Lidia Borda es una cantante exquisita, única. Su voz y estilo lírico no pasan desapercibidos por nadie. En los últimos 15 años ha edificado una carrera muy respetada, tanto aquí como en el extranjero; actuando en escenarios variados alrededor del mundo. De todo eso trata esta charla que tuvimos con Lidia. En este reportaje, Secuencia Inicial tiene el placer de acercarles la visión de una de las intérpretes más destacadas de la música ciudadana actual. Recorremos su trayectoria, sus gustos y analizaremos la escena pasada, presente y futura del género musical que distingue a la Argentina en el mundo. Señoras y señores: Con ustedes, la Sra. Lidia Borda…
Por Emiliano Acevedo.-
SU BUSQUEDA TEMPRANA
¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Fue algo, se podría decir, natural; ya que vengo de una familia de músicos. Mi hermano Luis ya tocaba (cuando yo era chica) y mi vieja también había sido cantante. En mi caso particular, si bien yo estudié un poco de piano y guitarra, no soy instrumentista; lo que mejor me sale es cantar.
¿Cuál era la música que te atraía cuando eras chica?
Yo siempre escuché música popular. En esa época, ya mis padres estaban separados y yo escuchaba mucha música en cada una de las casas de ellos. Tanto la familia de mi viejo como la de mi mamá escuchaban tango, incluso tengo un tío cantor de tango. Mi hermano Luis, que tiene varios años más que yo, cuando yo era chica ya estaba tocando en Ave Rock, un grupo de rock progresivo. Yo escuchaba mucho la música que traían mis dos hermanos; la diferencia es que Alejandro tenía gustos más bolicheros que los de Luis. Mi primera experiencia en el canto fue estando en un coro cuando tenía 10 años.
En el programa de TV “Como Hice” contaste cómo te había impactado “Muchacha Ojos de Papel”.
Sí, porque, con el tiempo, fui escuchando cada vez más rock. Me gustaba mucho Almendra. De “Muchacha” me gusta esa cualidad única que tiene la letra que yo no puedo entender, que no puedo asimilar completamente. Me gusta ese misterio que tienen algunas letras de canciones. Me pasa bastante con las canciones de Spinetta, y también con las melodías, no sólo con las letras.
¿Qué otros grupos de rock te gustaban?
En esa época escuchaba Manal, los Beatles, Creedence…
¿De Manal te gustaba que tuvieran un blues de estilo urbano?
Sí, y además porque me parece que es un lenguaje totalmente tanguero. Creo que el blues de Manal, junto al tango, son músicas y letras capturan el código urbano muy bien. también me paso la música de Sumo, porque ahí el pelado Luca (Prodan) entendió muy bien como era el lenguaje de Buenos Aires. Cuando tenía 20 años estaba bastante enganchada con Sumo y Los Redonditos de Ricota.
Hablabas de Manal y su código urbano, seguramente te gusta entonces “Avellaneda Blues”.
Sí, más bien. Porque me gusta ese estilo bien de suburbio. Con el tango también me pasa. Por ejemplo, no me gustan tanto las letras de Eladia Blázquez porque habla mucho de la ciudad, pero más bien del Centro de la ciudad. Eladia tiene composiciones buenísimas que me atraen mucho pero, cuando la letra de tango es descriptiva, yo prefiero el tono suburbano. Obviamente que si son letras de tango de amor no importa si el tono es suburbano o no, ya que es una temática universal.
SOLO TANGO
De a poco te fuiste metiendo en el tango…
Sí, desde chica. Me gustaba escuchar tangos, era una cuestión familiar. Se me terminó metiendo en el cerebelo, porque sonaba siempre en mi casa. Con mi familia íbamos a peñas de tango, era un aprendizaje cotidiano para mí. Después, de grande comencé a hacer una búsqueda personal para formar mi repertorio, una vez que ya me había decidido a ser cantante. En esa búsqueda pasé por un montón de lugares. En un momento me metí un poco con el rock, o con el blues. Siempre me sentí más cómoda cantando blues que con el rock o con el jazz, porque el blues tiene esa cosa melancólica tanguera de la que ya te hablé antes. Lo que me pasa con otros géneros (como el jazz) es que tienen códigos que yo no conozco; y con el tango me pasa todo lo contrario porque es un lenguaje que si conozco y que puedo interpretar (y entender) más allá del canto. Hay códigos de nuestra sociedad y nuestra idiosincrasia que están metidos en esta música y que mucha gente entiende, más allá de que cante tango o no. Sin embargo, mis primeros tiempos como cantante de tango fueron difíciles porque cuando ya me había armado un repertorio con 20 temas, me di cuenta de que con eso solo no alcanzaba, que tenía que armarme un discurso que explicara porque había elegido tal o cual repertorio. El intérprete tiene que tener una necesidad interna, un discurso propio, para poder después transmitir de buena manera lo que va a cantar. A mí al principio me costaba, no sabía como cantar esos temas que había elegido, como interpretarlos. Si bien yo sabía que los podía cantar, ya que no era que me salieran mal ni que fuera un desastre; me faltaba realizar una búsqueda del por qué. Porque cantarlos, porque se cantaban así, porque así no… Lo que sentí fue la necesidad de saber como se había armado la forma de cantar el tango. Escuchando las primeras grabaciones, de 1905, ahí entendés que hay una forma de cantar el tango muy parecida al cuplé español, a la canzoneta napolitana. En esa búsqueda encontré muy buenos cantores, algunos que ya conocía y otros no; y mucho repertorio viejo.
