Dos años después de su exquisito The Hungry Saw, Tindersticks lanza Falling Down a Mountain, un disco elegante, profundo, precioso por donde se lo escuche, nuevamente no decepciona, roza a veces lo superficial y ligeramente su particular finura. Como dos caras de una misma moneda, tanto The Hungry Saw como Falling Down A Mountain, comparten intenciones a nivel musical y discursivo. Basta con escuchar “Harmony Around My Table” y como una perfecta continuación de la luminosa “The Flicker Of A Little Girl”.
Los británicos liderados por el genial Stuart A. Staples, continúan la senda que emprendieron desde sus comienzos, allá por 1993, de la mano de su autotitulado primer disco. El mismo fue elegido como mejor producción discográfica por varias revistas inglesas, pegando muy pero muy fuerte en el corazón y los oídos de muchos melómanos, al cual me incluyo. La originalidad y la seriedad de este grupo contrastan entonces con el ligero pop eléctrico que se empezaba a escuchar en esos años en las radios y las discográficas. Como resultado nos topamos con un trabajo rotundo, fuerte, potente y sin fallas, toda su discográfica en general mantiene esta línea de creatividad y calidad. Por supuesto, Falling Down A Mountain no resulta ser la excepción, ya que, Tindersticks sorprende a sus fans una vez mas con un color que evoca su nombre al pronunciarlo y la voz de Staples provoca los mismos discretos escalofríos de siempre. A un lado quedan los arreglos orquestales y el tono melodramático de antaño, para volver a sus orígenes, retomar el lado más desnudo y directo de sus canciones. Nos encontramos ante unos Tindersticks renovados, no solo por la inclusión de nuevos integrantes (David Kitt, Earl Harvin y Dan McKinna), así también por, la frescura y el eclecticismo de su propuesta actual. Así los de Nottingham pasan sin despeinarse del jazz más oscuro de “Falling Down A Mountain”, a la nocturna belleza de “Keep You Beautiful”. Del folk pastoral de la antes mencionada “Harmony Around My Table” y “No Place So Alone” con coros que remiten a los Bad Seeds, a “Peanuts”, tema que podría haber sido incluido en Curtains (1997) acompañado por la linda y cálida voz de Mary Margaret O´Hara. No podemos dejar de lado el tono fronterizo de “She Rode Me Down”, el clasicismo de “factory girls”, la setentera y adictiva “Black Smoke” o los interludios instrumentales de la inquietante “Piano Music”. Podremos así quizás cuestionar que, Falling Down A Mountain la mayor parte de las canciones se quedan rozando la genialidad sin alcanzar nunca a las joyas que conocemos de ellos, pero se llega a la conclusión final que, tras varias escuchas esta nueva producción nos tienta a un producto final casi perfecto.
Diego Bochor.-
Los británicos liderados por el genial Stuart A. Staples, continúan la senda que emprendieron desde sus comienzos, allá por 1993, de la mano de su autotitulado primer disco. El mismo fue elegido como mejor producción discográfica por varias revistas inglesas, pegando muy pero muy fuerte en el corazón y los oídos de muchos melómanos, al cual me incluyo. La originalidad y la seriedad de este grupo contrastan entonces con el ligero pop eléctrico que se empezaba a escuchar en esos años en las radios y las discográficas. Como resultado nos topamos con un trabajo rotundo, fuerte, potente y sin fallas, toda su discográfica en general mantiene esta línea de creatividad y calidad. Por supuesto, Falling Down A Mountain no resulta ser la excepción, ya que, Tindersticks sorprende a sus fans una vez mas con un color que evoca su nombre al pronunciarlo y la voz de Staples provoca los mismos discretos escalofríos de siempre. A un lado quedan los arreglos orquestales y el tono melodramático de antaño, para volver a sus orígenes, retomar el lado más desnudo y directo de sus canciones. Nos encontramos ante unos Tindersticks renovados, no solo por la inclusión de nuevos integrantes (David Kitt, Earl Harvin y Dan McKinna), así también por, la frescura y el eclecticismo de su propuesta actual. Así los de Nottingham pasan sin despeinarse del jazz más oscuro de “Falling Down A Mountain”, a la nocturna belleza de “Keep You Beautiful”. Del folk pastoral de la antes mencionada “Harmony Around My Table” y “No Place So Alone” con coros que remiten a los Bad Seeds, a “Peanuts”, tema que podría haber sido incluido en Curtains (1997) acompañado por la linda y cálida voz de Mary Margaret O´Hara. No podemos dejar de lado el tono fronterizo de “She Rode Me Down”, el clasicismo de “factory girls”, la setentera y adictiva “Black Smoke” o los interludios instrumentales de la inquietante “Piano Music”. Podremos así quizás cuestionar que, Falling Down A Mountain la mayor parte de las canciones se quedan rozando la genialidad sin alcanzar nunca a las joyas que conocemos de ellos, pero se llega a la conclusión final que, tras varias escuchas esta nueva producción nos tienta a un producto final casi perfecto.
Diego Bochor.-
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