager?
Bueno, el hecho de que haya tan pocos boliches
para tocar jazz, mientras hay tantos músicos excelentes, te obliga a remarla un
montón para acceder a tocar. Ese fue mi caso, durante un montón de años, y
ahora, de repente, por suerte accedo a tener fechas. Ese es el caso de todo el
mundo porque, justamente, todos tenemos que llevar nuestro material para que lo
conozcan porque nadie tiene manager, ya que es muy difícil poder tener un
representante que piense como vos, que sea consecuente con lo que vos querés
hacer, y porque también me ha pasado el hecho de conocer gente que me quería
producir pero a cambio de que yo hiciera música pop. Todo bien, pero a mí no me
interesa hacer eso, ¿entendés? Será por mi costado rebelde, no sé, pero a mí me
gusta tomar mis propias decisiones en mi carrera. Prefiero hacerlo todo a
pulmón, consiguiendo mis propias fechas para cantar. Por ejemplo, en el caso de
mi disco, sin el apoyo de los músicos que me ayudaron, con su compromiso y
generosidad, yo no lo hubiese podido hacer. Pero todo fue una movida iniciada
por mí, desde los tramites hasta conseguir a la diseñadora y decirle como
quería que fuera el arte de tapa. Después, decidí sacarlo por la UMI (Unión de Músicos
Independientes), y, una vez editado, contacté yo misma a la prensa para
presentarlo. Afortunadamente, debo decir, todo el periodismo tuvo excelente
onda y me hicieron muy buenas críticas. Pero nada de eso hubiera ocurrido si yo
no hubiese ido a las casas de todos los periodistas a darles mi material, ir a
todos los diarios. Grabar un disco es muy caro y yo me lo auto financié, un poco
con la ayuda económica de mi viejo, y luego se la fui devolviendo poco a poco. Además, como
siempre dice un amigo mío, hoy hacer un disco funciona como una tarjeta de
presentación cara. Porque, aunque, por suerte, yo vendí muy bien este primer
disco, también tuve que aprovechar para dárselo a un montón de periodistas y
músicos a los que yo me interesaba mucho que conocieran lo que yo hacía. O sea,
la movida de prensa la hago yo, no me la organiza nadie. Tengo que
promocionarme a mi misma, y después de la distribución del álbum se encarga una
pagina de Internet que se llama sitemusic, ellos fueron los que me pusieron el
disco en un montón de lugares. Aunque, obviamente, para nosotros los músicos
siempre va a ser mucho mejor vender nuestros discos en los shows que hacerlo en
las disquerías. Eso también es otra cosa que me gusta del hacho de ser músico
independiente porque aunque sea más sacrificado -al no tener una compañía por
detrás, apoyando tu producción-, en la autogestión las decisiones las tomás
vos.
NO TAN FACIL...
¿Por qué tardaste más de un año (desde
que terminaste la grabación) hasta poder editar este álbum?
Porque me pasó de todo. Esa fue una experiencia
muy traumática. Tuve unos inconvenientes con el estudio con el que lo grabé. Es
algo muy difícil. Tenés que encontrar las personas ideales para trabajar, y a
veces –este fue el caso-, eso no se consigue. Por eso, si te fijas, ni puse en
donde lo grabé... (risas) Tuve un par de problemas groseros con el estudio, y
no me querían dar el disco. Yo les había pagado por adelantado, y después me
querían pedir más guita. Por eso: ¡Nunca paguen por adelantado! (risas) Jamás
lo hagan, porque es lo peor que pueden hacer. Yo fui muy confiada, y después
eso me jugó en contra. Además, cuando por fin logré sacar mi disco de ese
estudio, lo tuve que mandar a mezclar a otro lado. Por eso perdí tanto tiempo.
Pero, bueno, también todo esto se debió a la falta de experiencia que yo tenía,
y al hecho de estar haciéndolo sola, porque hubo un montón de pasos que yo
podría haberme ahorrado para hacerlo más rápido. Igual, fue una experiencia que
me enseñó muchísimo, y que me sirve ahora de cara a realizar mi segundo álbum.
Quise mostrar un abanico bien variado de temas
incluidos en el material que venía haciendo hasta ese momento. Por ejemplo,
clásicos como “I´ ve Got the World on a
String”, “Body and Soul” o “You´ve Changed” (el bonus track que hago junto a
Angel Sucheras en piano). Más tarde, agarré a mis amigos músicos, y ellos
también me sugirieron temas, como fue el caso del contrabajista Damián Falcón,
quién me dijo que versionara “Dat Dare” y “Twisted”, que son dos temas un
poquito más originales, y que me encantaron. En sí, terminó siendo un repertorio
variado en el que quedaron temas que yo había cantado millones de veces como
“My Foolish Heart” u otros como “Lullaby of Birdland” que no había hecho nunca.
También, el haber trabajado tantos años con Angel me había dado flexibilidad y
apertura, es decir, yo no soy una cantante que tiene un show armado con diez
temas y es sólo eso lo que hace, sino que soy de cantar lo que surja, y me ha
pasado mil veces armar un show con criterio pero siempre innovando sobre la
marcha. Por eso, a la hora de grabar, lo quise hacer de la misma forma: armar
mi disco como si fuera una tocada en vivo. De ahí viene ese contraste con los
tempos y todo eso. Una vez grabados todos los temas, elegí el orden en el que
iban a ir pero sin dejar de ser un proceso bien espontáneo.
AMOROSA MUSICA MIA EN SWING
¿Qué colegas cantantes te gustan?
Muchas. Bueno, varias de ellas son amigas mías.