Y entre las cantantes femeninas de tango, ¿cuáles son tus preferidas?
A mí las que más me gustan son Mercedes Simone y Rosita Quiroga. Simone tenía una forma muy delicada para cantar y Rosita Quiroga un estilo suburbano en la voz que me encanta.
¿Qué opinás del estilo de Adriana Varela?
Adriana tiene un encanto muy particular. Nuestros estilos no tienen ningún punto en común, pero igual me doy cuenta de que ella tiene un magnetismo muy particular con su público y una expresión que es atrapante. Yo la vi en vivo, varias veces, acá y en otros países, y no se puede creer lo que genera cuando se sube a un escenario. Por otro lado, me parece una tipa súper inteligente. Esta es una cualidad que también es muy buena para desarrollar una actividad artística. Me acuerdo de que cuando yo empecé a cantar tango me pusieron en un lugar antagónico al de Adriana. Es verdad de que somos bien contrastantes, con diferente musicalidad; ella tiene una voz mucho más grave que la mía, etc. Pero la verdad es que a mí me da bronca que pase eso de que me pongan en oposición a otra cantante. Las comparaciones son feas. Una cosa es que lo diga el público, pero no me gusta para nada cuando los periodistas comienzan a hacer notas basadas en supuestos antagonismos. Además no tiene nada que ver porque Adriana es una tipa generosa, muy buena persona, buena compañera y es imposible no quererla.
¿Cómo era Luis Cardei?
Era un artista bárbaro. Es más, creo que me empecé a hacer todas las preguntas acerca del repertorio a partir de conocerlo a Luis. Porque justo coincidió con la época en que empecé a cantar tango. Había empezado a trabajar con mi hermano y éste me dijo que tenía que escuchar a un cantor que “me iba a volar la cabeza”, porque no era nada parecido a lo que ya conocíamos. Ese cantor era Cardei. Nosotros veníamos escuchando a los típicos cantores de orquesta o los cantores más bolicheros, con vozarrón y mucha expresión facial hacia fuera. Por el contrario, Luis era un tipo súper íntimo, que hacía un repertorio que no estaba de moda con tangos que ya nadie escuchaba. Y los cantaba en una cantina, un lugar muy chiquito, con un bandoneón atrás… Era un personaje increíble y un cantor muy sensible. Fue muy bueno para mí conocerlo. Varias veces canté con él. Lo conocí en “La Cantina de Arturito”, que quedaba cerca de acá, en Chiclana y Pavón. Luego, cuando se va a cantar a la “Ghandi”, lo fui a ver varias veces ahí e incluso me invitaba a subir al escenario para cantar con él. A partir de eso, luego yo tuve mi propio espacio en la “Ghandi” gracias a Elvio Vitali, que era el dueño del lugar. Ahí empecé a trabajar en el desarrollo de mi propio repertorio, en el año`95.
Aparte de Cardei, ¿qué otros cantores de tango te gustan?
Miles. Te podría nombrar a Corsini, Gardel, Verón, Vidal, Rivero, Goyeneche… Los que no me gustan son los cantores ampulosos, con un estilo “hacía afuera”, como eran Julio Sosa o Hugo del Carril. Me molesta cuando se realiza una fuerza constante para llevar la interpretación de tango hacía adelante, mediante un fraseo exagerado o sólo con la fuerza de la voz. Me gustan otro tipo de cantores. Por ejemplo, Goyeneche también era expresivo pero tenía muchos matices, no se agotaba sólo en eso.
