El dúo formado por Alison Goldfrapp y Will Gregory continúa con su halo de sonido electropopero. No defrauda en lo absoluto, desde luego, e incluso puede llegar a gustar a los que sean vírgenes con esta pareja británica, musicalmente hablando por supuesto. El quinto álbum de estudio de Goldfrapp de nombre Head First conjuga la música disco, la alegría, algún que otro espíritu metálico y mucho glam. Dirán las malas lenguas que Goldfrapp vuelven a hacer un disco bailable tras el fracaso (comercial) de Seventh Tree - disco que realmente en lo particular concederé de lo mejor de 2008 e incluso a mi gusto, el mejor que hayan lanzado - porque además Supernature (2006), con un millón de copias colocadas en todo el mundo, es su álbum más vendido.
La propia Alison escribió en su blog que, posiblemente necesita hacer canciones más uptempo para poder ofrecer directos más divertidos, cuestión que tampoco cuesta creer que sea verdad. Sea por lo que sea, sus nuevas composiciones son ciertamente menos abstractas y más directas tanto en melodías como en arreglos y letras. Un disco hedonista como Head First es perfectamente válido cuando, ella al fin confiesa que, su felicidad ahora es plena estando en pareja. Pero, hay que reconocer que, no llega en el momento más adecuado si tenemos en cuenta la ola de ochentismo que ha invadido las islas británicas en los últimos dos años, con artistas como La Roux saludando desde el número uno, Little Boots y Frankmusik vendiendo también decenas de miles de discos o singles. Goldfrapp consiguieron con Black Cherry (2003) hacer del synthpop algo profundamente sofisticado y más complejo que el electroclash, con guiños a los '70 de Bowie y T-Rex. Y lo malo es que ahora, en cierta manera, parecen ir por detrás en la carrera de las nuevas tendencias, mundo al que por suerte o por desgracia pertenecen. Rocket suena más bien kitsch, a Van Halen, y el mismo tipo de sintetizadores aparece en canciones como ‘I Wanna Life’. La producción no es vulgar, aún tiene la elegancia inherente a todo lo que tocan Alison y Will, pero en ningún sentido el grupo parece estar en su mejor momento. ‘Shiny & Warm’ no es más que otro ‘Satin Chic’. La producción adicional de Richard X no ha salvado ‘Alive’ de recordar en clave melódica a Mika (¡¿?!) y el disco se cierra con un ‘Voicething’ que a nadie gustará tanto como los momentos más introspectivos de Felt Mountain (2000). El disco se escucha sin problema, las canciones crecen y ‘Believer’ ni siquiera lo necesita porque desde la primera escucha resulta uno de sus temas más pegadizos. Sin embargo, es inevitable recordar que ellos saben fascinar y deslumbrar muy por encima de esto. Pero, ¿no ha sido siempre así con Goldfrapp? En diez años desde que el disco Felt Mountain anunciase su llegada a un mundo más amplio, han perfeccionado el arte de producir ese álbum que no sabíamos que queríamos que hiciesen. Head First no es ninguna excepción. "Es extraño, ¿verdad?", reflexiona Alison Goldfrapp. "A veces pienso, '¿Por qué no podemos hacernos la vida más fácil y sencillamente hacer el mismo álbum una y otra vez? Pero la conclusión es que no creo que pudiésemos, incluso aunque lo intentásemos. La cuestión es que intentas descubrir sonidos, y contar una historia sobre lo que pasa en tu vida. Podrías ganar más dinero encontrando una fórmula y limitándote a ella. Pero eso para nosotros no tienen ningún sentido". Creo que no hace falta aclaración al respecto ¿no?
Diego Bochor.
La propia Alison escribió en su blog que, posiblemente necesita hacer canciones más uptempo para poder ofrecer directos más divertidos, cuestión que tampoco cuesta creer que sea verdad. Sea por lo que sea, sus nuevas composiciones son ciertamente menos abstractas y más directas tanto en melodías como en arreglos y letras. Un disco hedonista como Head First es perfectamente válido cuando, ella al fin confiesa que, su felicidad ahora es plena estando en pareja. Pero, hay que reconocer que, no llega en el momento más adecuado si tenemos en cuenta la ola de ochentismo que ha invadido las islas británicas en los últimos dos años, con artistas como La Roux saludando desde el número uno, Little Boots y Frankmusik vendiendo también decenas de miles de discos o singles. Goldfrapp consiguieron con Black Cherry (2003) hacer del synthpop algo profundamente sofisticado y más complejo que el electroclash, con guiños a los '70 de Bowie y T-Rex. Y lo malo es que ahora, en cierta manera, parecen ir por detrás en la carrera de las nuevas tendencias, mundo al que por suerte o por desgracia pertenecen. Rocket suena más bien kitsch, a Van Halen, y el mismo tipo de sintetizadores aparece en canciones como ‘I Wanna Life’. La producción no es vulgar, aún tiene la elegancia inherente a todo lo que tocan Alison y Will, pero en ningún sentido el grupo parece estar en su mejor momento. ‘Shiny & Warm’ no es más que otro ‘Satin Chic’. La producción adicional de Richard X no ha salvado ‘Alive’ de recordar en clave melódica a Mika (¡¿?!) y el disco se cierra con un ‘Voicething’ que a nadie gustará tanto como los momentos más introspectivos de Felt Mountain (2000). El disco se escucha sin problema, las canciones crecen y ‘Believer’ ni siquiera lo necesita porque desde la primera escucha resulta uno de sus temas más pegadizos. Sin embargo, es inevitable recordar que ellos saben fascinar y deslumbrar muy por encima de esto. Pero, ¿no ha sido siempre así con Goldfrapp? En diez años desde que el disco Felt Mountain anunciase su llegada a un mundo más amplio, han perfeccionado el arte de producir ese álbum que no sabíamos que queríamos que hiciesen. Head First no es ninguna excepción. "Es extraño, ¿verdad?", reflexiona Alison Goldfrapp. "A veces pienso, '¿Por qué no podemos hacernos la vida más fácil y sencillamente hacer el mismo álbum una y otra vez? Pero la conclusión es que no creo que pudiésemos, incluso aunque lo intentásemos. La cuestión es que intentas descubrir sonidos, y contar una historia sobre lo que pasa en tu vida. Podrías ganar más dinero encontrando una fórmula y limitándote a ella. Pero eso para nosotros no tienen ningún sentido". Creo que no hace falta aclaración al respecto ¿no?
Diego Bochor.
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