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lunes, 24 de octubre de 2011

BAXTER DURY - HAPPY SOUP


La portación de apellido puede ser un lastre demasiado pesado para ciertos hijos de artistas que intentan desandar la misma senda que sus padres, todas las comparaciones son odiosas pero los casos sobran desde Sean y Julian Lennon a Jackob Dylan todos inevitablemente serán comparados con sus progenitores, y lo que es más absurdo aún con sus obras. Lo más sano quizás sea encaminar una obra completamente distinta, tomar distancia de lo que implica ser el hijo de …. Y pasar a la historia con nombre propio.
Baxter Dury es el hijo de la leyenda punk Ian Dury si, aquel que escribió himnos generacionales como “Sex & Drugs & Rock n’ Roll” y “Wake Up and Make Love with Me” casualmente ambas del disco New Boots and Panties!!! (1977) álbum cuya portada esta ilustrada por una foto de un pequeño Baxter Dury con apenas cinco años junto a su padre.
El primer trabajo de Baxter vio la luz en el año 2002 Len Parrot’s Memorial Lift es una obra sumamente reflexiva y llena de melodías lánguidas y ensoñadas muy influenciado por The Velvet Underground y Radiohead, producido por los Portishead - Geoff Barrow y Adrian Utley, y el acompañamiento en guitarras de Richard Hawley ya mostraban que el pequeño Dury sabía como rodearse de grandes talentos para plasmar sus ideas, en este primer trabajo se notan pocas influencias musicales de su padre, luego llego la hora de Floor Show (2005) más orientado al dream pop y al Indie de guitarras varias composiciones de este trabajo son a dúo con Ben Gallagher hijo del legendario tecladista de los Blockheads la banda de Ian Dury, Mickey Gallagher.

El tercer trabajo de Baxter Dury es Happy Soup del cual podríamos decir que es una obra de canciones simples, pero a medida que pasan las escuchas uno se va adentrando en los arreglos traviesos de sonidos valvulares y teclados con aroma vintage. El primer tema “Isabel” influenciado claramente por el Elvis Costello de "(I Don’t Want to Go to) Chelsea" ay!!! Esa guitarra!!!, “Claire” es el primer corte y es una típica canción pop lo-fi con interesantes coros femeninos, todo el disco esta atravesado por un enfoque irónico y a la vez reflexivo, “Pic Nic On The Edge” con aires New Wave es el tema que mas se acerca a la música del viejo Dury , un bajo punzante y bien marcado junto a una guitarra afilada nos retrotraen a fines de los años setenta, “The Sun” es una deliciosa balada surf para escuchar en cualquier playa viendo caer el sol y deslizándose sobre la espuma blanca.
En definitiva Happy Soup es un disco de lindas canciones, y que en definitiva un poco de pop, new wave y la voz del pequeño gran Baxter no le vienen mal a nadie
Lean Ruano.-

lunes, 17 de octubre de 2011

LA VIDA ACUATICA DE ANDRES RUIZ, entrevista.


Andrés Ruiz es uno de los más interesantes cantautores argentinos de rock surgidos en la última década. Su obra intimista, sutil, oscura y miscelánea, nos habla de sus influencias, allí donde resuenan los ecos del Peter Hammill de Van der Graaf Generator, o los temas más tranquilos de la Velvet Underground. Introspección musical total y absoluta. Por eso no fue nada casual que mientras tuvimos esta charla, de fondo, se escuchaba la voz de Hammill resonando en Still Life (1976), el clásico álbum de VDGG. Todo esto ocurrió en su departamento de Floresta, en donde nos encontramos para charlar de su carrera y sus gustos musicales, o, simplemente, del arte en general. Discos viejos, vinilos, un noble pasacasete ochentoso, su gata juguetona, y una biblioteca generosa en clásicos de autores universales forman parte de su mundo, y ese fue el entorno de este dialogo, matizado por un café con leche y galletitas, que compartimos un jueves a la tardecita.

Por Emiliano Acevedo.-

Fotografías: Andrea Asturiano.

30 INVIERNOS

¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Yo soy baterista, ese fue mi primer instrumento. Con la batería tuve mis primeras experiencias, desde los 14 años, tocando en grupos, de varios estilos diferentes: rock, pop e incluso heavy metal. En mi casa siempre hubo instrumentos –pianos, teclados, guitarras- porque mis hermanos también son músicos, y nos poníamos a tocar. Así quedesde chico, que me ponía con la guitarra, o el teclado, –a pesar de no haber estudiado esos instrumentos- a boludear, a inventar canciones. Tanto la guitarra como el teclado fueron claves en mi vida para empezar a forjarme como compositor, porque en todos los grupos en los que toqué la batería –por lo general- también compuse mucho. Si hubiese partido solo desde la batería, este desarrollo compositivo me hubiese costado más, porque no es un instrumento que se preste para realizar eso. En resumen, toqué muchos años la batería en infinidad de proyectos, hasta que después –un poco por hartazgo, y un poco para enfocarme en otras cosas- quise desarrollarme más como solista. A mí siempre me gustó mucho cantar, así como leer y escribir, por eso creía que la cuestión de la palabra –el tema de las letras- era muy importante. Yo componía muchas canciones pero nunca mostraba ese “decir” que quedaba guardado para mi intimidad. Durante mucho tiempo no me animé a mostrarlo. Por eso, en paralelo a mi actividad como baterista, hice un montón de temas que cantaba en la guitarra, solo, en mi casa. Sin embargo, desde chico tengo claro que quería ser compositor. Seguramente me hubiese gustado formar parte de algún grupo en el que todos fuéramos compositores, que viviéramos la música desde una cuestión de amistad, viviendo en comunidad, pero lo que me ocurrió es verme involucrado en grupos que nunca maduraron, porque no hubo quórum con los otros músicos, todos excelentes -desde el punto de vista técnico-, pero muy colgados, ya que solo le dedicaban su tiempo a la música como si ésta fuera un mero hobby, y eso no era lo que yo querría. De ahí viene ese hartazgo que te decía, por eso recomiendo alejarse de ese tipo de gente, porque te tira todo para atrás, ya que mientras uno quiere hacer cosas, progresar como músico, el no tener gente a tu lado que pretenda lo mismo, te frena… Creo que, a todo nivel, es muy importante el compromiso en la música, el comprometerse a ensayar y demás. He visto gente que no venía a ensayar porque decían que era el cumpleaños de la tía, o te metían cualquier otra excusa…

Tu formación musical, entonces, es solo como baterista…
Sí, ese es el único instrumento que estudié, digamos, de manera “formal”, además de el tabla (un instrumento indio de percusión). Estudié un poco de acordeón a piano, también, pero el instrumento en el que considero que tengo una formación con base teórica es la batería. En lo demás, ya sea guitarra, piano o el canto, lo mío es autodidacta.