¿Tenés algún tango preferido?
No, no se me ocurre ninguno en particular. Con los tangos me pasa que siempre hay un momento determinado para cada uno. A veces te dan ganas de cantar uno en particular, luego otro. Eso también tiene que ver con mi laburo, con la interpretación. Si fuera siempre el mismo tango el que te gusta sería un aburrimiento. A mí me gusta mucho uno que canto ahora que se llama “Arrabal Salvaje”, con música del Tata Cedrón y letra de Celedonio Flores; pero no es un tango conocido. Me gusta mucho porque es casi una declaración de principios. Habla, justamente, de un personaje que pertenece al arrabal y de cómo quiere que sea ese espacio: con toda la mugre, toda la porquería que hay ahí adentro. A mí me pasa que me gusta ser de acá. Es así: acá quiero vivir y acá me quiero morir…
Justamente vivís en Parque Patricios, un barrio bien tanguero…
Sí, aunque hace 20 años que estoy, parece que viví toda mi vida aquí. Es un barrio que me inspira mucho también para lo que hago. Yo nací en San Martín y me mude a Capital a los 14 años pero, en verdad, Parque Patricios es mi lugar en el mundo, el barrio más lindo de todos los que viví.
¿El vivir acá te inspiró a hacer un disco basado en el repertorio de Homero Manzi?
Tal vez sí. Sin embargo es obvio que Manzi es un autor inevitable. Cualquiera que interprete el tango va estar capturado por las letras que escribió él. Forma parte de esos autores que son obligatorios como Cadicamo y Celedonio Flores. Lo que tiene Manzi en particular es su extensa producción. Justamente lo que más me interesó a mí, en este disco, es encontrar un par de temas suyos que son más folklóricos. Me gustan esas canciones porque hablan un poco de ese ida y vuelta entre la ciudad y el campo. No te olvides que él había nacido en Añatuya (en Santiago del Estero) y después pasó toda su vida acá, en el barrio de Boedo. Manzi tiene un estilo muy contemplativo en sus letras de tango y creo que eso le viene por tener también metido al campo en su ser. Justo el otro día, Héctor Larrea dijo un concepto parecido, que me parece totalmente acertado: que el tango no tiene sólo la ciudad metida en él, sino también la llanura. La llanura es algo que también está presente inconscientemente en la música ciudadana. En la época de Manzi, e incluso antes también (a principios de siglo) era muy impreciso establecer ese limite entre la ciudad y el campo.
PRESENTE Y FUTURO
¿Qué te parece el presente del tango como género musical? ¿Cómo lo ves a futuro?
Creo que lo que hay que dejar de lado es la de tratar de parecerse a fulano o a mengano. Para mí, el tango no tuvo un devenir natural. Tuvo una fractura muy grande que coincidió con las crisis sociales y, más tarde, con la dictadura. Ahí se armó una brecha muy grande, incluso creativa. Me da la impresión de que el que rompe con todo esto es Piazzolla. Lo que pasa es que, a la vez, después de lo que hizo Piazzolla es difícil continuar. Hay que elegir entre seguir por un camino “piazzoliano” o un camino “pre Piazzolla”. En cuanto a la letristica, me parece que hay poca búsqueda, que las letras se quedaron muy atadas a la estructura y el lenguaje (al decir) de los autores clásicos (de mediados y principio de siglo) como Manzi o Cadicamo. Sin embargo, hay autores modernos muy interesantes. Entre ellos Pablo Marchetti (director de la revista Barcelona), del cual grabé varios tangos. Marchetti hizo letras muy interesantes que luego musicalizó Marcelo Mercadante, un bandoneonísta muy bueno que vive en Barcelona. También me gusta bastante lo que hace Acho Estol, con La Chicana; y Dolores Solá. Me gusta la investigación y el trabajo que hace el Tata Cedrón con la obra de los poetas que no han escrito para el tango, como César Vallejo, Juan Gelman, González Tuñón, etc. El Tata compone su música sobre estas letras de estos autores y el resultado es algo completamente nuevo, muy bello y súper interesante. Ahí tenés el ejemplo de un tipo renovador y eso es algo que me parece que falta en el tango actual, dejarse llevar por las cosas que te cuentan la ciudad y su actualidad. Me parece que está un poco desactualizado el lenguaje del tango. Ahora estoy trabajando con Diego Schissi, él siempre fue un músico tremendo y ahora se está animando a escribir letras. Creo que Diego también está encontrando una veta diferente, que es muy rica; y que tiene que ver con cosas de nuestra generación, con cosas que nos pasan y sentimos.
