
En varias oportunidades ya hemos hablado de cómo les ha costado sobrevivir a las grandes bandas de la década del noventa el inicio de un nuevo milenio, y son pocas las que han sabido mantenerse y no claudicar en la monotonía sonora, o vivir de reunión en reunión permanente. El grupo liderado por
Billy Corgan no podía ser la excepción.
Con grandes discos en su haber, sobre todo la trilogía inicial de la banda que es sencillamente demoledora
Gish (1991),
Siamese Dream (1993) y sobre todo el doble
Mellon Collie and the Infinite Sadness (1995), marcaron a una generación de jóvenes con la melancolía y la depresión pre emo a flor de piel. Himnos de la pluma de
Corgan como “Disarm”, “Today” y “Tonight, Tonight” fueron los soundtrancks ideales para estas almas desangeladas. Ya han pasado doce años desde que la formación original de la banda se disolvió y tras varios intentos fallidos, ya sea como solista
The Future Embrace (2005) o con su proyecto
Zwan –
Mary Star of the Sea (2003), la carrera de
Billy Corgan parecía que no volvería a ser lo que alguna vez fue; y si a esto le sumamos el tibio regreso con formación nueva de
Smashing Pumpkins en el 2007, con el flojísimo álbum
Zeitgeits, la cosa parecía no tener retorno para el bueno de
Billy.

Quien como el ave fenix ha sabido renacer de las cenizas y nos entrega su mejor obra en años,
Oceania el nuevo trabajo de los
Samshing Pumpkins, del cual es el único miembro original, es un álbum que regresa a las fuentes con demoledores riffs de guitarras en temas como “Quasar”, “Panopticon” o “The chimer”. También tienen lugar las canciones acústicas y orquestadas para acompañar esas nostálgicas melodías que ya son un sello de
Corgan en “The Celestials” o “Pinwheels”. Hay un mayor uso de los teclados, los sintetizadores y algunos coqueteos de loops electrónicos pero, lo mas destacable es que es un álbum con muy buenas canciones “Glissandra” y “Pale Horse” dan sobrada cuenta de esto, por mas que las estructuras y ciertos arreglos nos hacen acordar a los días de gloria de la banda, esto no huele a naftalina sino a un nuevo comienzo a un renacer en la carrera de
Smashing Pumkins, o sea, de
Billy Corgan y eso sí es una buena noticia.
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