Tu hermana (Florencia Ruiz) también es cantautora, ¿tenés algún otro músico en tu familia?
Sí, somos tres hermanos y el mayor (Federico) también es músico, aunque sólo se dedica a esto como hobby. Igual, creo que –a pesar de dedicarse a otra cosa- es el mejor de nosotros tres…

¿Y cómo empezás a largarte como solista?
Porque un chico que tocaba con nosotros en el grupo de Florencia, me empieza a grabar las primeras canciones sin ningún plan determinado. Así comenzamos y seguimos grabando hasta que hago el material incluido en mi primer disco (Amuleto, 2005). Luego, comencé a presentar esa producción, solo, y desde ahí, no paré más.

¿Cómo pensaste el material incluido en ese primer trabajo? ¿Compusiste temas especialmente, o ya los tenías?
Mitad y mitad, tenía muchos temas ya escritos –algunos quedaron-, y otros fueron saliendo durante el transcurso de la grabación. Lo empecé a grabar en 2003, lo termino un año después y se edita en 2005. Previo a esta experiencia ya había realizado un EP (Cosas acostumbradas, 2002) con una ex novia mía, que incluía un par de canciones (utilizadas en una instalación), pero a ese no lo cuento como un disco mío. Ahora bien, si hay algo con lo que nunca tuve problemas es con la cantidad de demos que tengo hechos. Su calidad, bueno, es discutible, pero en lo referente a la cantidad, siempre compuse muchísimo. Por eso, siempre me quedan en cada disco, por lo menos, diez temas afuera.

CONJUGAR LETRA Y MUSICA

Alguna vez, Andrés trabajó en una famosa disquería y librería de la calle Corrientes. Ese fue uno de los tantos trabajos que tuvo que hacer para mantenerse económicamente mientras desarrollaba su labor artística y estudiaba en la universidad. Justo en ese empleo confluyeron dos de las máximas pasiones de Ruiz: la música y la literatura. Actualmente, luego de terminar de cursar la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), durante las mañanas se dedica a realizar trabajos como comunicólogo, dejando las tardes y noches dedicadas a esas dos pasiones primigenias y –por que no- a una charla amena como esta que seguimos compartiendo con ustedes…

¿De que manera la música que escuchaste te influye en tu obra?
Eso varía bastante según los discos. Me parece –incluso varias personas me lo han dicho- que mis cuatro discos son bastante diferentes entre sí. Eso es importante para mí porque habla de mi visión sobre la música. Yo creo que el arte tiene que tener una cuestión “plástica”, en el sentido de que está en constante movimiento y no en un compartimiento estanco. Si no, estaríamos siempre haciendo la misma canción. A veces ves músicos re valiosos que hacen todos álbumes muy parecidos entre sí, y está todo bien, lo mío no es una crítica a ellos ni nada parecido, pero -en mi caso-, yo siempre me aburro de mí mismo y por eso necesito hacer cosas nuevas todo el tiempo. En lo que respecta a mis influencias, éstas tienen que ver bastante con el rock nacional, también hay reflejado un interés por el rock progresivo, por el pop, así como referencias al beat, al folk, a la música experimental… Pero, en todos los discos hay una línea que los une y tiene que ver con cierto nivel de oscuridad de las letras, también evidente en mi manera de cantar…

Mirando tu biblioteca se ve que sos de leer mucho, ¿crees que alguna lectura te ha influenciado a la hora de componer canciones?
Sí, totalmente. En mi inspiración es muy importante la literatura, en algunos casos también es muy importante el cine o, inclusive, cuestiones ligadas a otro tipo de artes. Por ejemplo, ver una pintura o una escultura y que eso funcione como un disparador de letras, también me ha pasado; pero, en el caso de la literatura, mis escritores preferidos que me han inspirado son (Oliverio) Girondo –en especial, en mis primeras composiciones más surrealistas-, Vitold Gombrowicz, (Edgar Allan) Poe… Con respecto a Poe, en mi disco Ruiseñor hay muchas cuestiones inspiradas en sus relatos. Me gusta mucho mezclar lo que tiene que ver con el mito y la cuestión fantástica y vincularlos a lo cotidiano, a las relaciones de amor. A veces termina siendo un poco delirante, como pasó en Los Deudos, mi tercer álbum. A mí me gustan muchísimos escritores, ahora mismo estoy escribiendo un par de letras que tienen que ver con la obra de (el escritor chileno) Roberto Bolaños, como también con John Kennedy Toole (autor de La Conjura de los Necios). Roberto Arlt es un escritor muy bueno en lo que respecta a la oscuridad, con ese juego que tenía con su manejo de la ironía y esa cosa áspera de sus narraciones. Dostoievski también me encanta, así como otros escritores rusos… Creo que lo más importante, para que una letra funcione, sigue siendo no caer en los lugares comunes, dejar siempre una puerta abierta a la imaginación.

Incluso, hiciste un libro de poesías (Los Cinco Minutos del Té…, 2007)
Sí, con poesías ilustradas por Erica Villar (artista plástica, también autora de todas las hermosas tapas de sus álbumes). Hicimos una edición bastante corta –un proyecto artesanal en conjunto con ella- que se agotó rápido, ahora tenemos que ver si hay alguna posibilidad de reeditarlo. Estuvo muy bueno como experiencia, ya que durante muchos años me convertí en fanático de la poesía y había estado escribiendo un montón.

¿Qué grupos del rock internacional actual te gusta escuchar?