¿Cuál es tu opinión acerca de que músicos de otros géneros, como Calamaro; graben discos de tango?
Que se yo, que hagan lo que quieran… Lo que sí pasa, y esto no es culpa de Calamaro ni de nadie, es que después de cada uno de esos discos hay una mediatización muy grande. Como (casi siempre) son discos con una tirada muy grande, y con gran llegada, pasa que después Calamaro termina ganando el Gardel de Oro, relegando a cantores de tango que son muy valiosos y pasan desapercibidos. A mí no me gusta como Calamaro canta tangos. Obviamente que él tiene todo el peso de una discográfica por detrás y por eso si se le ocurriese grabar canciones de María Elena Walsh también le iría bien y se llenaría de plata. Esto pasa todo el tiempo y uno no puede engancharse en esta lucha absurda, porque es muy difícil luchar contra el sistema y resistir frente a ciertas estructuras que determina la industria discográfica. Enseguida te ponés a pensar que “sale éste (de la nada), le va bien y hace 80 teatros; mientras yo hace años que la vengo remando…”
El absurdo de todo esto es que hasta Placido Domingo o Julio Iglesias se animaron a grabar discos de tango…
Es en vano enroscarse en esta. Si lo que uno está haciendo tiene sentido y es valioso; si uno (como artista) es sincero con lo que hace, hay que seguir adelante y olvidarse de todas estas cosas. También me parece que hay que reforzar lo que cada uno quiere decir, porque yo no sé si por ejemplo Calamaro quiere hablar del tango, si tiene un discurso del género realmente. Así como con los casos de Iglesias o Placido Domingo. Son otros tipos de juego, son jugadas especulativas porque cualquiera viene, hace un disco de tango y no le aporta nada al género. Hay otros tipos que se arriesgan y hacen cosas muy interesantes, obteniendo buenos resultados artísticos, como El Cigala, por ejemplo. Me gusta mucho también como canta Martirio el tango. Ahí tenés el caso de una mina que canta con una entrega impresionante. Otro que lo hace bien es Miguel Poveda, un cantante madrileño excelente que hizo un trabajo muy bello junto a Rodolfo Mederos. Por eso su aporte es bueno, aunque sólo se haya acercado un ratito al tango.
¿Cómo vivís la repercusión internacional del tango?
Eso se debe a que el tango es una música muy magnética, con mucho atractivo. De todas maneras, creo que recién cuando uno pasa los 30 años empieza a entender un poco más su lenguaje. Esto es así en todo el mundo. Lo cierto es que la repercusión internacional del género viene ligada a la danza. Sin embargo, son lugares distintos porque no es lo mismo el espacio de la música que el de la danza del tango. Muchas veces ni se cruzan. Es difícil que un bailarín vaya a escuchar un concierto de tango porque, claro, lo que quiere es bailar, mover los píes. A la vez, hay que reconocer que la danza amplió el espectro del público, acercando a más gente a la escucha de la música.
En Alemania, por ejemplo, la gente acude a los conciertos de tango sin ningún prejuicio y escucha la música. Esto ocurre en varios países. En Latinoamérica sigue habiendo mucho cariño por el tango en Colombia, Venezuela, México…
¿Y cómo haces para llegarle con tu interpretación a estos públicos disimiles?
Mi repertorio no es típico, no tiene un formato muy ortodoxo. Yo canto algunos tangos un poco más líricos y me meto con canciones, como las del Tata Cedrón, que son difíciles de asimilar para el público más tradicional del género. Además llevo conmigo a una formación chica, sólo de guitarra y piano, sin bandoneón. A veces a la gente le llama la atención de que cante tango sin acompañarme con un bandoneón. Sin embargo, aunque sigue existiendo un público tanguero con un prejuicio muy grande hacía lo nuevo, también hay muchísima gente que lo recibe muy bien.
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
Yo no soy de hacer proyectos a largo plazo. Lo que tengo ganas de hacer es un disco en vivo. Además me gustaría mucho realizar un trabajo regional, tanto dentro de nuestro país como en los países limítrofes y el resto de Latinoamérica. También estoy haciendo un repertorio con Rodolfo Mederos y estoy trabajando en un repertorio con Diego Schissi, que es un músico tremendo. Y tengo un proyecto que se podría concretar el año que viene en Paris para hacer la operita María de Buenos Aires. Yo tengo mi propio grupo pero siempre me llaman para hacer alguna cosa, acompañada con una orquesta, etc.