Como este es un circuito muy chico, todas nos conocemos. Yo voy a escuchar a
todas mis amigas, y ellas vienen a escucharme a mí. Hay bastante camaradería
entre nosotras, y eso está buenísimo. Hay mucha gente muy buena en este
ambiente. Por ejemplo, Deborah Dixon, a quién amo y admiro mucho. Ella es super
generosa. Me acuerdo que, cuando tocaba con Angel, yo siempre los iba a ver, y
Deborah me invitaba a subir a cantar un tema, aunque yo recién empezaba y me
ponía re nerviosa. Tanto cantando blues como jazz, creo que Deborah debe ser
una de las mejores cantantes que tenemos en nuestro medio. Después también está
Ayelén Zuker, una cantante que aunque no hace específicamente jazz, ya que es
más soulera, tiene una voz que me vuelve loca. De la generación anterior,
también tenés cantantes de jazz buenísimas como Livia Barbosa, Laura Hatton, y
gente más joven como Ligia Piro, Delfina Oliver, Karol Bayer, Julieta Kidman...
Todas ellas hacen cosas super respetables. También Sol Crespo y Majo Robledo...
Lo bueno es que todas estas cantantes que te nombro tengan propuestas super interesantes y, además, tan diferentes
entre sí.
Y entre los cantantes masculinos,
¿cuáles son tus preferidos?
Mirá, si bien existe una cuestión de
identificación con el registro que hace que me gusten más las cantantes
femeninas -en donde te puedo nombrar como 50 diferentes que me vuelven loca-
también hay un montón de cantantes masculinos que me gustan mucho. Por ejemplo:
Chet Baker, Louis Armstrong, Johnny Hartman, Joe Williams, Jimmy Scott; esos
son los que más escucho.
En tu caso particular, luego de pelearla
tanto para sacar tu disco, debió ser gratificante cuando empezaron a llegar los
reconocimientos, y aparecen las menciones, tanto del público como la crítica,
que te nombran como la mejor cantante del año, y demás...
Sí, más vale, porque fue (y es) un camino de
mucho esfuerzo en donde siempre tuve que confiar en algo que no sabía si iba a
llegar a buen puerto. De cualquier forma, todo el tiempo estuve muy confiada en
lo que apostaba, creía en esto. Me acuerdo siempre lo que me dijo un músico
amigo, una vez que estaba pasando un momento crítico en donde no me alcanzaba
la plata para pagar el alquiler, y yo pensaba: “Ok, me encanta lo que hago pero, ¿cómo pago el alquiler?”
Entonces, mi amigo me dijo: “Barbie, tu
relación es con la música. Y esto corre para todo en la vida. Corre para los
halagos –que a todos nos gustan- pero también corre para las críticas, lo
económico, y corre también para cualquier mal habito de tu carácter que se
interfiera con la música, llamase neurosis o lo que sea. Lo que tenés que tener
bien en claro es que todo aquello que te aleja de la música a vos no te sirve”.
En resumen, los reconocimientos me encantan, y me sirven –en lo que se refiere
en tener más prensa y que te conozcan más personas- pero, por otro lado, nada
de eso supera a mi interés por la música, que sigue siendo lo más importante de
todo.
¿Cuáles son tus proyectos para el futuro
inmediato?
En principio, lo que quiero hacer este año es
grabar, y después voy a ver como edito todo eso. Por ejemplo, junto a Angel
hace mucho que tenemos la idea de hacer un disco juntos de piano y voz. También
–y esto es algo que aun no dije-, voy a grabar un disco en vivo en Thelonius en
agosto. Con eso estoy muy copada porque es un proyecto muy diferente a grabar
uno en estudio. El espíritu de un registro en vivo es muy cálido, y también es
muy interesante como entran en juego
allí otras variables. Por eso es un desafío enorme. Bueno, eso, grabar y seguir
tocando mucho en vivo, también. Además, hay otro proyecto que me encanta –y del
que ya participé el año pasado- que se llama Córdoba Jazz Camp. Un campamento
que se hace todos los años en Córdoba, durante una semana en las vacaciones de
invierno, donde van músicos increíbles de todos los instrumentos y muchisimos
alumnos. En ese lugar se respira un espíritu jazzistico total, desde que te
levantás a las ocho de la mañana hasta que te vas a dormir muy tarde en la
noche. Es un espacio en donde hay una rutina de estudio muy intensa. Además,
los chicos tienen muchas oportunidades de tocar, y es un lugar en el que yo
como docente también aprendí un montón. Sin dudas, es una experiencia educativa
alucinante en donde vivís la música a pleno. El año pasado hubo 70 alumnos
llegados desde todo el país, y hasta de Chile. Todos los días hay clases,
clínicas e improvisaciones de cada instrumento.
Secuencia Inicial.-
3 comentarios :
Barbie admiro tu pasión!! Ojalá todos podamos tener tan clara nuestra vocación, a veces sería mas sencillo el día a día... Se te escucha tan feliz! Te quiero, Nachi
Barbie te fui a ver y escuchar gracias a Ricardo Salton del programa Asi de Simple.Elegi las entradas para conocerte y disfrutar de tu talento-Tengo que decirte que despues de escuchar jazz hace mas de 40 años y,haber escuchado bastantes cantantes de aqui y de mas alla,creo que SOS la MEJOR,y con un espacio mas de crecimiento por tu edad,realmente impresionante,Te dedeo lo mejor y poder seguir escuchandote en lugares pequeños que consudero los mejores para esta musica.Claro que espero que llegues a lugares mas grandes y mas masivos,pero los reductos tienen una coneccion que en lugares grandes yo la pierdo.Un abrazo y gracias.
abriendose paso? por favor el acomodo en el ambito del jazz local es tremendo, viendo la grilla de los festivales son siempre los mismos, y esta chica es una de las figuritas repetidas de siempre
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