Ahora estoy escuchando un poco de Fleet Foxes, y a algunos grupos más conocidos como Los Strokes, Franz Ferdinand, Artic Monkees… También Arcade Fire, otro grupo que ofrece una mixtura muy buena en sus discos, que traen temas con un abanico estilístico amplio que va desde cosas parecidas a lo que hacía George Harrison hasta alguna tipo Pink Floyd. Pero, en general, no soy demasiado seguidor de las bandas nuevas; tengo un montón de discos de rock internacional, pero siempre termino cayendo en los grupos clásicos de las décadas de los `90, `80 y `70…


Siendo baterista, ¿cuáles son tus preferidos?
Me gusta mucho lo que hace Bill Stewart, un baterista norteamericano que ha tocado con los mejores músicos de jazz, así como también me gusta Vinnie Colaiuta. Mis gustos e influencias musicales van desde Steve Gadd hasta Igor Cavalera, imaginate…

¿Volverías a trabajar de baterista, en un proyecto que lidere otro músico?
Sí, totalmente. Cuando encuentre un proyecto que me genere mucho entusiasmo lo haré sin problemas. La batería es un instrumento que me encanta y domino. En el caso de Compañero Asma (el proyecto de Hernán Espejo en el cual, en 2009, participó en la grabación de Guitarra dulce hogar) nos separamos porque cumplió un ciclo, nos pareció que tres años estaba bien para ese trío, aunque sonaba bárbaro. Era una gran banda…

¿Qué es lo que más te gustó de tocar junto a él?
Me parece que Hernán es un gran compositor de canciones y además me gustó el poder volver a la escena de las bandas, tocar en festivales, tocar con Pez, con bandas de Rosario, Mar del Plata… Eso está bueno, salirme un poco del lugar del solista, el tener que estar ahí presente (adelante en el escenario) con la voz, hablar, etc. Participar en una banda como baterista es estar atrás y romper todo, yo cuando estoy tocando batería me saco bastante… Por eso, ahora tengo que reemplazar la batería por un psicólogo, viste, porque cuando tocas el instrumento es como que liberas todas tus angustias y sacás todo lo reprimido.

¿Sos de encontrarte con gente que sólo te conoce por tu actividad como cantautor y que luego se sorprende de verte involucrado, tocando la batería, en otros proyectos, o viceversa?
No te miento, pero eso me pasa todo el tiempo. Hasta el día de hoy encuentro personas que me conocían sólo como baterista y te dicen “che, te vi el otro día tocando la guitarra, no sé adonde. No sabía que también cantabas…”; son pibes que capaz que escuchan todo el día sólo heavy metal, jazz o lo que sea, y no tienen ni idea de que yo también hago canciones, y al revés también me pasa, gente que me conocía como cantante y no sabía que yo tocaba la batería. Me sucedía cuando estaba en Compañero Asma, ya que tanto ese proyecto como el mío solista se movían en los mismos círculos, por eso tocaba en los mismos escenarios con ambos, y el publico no dejaba de sorprenderse de verme realizando dos actividades tan disímiles.

NARRACIONES EXTRAORDINARIAS

En enero de 2010, Andrés grabó su cuarto disco Ruiseñor, un introspectivo y hermoso álbum repleto de sutiles canciones, sendas exploraciones por su micro mundo intimo. Para hacerlo contó con la colaboración de su banda (formada hace tres años) con Nicolás Burotto (guitarra eléctrica), Alejandro Moffardin (bajo) y Lionel Fortunato (batería). Ruiz se encargo de la composición, cantar y además de la guitarra acústica y el piano eléctrico. Este disco tuvo a Gabriel Martínez como ingeniero de sonido y contó con algunos invitados de lujo como Litto Nebbia (voz en “El Bosque de los Años”), Tito Losavio (guitarra eléctrica en “Cuando el Rebaño Quiere Matar”) y Marcelo de Souza (trompeta en “Los Lobos”). Dos años antes, Andrés se había dado el gusto de cumplir un viejo sueño: Grabar un disco de rock progresivo, o mejor dicho, “rock sinfónico”, a secas…

¿Cómo fue el proceso de grabación de tu tercer disco (Los Deudos, 2008) que terminó dando un giro más “progresivo” a tu propuesta musical?
Fue una etapa determinada. Pasó porque el dueño del sello Viajero Inmóvil (que edita a grupos de rock progresivo) -junto a otros medios que gustan de ese estilo- se había interesado mucho por mi segundo disco (Amor Ventrílocuo, 2007) -que incluso tuvo muy buenas críticas en revistas progresivas, algo que jamás me imaginé que iba a pasar-, así que tuve una charla con él, y le dije: “Mirá, yo tengo un montón de temas compuestos, y un par de rock progresivo también”. Y es así, me pasa siempre –cómo te decía antes-, porque vos me preguntas por temas de metal y te digo que tengo 30 compuestos, me decís temas de rock progresivo y tengo 30 terminados en la computadora, me decís temas pop y tengo 100, 50 temas instrumentales, y así… O sea, compongo de todo. Tuve etapas de mi vida en la que no podía parar de componer. Por lo general, mucho de ese material va a quedar en la nada, pero –justamente- esa fue una época en la que empezaba a componer en ese estilo, porque estaba redescubriendo muchos grupos que me gustaron escuchar desde mi infancia: Van Der Graff, Yes, King Crimson, incluso varios grupos argentinos, toda la etapa progresiva y experimental de Litto Nebbia… Y así lo fuimos haciendo, en Viajero Inmóvil se re coparon y lo editamos. Me pareció que estaba bueno, y fue una forma de despedirme de una parte de mi vida, el hacer un disco bien progresivo, algo que uno siempre soñó cuando era chico. Lo veo ahora y pienso que ni loco hoy haría un disco así, tan delirante, pero de más está decir que estoy muy orgulloso de él y conforme por como quedó. Además, a los seguidores de ese estilo les encanta, y eso está buenísimo.

¿Qué tiene de diferente de los otros?
Tiene muchos temas largos, muchas poliritmias, hay muchos sintes analógicos, muchos condimentos bien clásicos del genero. En general, grabé todos los instrumentos yo solo, luego busqué un par de músicos puntuales, pero lo hice casi todo yo.