¿Pensás que sería necesario realizar más festivales de tango en el país?
Sí, creo que seria muy bueno realizar algún festival internacional de tango. En algún momento se hizo y fue muy bueno, lamentablemente ahora hay una crisis muy profunda en todo lo que tiene que ver con la política cultural en la Ciudad de Buenos Aires. Hay planes y cosas muy interesantes dentro de la Secretaría de Cultura de la Nación, en cuanto a la difusión de artistas populares, no sólo de tango; están realizando programas muy buenos de formación y difusión. Sin embargo, uno siempre quiere más porque me parece que en nuestro país hay muchos artistas muy valiosos que merecen un mayor apoyo. Lamentablemente a veces no hay en donde mostrar, o para difundir, lo que uno hace. Yo tengo trabajo, tengo espacios a mi disposición en donde voy y canto; pero la realidad es que mucha gente no los tiene. Lo esencial es democratizar los espacios.
En base a esto, ¿cuál es tu opinión acerca de la difusión que se le da al tango en los medios de comunicación?
Salvo lo que tiene que ver con los programas y radios dedicados al género, en realidad el tango no aparece en ningún otro lado. Salvo en Radio Nacional, que tiene en la programación a Héctor Larrea, o en La 2 x 4 (la FM de Radio de La Ciudad); en las radios grandes no se difunde tango y mucho menos en la televisión.
¿Cuál es la forma que elegís para distribuir tu música?
En general, mis trabajos son de producción independiente. Trabajo con una distribuidora llamada Acqua Records, con la que hice mis últimos discos. Yo les llevo el master del disco y ellos lo editan y lo distribuyen. También trabajé un tiempo con EPSA Music pero no entré nunca a trabajar en una de las grandes compañías discográficas. De cualquier forma, para las grandes compañías el tango no existe. No les importa, no lo difunden, salvo que se trate de orquestas.
¿En la actualidad también te estás dedicando a la docencia?
Doy algunas clases de canto. Tengo muchos pedidos de gente que quiere aprender canto conmigo, pero me resulta difícil porque no tengo demasiado tiempo para hacerlo. Aparte como me entusiasmo muchísimo cuando doy clases, me canso mucho; por todo eso doy pocas clases.
DE ANÉCDOTAS Y ALGO MÁS
¿Cómo fue cantar en la inauguración de la nueva Biblioteca de Alejandría?
Ese fue un evento histórico y la verdad es que no sé muy bien como llegué a parar ahí. De pronto me encontré parada en un lugar increíble de manera inesperada. Yo lo viví como si fuera un premio. Fue una experiencia totalmente alucinante.
Aparte te tocaba ser la representante de toda Latinoamérica, nada menos…
Sí. Me acuerdo que canté un solo tango: “Será Una Noche”. La ceremonia fue organizada por unos noruegos y su speech hablaba acerca de “el amor universal y la paz”. Imaginate que hacía poco que había ocurrido el atentado a las Torres Gemelas y que todo el Medio Oriente se encontraba golpeado por la demonización que les venia dirigida desde las potencias occidentales. Cuando me invitaron a participar justo yo estaba en Noruega. Luego llego a Buenos Aires y me informan de que cada acto iba a ser acotado y por eso debía elegir un solo tema para cantar y que éste tenía que ser un tema que hable sobre el amor universal o sobre la paz. Yo me sorprendí y les dije que justo el tango no hablaba sobre eso, que trataba otras temáticas. Pero justo habíamos hecho con Diego Schissi un repertorio de piano y voz, con un armado casi camaristíco. Diego había hecho un arreglo muy lindo de este tema llamado “Será Una Noche”, un tango que habla (en realidad) sobre un amor esperanzado, pero del cual yo pensé que podía encajar bien dentro del lema general propuesto por los organizadores del evento de Alejandría.
¿Les tuviste que traducir la letra?
No, nada que ver. En realidad podría haberles cantado eso como cualquier otra cosa. Igual no se hubiesen enterado… (risas)
Hablando de eso, ¿cómo pensás que hacen para captar las letras de tango los oyentes de habla no castellana?