Luego de este disco progresivo, grabas Ruiseñor, tu último disco hasta la fecha, ¿cuál es tu balance del mismo?
Con este disco la gente se dio cuenta de que así como puedo hacer un buen disco experimental y progresivo, también puedo hacer un disco de canciones, ¿no? Porque muchos críticos me tenían como el cantautor “raro” y, de repente, con la edición de Ruiseñor, muchos medios lo vieron con buena cara porque son canciones pop, bien sencillas, pero sin perder mi complejidad, porque tampoco son temas de dos acordes…

¿Cómo se te ocurrió llamar a Litto Nebbia y a Tito Losavio, para que participen de invitados en el disco?

Porque soy bastante fanático de Litto y era un sueño. Justo una de mis canciones me pareció que era ideal para que participara él, así que lo contacté, y aceptó muy gentilmente. Lo de Tito se dio por medio de un contacto en común que tenemos. Como yo hace bastante que me vengo “rompiendo el culo” en esto –ya que hacer música es muy difícil, porque es más lo que sembrás que lo que cosechás-, de repente pasan cosas como éstas, el darte el lujo de tener de invitados a artistas como ellos, y eso es fruto de un trabajo de años en la música. En muchos casos esto pasa porque tus discos les llegan a varios músicos que uno admira, que te empiezan a conocer. también algo importante que pasó en este cuarto disco fue que logré componer canciones concisas de 4 minutos, con lindos estribillos, con letras más simples; eso era mi desafío, ya que era muy difícil de poder hacer. ¿Cómo se llega a eso? Simplemente, porque previamente pasaste por lo complejo. Son 10 o 15 años de tocar cosas complejas, de leer piezas difíciles, de un entramado muy sofisticado de músicas, ritmos, letras, palabras… Y llegué a esa simpleza que buscaba recién en este cuarto disco, no podría haberlo hecho antes, nunca podría haber sido pautado de antemano, siempre trato de ser espontáneo.


Es como una especie de proceso…
Totalmente, con el tiempo te vas redescubriendo y vas modificando cosas, es como una suerte de auto transformación.

¿Cuáles son tus proyectos a futuro?
Ya tengo un disco nuevo, casi todo compuesto, del que estoy terminando las letras. Ahora estoy buscando un productor, algo hasta ahora inédito para mí porque, en general, todos los discos anteriores los produje yo. Me gustaría que en este disco nuevo haya un productor que me aporte su visión y potencie todas mis ideas. Ahora estoy en un proceso pleno de composición, encerrado muchas horas, con el lápiz, escribiendo letras todo el tiempo. Falta un par de meses para cerrar las letras, pero ya tengo compuestas como 25 canciones nuevas, más o menos; y quizás llegue a la grabación con 40 temas terminados. Mi idea es empezar a grabarlo a fin de año y que salga editado en 2012, algo con lo cual estoy muy contento porque ya tengo un par de canciones muy lindas para mostrar. Va a seguir la veta cancionera y pop de Ruiseñor, pero aun más pronunciada.
Secuencia Inicial.-

CHRISTIAN BASSO - LA MUSICA CURA


Miembro fundador de La Portuaria junto a Diego Frenkel, Christian Basso es el artífice de grandes canciones que ya se han instalado en el inconsciente colectivo como “Selva” y “El Bar de la Calle Rodney” pero sus primeros pasos en el rock local los dio a mediados de los años ochenta cuando integro como bajista las agrupaciones Clap y Fricción.


Christian Basso es un músico cosmopolita sus influencias son tan diversas que es una tarea harto difícil encasillarlo dentro de un estilo, esto mismo es lo que lo realza como compositor y multiinstrumentista y lo transforma en un músico original y polifacético.


La música gitana, clásica, las cansonettas italianas y el spaghetti western son terrenos donde Basso se mueve como pez en el agua. Ha trabajado en variadas bandas de sonido para diferentes películas como la mexicana “Nos Vemos Papa” o la coreana “Secret Sunshine / Milyang” como también en discos de artistas consagrados como Charly García o Andrés CalamaroSus discos como solista son viajes, son bandas de sonidos donde cada oyente puede imaginarse sus propias escenas.

En el año 2000 edito su opera prima Profania y tres años mas tarde La Pentalpha , este año junto a la agrupación Sexteto Irreal participo del álbum Jogging.

La Música Cura es el título de su flamante tercer trabajo, que abre con “El Sultan” un pseudo reggae instrumental que cuenta con hipnóticos sonidos de teclados y exquisitos punteos de guitarras, a través de los doce temas que conforman el álbum Christian Basso esta acompañado por un refinado seleccionado de músicos/ amigos de la talla de Gustavo Cerati, Richard Coleman, Daniel Melingo y Fernando Samalea, “Flowers” con letra de Haien Qiu es una hermosa balada a piano , voz y cuarteto de cuerdas arreglado por Alejandro Teran, no falta la voz de Eva Faludi en “El Quilombo” y “Viento” como ocurriera en sus anteriores trabajos.

Arpas, acordeones y clarinetes se entremezclan con samplers y sintetizadores de diversas texturas y colores, entre Ennio Morricone, Goran Bregovich y Ry Cooder se traducen temas como “Valse del Cielo”, “Argentine!” y “Vino Triste”.

No sabemos a ciencia cierta si la música cura, pero con seguridad que la creatividad de músicos como Christian Basso nos hacen la vida más placentera y excitante.
Lean Ruano.-

lunes, 10 de octubre de 2011

FRONTMAN DE LA NOCHE PORTEÑA, entrevista a Sergio Pángaro.


Un artista con mayúscula, en su personalidad se funde lo sutil con la elegencia y el humor. Sergio Pángaro –de él estamos hablando- es tambien un cultor del lounge y militante acérrimo del buen gusto. Ya sea entonando sensuales boleros o vibrantes ritmos de mambo, rock, jazz o twist; su arte, su visión sobre la musica y el cine se cuela en tanto en su actividad al frente del grupo Baccarat, como junto a Las Mil Copas, o en su labor como compositor de bandas sonoras. Sin dudas, Pángaro es un tipo que le saca brillo a todo lo que hace. Y en este reportaje hablamos de todo eso, desde su pasión por el cine (que lo llevó hasta a convertirse en protagonista de El Artista) y su interés por los ritmos y la estética del ayer. Una charla para consumirse junto a una copa con un aperitivo seco y un fondo musical acorde. Mientras tanto, Pángaro continuará presentándose durante todos los sabados de octubre, junto a Las Mil Copas en una cena show en el Videobar Especial, Córdoba 4391, C.A.B.A.

Por Emiliano Acevedo y Lean Ruano.-



SET LIST PRIMIGENIO

¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Aprendí a tocar la mandolina y la guitarra en una orquesta infantil. Las canciones eran folklóricas rusas y la afinación de la guitarra era otra. Es decir que las posiciones (en el diapasón) eran otras. Más tarde en la adolescencia armamos la típica banda del colegio y llegamos a tocar en lugares donde el público nos pedía canciones de Pappo.

¿Cuáles son los artistas que más te han influenciado?
Pappo, Duchamp, Spinoza, Arlt, Picabia, Lao Tse, Maria Elena Walsh, Sergio Bruni, Oscar Wilde, Ferdinand Celine, Raymond Carver, John Cheever, Tomita. Y mil más, no menos importantes.

¿Cuáles fueron tus primeros proyectos y como se origina Baccarat?
A fines de los ´80 comencé a grabar en una (grabadora) Fostex X15 de 4 canales, una especie de pop industrial, dentro de tanques de combustible en una planta de YPF. A esos ruidos rítmicos le agregaba instrumentos en mi casa. Con eso armé una playback para un unipersonal inspirado en Pina Bausch y Schlemmer. Las canciones seguían siendo parecidas al pop, pero la puesta y el argumento era bastante incongruente. En mi juventud temía resultar obvio.

¿Qué influenció la estética del grupo? ¿De dónde crees que surge tu fascinación por la música, la moda y el estilo de las décadas del ´40 y ´50?
Fundamentalmente del cine, de esa tensión moral de Il Sorpasso (Dino Risi, 1962), La Ventana Indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) , no tanto desde la banda de sonido sino lo que evocaba esa primera juventud que todavía no se adaptaba al poder que tendría en breve.

Hablando de bandas sonoras, ¿de dónde te inspiras para componerlas, como en el caso del Hombre de al lado?
Hay compositores de cine como (Henry) Mancini, (Ennio) Morricone o (Lalo) Schifrin que influyeron en Baccarat, así como en mucho de la música popular. En el caso del Hombre de Al Lado, la banda sonora fue una colección de piezas desarrolladas según la necesidad de la escena. La canción que escucha la nena en el walkman está más restringida en el tratamiento que, por ejemplo, el piano que suena cuando llora Leonardo (Rafael Spregelburd) en el auto.

¿Qué libros y películas son tus preferidos?
A pesar de que siempre uno encuentra una nueva obra conmovedora, las que recuerdo como pilares generalmente son las misma películas y libros. La Noche del Cazador (Charles Laughton, 1955), Los Paraguas de Chergurgo ( Jacques Demy, 1964), Metrópolis (Fritz Lang, 1927), El Ángel Azul (Josef Von Sternberg, 1930), La Gran Comilona (Marco Ferreri, 1973), todas las películas de Fellini, Sin Aliento (Godard, 1960), y entre los libros: El Banquete (Platón) y los cuentos de Cheever y Carver o el Tao Te King.

CANZONETTA GRIS DE AUSENCIA…

Vos grabaste algunas canzonettas napolitanas en italiano. ¿Qué opinión te merece el proyecto de Mike Patton Mondo Cane?
Mondo Cane -por lo que pude apreciar en Internet- es una súper producción al estilo de lo que fue Portishead en su momento para la música de películas. Patton es un cantante carismático y versátil y (con este proyecto) convierte a la música italiana de los ´60 -pero, no tanto la canzonetta- en un punto de interés para la industria musical moderna.

A esta altura, ¿te molesta cargar con el mote de “dandy“?
No me molesta, entiendo que es un recurso cómodo del periodismo.

¿Cómo fue la experiencia de editar el libro Señores Chinos (Editorial Vestales, 2007)?
Fue un momento emocionante ver el libro recién salido de imprenta. Si bien eran textos que ya habían ido siendo publicados en la revista Tokonoma, verlos reunidos con sus ilustraciones internas y el olor del papel fue único. La reciente segunda edición por Vestales, más cuidada y elegante también fue memorable.


¿Cómo ves la escena musical porteña? ¿Qué te gusta?

Veo proyectos de calidad en diversos escenarios. Desde galpones de rock garage a clubes de jazz. Los 2000 podrían haber debilitado la producción nacional pero no veo que fuera así. Las bandas y orquestas se las arreglaron para comunicarse con el público más allá de las legislaciones urbanísticas y del poco apoyo de la prensa.

Y dentro de estas nuevas propuestas, ¿qué estas escuchando últimamente?
Hay varios músicos jóvenes muy inspirados como (Lisandro) Aristimuño, Coiffeur, (Pablo) Dacal, etc.; pero lo que voy a ver es garaje, en todas sus variantes: Los Acetones, Las Kellies, Los Kahunas, Tandoories, Peyotes...

¿Seguís viviendo en Constitución? ¿Qué es lo que más te atrae del barrio y por qué lo elegiste?
Sí, estoy cerca de la terminal de trenes y ómnibus adonde llegaba cuando venía de La Plata en los 90's. Eso quizás , me haga recordar esos tiempos. También tiene una población muy exótica compuesta de africanos, centro americanos, travestís… Eso sumado también a que tiene servicio de comida, alcohol y cigarrillos las 24 hs., algo que actualmente es difícil de conseguir en cualquier metrópoli.

TRILOGIA ESENCIAL, DE AHORA EN MAS

¿Cómo se dio tu participación como actor en las películas de Duprat y Cohn?
Ya conocía el guión por que Gastón (Duprat) por lo general me tiene al tanto de los proyectos que más le interesan. En ese momento tenían entre manos El Artista y El Hombre de Al Lado, ambos guiones escritos por su hermano Andrés, pero no sabían cual iban a filmar primero. A pedido de Gastón y Mariano (Cohn) estaba reuniendo ideas para el soundtrack, entonces me llaman para preguntarme si podía hacer el papel del enfermero (en El Artista). Me sorprendió, porque como decía estaba pensando en otro tipo de participación. El hecho de tener una modesta experiencia dramática, y que el resto del elenco también estuviera a cargo de artistas de otras disciplinas, me ayudó a decidirme.