Yo creo que hay un lenguaje que trasciende la palabra. Es como cuando escuchamos a una cantante norteamericana de jazz, por más que uno entienda o no el inglés, hay algo allí (en su esencia) fácil de aprehender. Por ejemplo, el otro día me pasó una cosa muy emocionante. Yo a veces me fijo en Youtube para ver cuales son los comentarios de la gente acerca de mis videos. Yo nunca subí videos míos al sitio pero siempre hay gente que me filma y lo hace. Justo en un clip estaba el comentario de un señor que me escribió y me contaba que era mexicano y radicado en Viena. Este señor había escrito (textual) que había “una dama iraní que está aprendiendo español porque quiere saber que dicen las letras de los temas que canta Lidia Borda”. ¡Rarísimo! Imaginate esto: un mexicano viviendo en Viena que le enseñaba a una iraní el español para que entendiera las letras de los tangos que canto yo… Era, en verdad, algo muy hermoso. Esa anécdota te habla acerca de la existencia de un contacto que, desde la música de tango, atraviesa el mundo y les hace querer entender que dice la letra. El tipo también contaba que esta chica iraní le había regalado un disco mío y que ahora él también se había vuelto fan mío. Esas son cosas muy locas porque yo jamás me hubiese imaginado que podían llegar a pasar, pero que dan cuenta del alcance universal del tango como género musical.
Una repercusión internacional que no te deja de emocionar…
Más bien. Hace poco cumplí años y me escribió gente de todos lados en el muro de mi perfil de Facebook. Gente de Japón, México, Chile, Colombia, Italia… Personas que conocen mi trabajo. En este sentido me parece que la Web es un medio muy valido. Por eso, yo no tengo ningún problema en que bajen mis discos de la net. Qué hagan eso me beneficia porque me sirve para difundir lo que hago, más teniendo en cuenta que no soy una cantante con una venta masiva de discos. Yo vendo bastantes discos, para lo que serían las cifras standard de las producciones independientes, pero no me acerco ni por asomo a las ventas de discos de los cantantes populares del mundo. Por supuesto que a mí me encantaría ser una artista popular, que miles de personas me vinieran a ver cantar y que todos queden emocionados con lo que hago. Pero eso ocurre o no, es imposible de planear. Lo principal, como te decía antes, es que estoy sumamente agradecida con mi público, que es súper fervoroso y me llena de cariño.
Un público muy variado en edad…
Sí, eso ocurre bastante en el tango ahora. A Adriana también le pasa, tiene mucha gente joven entre su público. Por ejemplo el público de La Chicana está, en su mayor parte, formado por jóvenes. Esa renovación del público es buenísima.
¿Cuál es tu opinión acerca de toda esta movida actual del tango electrónico?
Son experimentos. No me parecen ni buenos ni malos. Algunos me gustan un poco más que otros, pero no me interesan demasiado, no escucho mucho de eso.
¿Cuáles son las máximas satisfacciones que te da el ser cantante de tango?
Premios no tengo, salvo una mención honorífica que me dieron del Konex. Nunca recibí ningún (premio) Gardel ni ningún Clarín… Siempre me llaman para hacer de jurado, pero no me premian… Por ejemplo, en el último Gardel al que fui nominada, me ganó Celeste Carballo. Entonces te decís: “ya está, para qué…” (risas) Obvio que son las reglas de juego. Por eso ni fui a la ceremonia, porque ya me imaginaba, de movida, que iba a ganar ella. Era lo que te decía antes con el ejemplo de Calamaro. Yo no sé ni quienes son los que votan. Me parece que no es lo suficientemente limpio o transparente todo lo que tiene que ver con los votos en esos premios. Seguramente hay presiones de las discográficas y demás. Por eso, mis satisfacciones vienen exclusivamente del reconocimiento del público y, por otro lado, del reconocimiento de los músicos. Que me llame Mederos o Marcelo Mercadante para trabajar; o Diego Schissi. O lo que me transmiten mis propios músicos, que hace años que me acompañan y no sienten ganas de irse. El poder llamar a mi hermano Luis para que me arregle la música de todo el disco. Más allá de que sea mi hermano, él no es cualquier músico, es groso. Me podría decir que me arregla un solo tema pero, sin embargo, viene y hace todo el disco. El que me llamen para trabajar con el Sexteto Mayor, con la (Orquesta) Filiberto, etc. Siempre trabajé con gente muy interesante, valiosa y admirada por mí.
Secuencia Inicial.-
2 comentarios :
mil veces oí el tango Volver, pero fue Lidia Borda quien me emocionó, y puedo decir que por primera vez lo " escuché " con Lidia. es puro sentimiento !!
Opino lo mismo que Alicia... yo lo escuché en su presentación en el Festival de tango de éste año! fué muy emocionante!.
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