Hablando de esto, ¿cual es tu balance de El Artista, el film que finalmente protagonizaste?
En su momento cuando salió de la prueba de color, tuve la sensación de que iba a ser una película muy severa, y sólo para "entendidos". Pero cuando la presentamos por primera vez fue en Italia y nos sorprendió la reacción del público que festejaba ciertas escenas como lo haría con una comedia. En ese momento me sorprendí de lo poco que conocía de la industria. Por otro lado la crítica europea encontró puntos de interés tanto en la trama como en la puesta, que pasaron desapercibidos para los periodistas locales. Mi opinión
es que es una película con la suficiente austeridad para tratar el tema del arte y, al mismo tiempo, tiene la liviandad para explicar al público no especializado el tema del conceptualismo, la apropiación, en fin, filosofía.

¿Y cómo fue la experiencia de protagonizar la película junto a el escritor Alberto Laiseca? ¿Conocías su obra antes de empezar a filmar?
Conocía a Alberto por haberlo oído mencionar a mis amigos. Curiosamente él escribió un libro de tono oriental que varias personas relacionaban con Señores Chinos. Es una persona intensa con humor. Después de terminado el rodaje le pedí a Gastón y Mariano que me presten algo de él para leer.

¿Cuáles son tus proyectos actuales?
En estos momentos, estamos preparando las ideas para la música y la actuación en una película a rodarse en 2012. También habrá un disco de Baccarat para fin de año con remezclas de los álbumes anteriores y uno con composiciones nuevas para principio de año que viene. Por otro lado nos estamos presentando en octubre con Las Mil Copas y su repertorio de canzonetas.
Secuencia Inicial.-

MAGGIE BJORKLUND - COMING HOME


Encontrar algún músico que se destaque en la interpretación de la pedal steel guitar es sumamente difícil, su sonido esta profundamente asociado al country y pocos de han atrevido a utilizarla para expandir las fronteras de dicho genero, Maggie Bjorklund nació en Dinamarca y se crío en la zona rural del país nórdico, de pequeña aprendió a tocar diversos instrumentos como el violín, el piano y la guitarra para luego participar de varios grupos como The Darleens y Miss B. Haven ambos en su país de origen , luego se traslado a Nashville (EE.UU) donde tomo clases junto a la leyenda de la pedal steel guitar Jeff Newman y confesó en diversas oportunidades que fue un camino muy duro hasta poder dominar el instrumento.

Afincada en la ciudad se Seattle Maggie empieza a trabajar como sesionista para diferentes músicos como Mark Pickerel And His Praying Hands, Rusty Willoughby y Exene Cervenka.

Coming Home es su primer trabajo como solista y llega acompañado de la mano de varios miembros de Calexico: Joey Burns, John Covertino y Jacob Valenzuela, el gran merito de este puntapié inicial en su carrera solista radica en que no es un disco netamente country sino que va delineando un recorrido por varias músicas de raíces norteamericanos pero siempre bajo la óptica europea.

“Wasteland” es el instrumental de apertura, para enseguida cederle paso a “Intertwined” donde se destaca la oscura voz del enorme Mark Lanegan, “Summer Romance” a dúo con Rachel Flotard (Visqueen) es una exquisita balada pop y uno de los puntos mas altos del disco, otro invitado de lujo es el cantante de The Posies Jon Auer quien presta su dulce garganta para darle vida a la melodía de “Vildspor”.
Coming Home es un trabajo de pop desértico, de melodías ensoñadas para acompañar soleados atardeceres. Además de los diferentes timbres y texturas que Maggie logra extraer de la pelad steel guitar y de los diferentes invitados que la acompañan en su primera odisea como solista también hay lugar para arreglos de chelos, theremin y diferentes tipos de guitarras acústicas, los instrumentales “Falling” e “Insekt” a las claras podrían formar parte de cualquier banda de sonido de film polvoriento y paisaje desolado.
Maggie Bjorklund nos invita a dejarnos llevar por las nuevas sonoridades que extrae de este particular instrumento y nos demuestra con creatividad y talento toda su sensibilidad nórdica.
Lean Ruano.-

lunes, 3 de octubre de 2011

PREPARADO PARA DEJAR VENIR LO QUE SE VIENE, entrevista a Anel Paz

Anel Paz es uno de los mejores guitarristas argentinos. Dueño de una versatilidad única, demuestra toda su pasión por la música en todas los trabajos que realiza, ya sea al frente de su productora Supercharango -como productor, técnico de grabación-, así como en su labor como cantautor y docente. Fanático del surf y la lectura, entre idas y vueltas; ha formado parte de innumerables proyectos musicales, hasta llegar a liderar El General Paz y La Triple Frontera, su grupo actual. Esta experiencia musical, que lo fascina, sintetizó su larga búsqueda musical en un combo que mixtura en sus composiciones rítmicas diversas de la música popular que van del rock al funk, pasando por el reggae, el candombe, la samba y el folklore. Para hablar de todo eso, nos recibio en su estudio del barrio de Caballito, con la humildad y generosidad de los grandes.



Por Emiliano Acevedo.-

MUSICA, BELLA FLOR

¿Cuáles son tus primeros recuerdos asociados a la música y a querer ser guitarrista?
Yo venía escuchando música desde muy chico porque mis viejos son melómanos, escuchaba jazz, Elvis Presley, Sinatra, etc; y las primeras cosas que me impactaron de los guitarristas fue lo vinculado a la actuación, verlos parados sobre el escenario. Me volvian loco Blackmore, Santana, Ted Nugent, Jimmy Page, Hendrix, Peter Green... Un tío mío me acercaba la música de estos monstruos y yo, viendo sus fotos, escuchándolos, me imaginaba que era Blackmore tocando en Made in Japan, viste. Yo pensaba, viendo a estos guitar heroes: “esto es lo mío”. Me acuerdo que agarraba una escoba, porque no tenía guitarra, y hacia como que tocaba. Luego, en una navidad, después de tanto pedirla, mis viejos me regalaron una guitarra eléctrica nacional marca Kuc, anaranjada fluorescente.

¿Cuántos años tenías cuando pasó eso?
Debía tener 15. En ese entonces, yo venia sacando los temas, con el tocadiscos, poniéndolo a 16 (RPM). Me acuerdo que me iba al Centro en subte a comprar la Guitar Player, que llegaba con un retrazo de 6 meses y costaba cualquier guita… Esos eran momentos únicos que me hicieron agarrar una cosa muy mágica con la música, quizás, creo que si hubiese tenido toda la info a mano –como pasa ahora-, no hubiese sido lo mismo. Así, estuve un tiempo con la guitarra, tocando solo, y después empecé a armar mis primeras bandas, de barrio, de garaje: Los Espasmódicos (que era una banda de rockabilly), Dr. Rock… Hoy en día me sorprendo cuando veo en Internet a chicos de 8 o 10 años que tocan la guitarra re bien, porque yo a los 15 años tocaba “Humo Sobre el Agua” con un dedo, en una sola cuerda, y con la púa toda para abajo… Después me empezó a atrapar lo vinculado a la guitarra española, con Paco De Lucía. Mi viejo me llevaba a ver conciertos de Paco y yo no podía entender que pasaba, claro, yo no conocía la improvisación, pensaba que todo lo que estaba tocando estaba escrito en algún lado, que se lo había aprendido. Ahí fue que cuando mi hermana recibió una guitarra española de regalo, yo empecé con estos dos mundos a la vez: a tocar tanto guitarra eléctrica como española.

¿Después de esta época te metés a estudiar?
Sí, me metí en el (Conservatorio) Manuel de Falla y ahí me empezaron a volar la cabeza los músicos clásicos: Chopin, Bach, Beethoven, Mozart, Debussy; los genios de la guitarra, Tárrega, Albeniz… En esa misma época también empiezo a estudiar todo lo que tenía que ver con la parte jazzera de la guitarra y me empiezo a copar mucho con Coltrane, Charlie Parker, los artistas de fusion, Miles Davis, Allan Holdsworth, Mike Stern, Scott Henderson… Algunos de ellos, después los tuve de maestros: John Scolfield, Al Di Meola, McLaughlin, éste con toda esa onda que traía de la música hindú con Shakti… Fui agarrando toda esa mixtura y después, cuando me convertí en uno de los alumnos más destacados del Conservatorio, tuve la posibilidad de tocar con el maestro Eduardo Falú, junto a otros cuatro alumnos. Me acuerdo mucho de que cuando mis viejos -que hasta ese momento habían pensado que yo estaba loco con todo esto de la música-, estaban en primera fila, y viéndome tocar junto a Falú, se les caía la baba… Entonces ahí mi viejo me dice, que él venía juntando plata y me daba la posibilidad de hacer lo que yo quisiera. Imaginate lo que es eso, yo vengo de una familia de trabajadores, nunca nos sobró nada… (piensa, se emociona) Ahí yo le pedí que por favor me diera la posibilidad de ir a EEUU, a estudiar. Y así me fui al Musicians Institute, en donde me recibí con honores.

Se ve que te metiste a estudiar con todo…
¡A full! Por el amor que yo tengo por la música y porque sabia del esfuerzo que estaba haciendo mi familia para que yo estuviera ahí. Estudié en el G.I.T. (Guitar Institute of Technology, Musicians Institute), en Los Ángeles. Allí tuve la posibilidad de estar al lado de monstruos como Scott Henderson, Joe Diorio, Frank Gambale, Paul Gilbert, Joe Pass… Cuando estás estudiando al lado de estos monstruos, los tenés a un metro de distancia, agarrás la esencia de la música a otro nivel, viste. Te das cuenta que pasa algo mágico. Me acuerdo que iba tempranito en la mañana a la Musicians y estaba Scott Henderson con la guitarra tocando –en esa época, él se había ido de la Elektric Band de Chick Corea y estaba tocando en el Zawinul Syndicate-, y decía: “Eh, ¡toco para el orto...! ¡Toco siempre la misma mierda!” (risas) Y yo pensaba: “ Pero sos un boludo, Scott! Si vos tocás para el orto, yo que tengo que hacer, matarme…” Viendo esto que decía este tipo tan capo, que tocaba con Zawinul, con Chick Corea, acerca de que “estaba tocando para el orto”, me di cuenta de que nunca tenés que parar de aprender, de formarte. Todas esas experiencias me marcaron mucho.

¿Qué hiciste luego de recibirte en EEUU?
Como me recibí con honores en 1988 -fui uno de los mejores promedios del año (el cuarto o quinto mejor promedio entre 2000 alumnos)-, muchos de mis maestros me decían: “Quedate acá, Anel, que te va a ir bárbaro. Tenés la actitud correcta, el promedio correcto…” Pero justo ahí conozco a mi amigo Diego Temprano, que hoy es el dueño del ITMC (Instituto Tecnológico de música Contemporánea). Con Diego nos juntábamos a la noche en mi casa a comer fideos y delirábamos como chicos, decíamos: “Vamos a ir a Argentina a armar una escuela igual que la Musicians, nos quedamos 3 meses y volvemos…” ¡No teníamos ni idea de nada! (risas) No teníamos tampoco idea alguna de lo que era hacer un negocio. Pero, bueno, proyectamos nuestra idea de escuela, en el papel, allá, y luego nos vinimos. Entonces, llegamos y empezamos a buscar a los mejores músicos de acá. Y sobre la idea de Diego se armó una escuela, el ITMC, con un grupo de gente increíble, en ese entonces estaban como profesores: Luis Salinas que daba latin, Botafogo daba blues, Francisco Rivero –un grande, que ya se nos fue- daba fusion, Armando Alonso daba jazz, tenías al Pollo Raffo que daba armonía, Sebastian Peyceré en batería, el Negro (Marcelo) Torres en bajo, Guille Vadalá… Un delirio. Yo era el director de estudios y daba la cátedra de rock. Así que el tema se alargó, y no nos volvimos a los 3 meses a Los Angeles…

Ocurrió un cambio radical en el plan original…
Tal cual. Así que me fui quedando en Argentina, y como en esa época (1989) no había acá muchos guitarristas de rock con una formación sólida–yo no soy un guitarrista típico de rock, pero me catalogaron como tal-, me empezó a contratar todo el mundo para laburar, y a mí me agarró el argentinazo, viste, y dije “me quedo acá”; pero siempre me quedé momentáneamente. Y así fueron pasando los años. Así que me quedé laburando muchísimo de sesionista, dando clases en ITMC, dando clases particulares. Un par de años después, me vinieron a buscar Los Violadores para ir a tocar con ellos. En ese entonces yo ya estaba instaladísimo en el país, me había armado una productora de música para publicidades, que me sirvió muchísimo para aprender a producir y poder sostenerme económicamente. En resumen, hacer música para publicidades te sirve porque te da un training bárbaro (laburando con músicos increíbles, componiendo, grabando, editando…) y te hace ganar plata. Hice también bandas sonoras para largometrajes. Yo siempre tuve muy en claro que una cosa es el mundo de la música y otra cosa bastante distinta es el mundo de los negocios de la música. A veces se dan momentos geniales en la historia cuando se juntan las dos cosas y aparecen artistas que llenan estadios y además te rompen la cabeza, como Queen, Toto, Led Zeppelin, Prince, Hendrix… Pero, habitualmente, ambos mundos no corren juntos. Pero yo siempre preferí no poner mi música en juego, si me decían “(lo que hacés) está buenísimo, pero tenés que cambiar tal cosa…” Yo les decía: “No, la verdad, yo prefiero laburar, y ganar plata por otro lado, contratado para hacer determinadas cosas –como lo de las publicidades- pero después, en lo mío, hago sólo lo que tengo ganas”.

¿Cómo fue para vos la experiencia de tocar en Los Violadores, pensando que, de movida, parecía que una banda punk no tenía nada que ver con lo que vos venías haciendo?
Yo les dije “miren chicos, qué yo no soy guitarrista de punk”. Pero ellos aceptaron eso sin problemas, y la experiencia terminó siendo genial. Yo viví esos años del grupo, con mucha pasión, en un escenario muy caliente como era el de Violadores, con miles de personas en el público saltando y gritando, a los que escuchábamos hasta desde los camarines antes de entrar al escenario… Por eso creo que estando en el grupo aprendí muchísimo, aprendí esa parte de la música que tiene que ver con la pasión en estado puro. Después de un par de años me fui –luego de haber grabado con ellos el disco Otra Patada en los Huevos-, y seguí produciendo, grabando en el estudio, hasta que decidí armar mi banda a la que llamé Los Políticos. Esto surge porque antes había hecho una versión del Himno a San Martín, que le copó mucho a Mario Pergolini y la empezó a pasar mucho en su programa de radio (Cual Es?) en la Rock & Pop. Mario siempre me decía que me pusiera las pilas y formara una banda. Con Los Políticos hicimos muchas cosas, incluso viajamos a EEUU, allí Stanley Clarke se copó mucho con la propuesta de Romina Vitale y nos estuvo apadrinando, pero justo en ese momento me agarró el corralito… Y se cortó todo.

¿Y qué haces a partir de ahí?
Al mismo tiempo que pasa esto me dan el endorsement de Guitarras Ibanez. Ser endorsement es que la marca de guitarra Ibanez te elige para que vos toques con sus guitarras y te pone en sus catálogos, digamos que sos un representante musical. Para mí fue algo muy loco porque esta marca de guitarras es todo un símbolo y los endorsers de guitarras Ibanez eran mis ídolos, están George Benson, Scolfield, Pat Metheny, Steve Vai, Joe Satriani, Paul Gilbert… Y me estoy olvidando un montón de nombres más. El contacto con Ibanez surge porque mis antiguos maestros en la Musicians, Henderson, Gambale, Diorio, les habían mandado cartas a Ibanez recomendándome como endorser. No había habido un endorser latinoamericano jamás en la marca, imaginate… Y así me dan, desde Japón, el endorsement y me ponen al lado de todos estos ídolos que te nombré antes. Entonces ves en los catálogos de Ibanez que, al lado de nombres como George Benson o Marty Friedman, está mi nombre… Cuando vi eso me agarraron ganas de decir: “ Saquéenme de acá, borren esto, ¡no soy digno!” (risas) Es genial, no tengo palabras definirlo. Fui a dar seminarios a varios lugares, toqué con Marty Friedman… Eso fue genial, me acuerdo que estaba probando sonido, tocando, y entra Marty y me dice “ay, que lindo que está eso, ¿querés que toquemos juntos?” Son cosas que le dan la razón a esa famosa frase de que las cosas más importantes de la vida no las compra el dinero…

GENERAL PAZ, NUNCA MAS UNA FRONTERA

¿Cómo surge tu grupo actual?
Luego de mi experiencia en Los Políticos, tuve un parate de varios años con las bandas, me dediqué a surfear, hasta que un día me llamó el Pelado Turchetti (mi stage manager en Violadores) y me dijo: “Escuchame. Tenés que armar una banda y salir a tocar, porque sos músico, y hay un montón de gente a que le gusta lo que vos hacés…” Su simpleza me mató… Me di cuenta de que tenía razón, y así empecé a armar un nuevo proyecto que terminó siendo General Paz y La Triple Frontera. El primer show que hicimos fue en una fiesta privada de mi propia productora, en diciembre de 2007. Y yo sé que este proyecto nació con una estrella especial, porque fue muy loco lo que pasó. A los dos meses nos llamaron para que tocáramos en un parador en la costa, y a los seis meses, por un productor amigo, le llegó el disco –que todavía no había sido editado- a Gilberto Gil, y él se re copó con nosotros y nos invitó a tocar en su show en el Gran Rex.

¿Y cómo hiciste para elegir los integrantes de la banda?
Yo le puse El General Paz a la banda porque ese era el chiste, como decir: “Ahora voy a hacer un grupo -ya que soy un multifacético-, y quiero hacer todo. Quiero componer, hacer las letras, cantar, tocar la guitarra, producir, mezclar, masterizar…” (risas) Ya había estado armando un montón de temas en Brasil, cada vez que me iba a surfear; así que me puse a buscar músicos y probarlos. Probé un montón de músicos geniales, pero de movida yo sabía bien lo que quería, siguiendo ese criterio –de intuitivo que soy- elegí a los integrantes y así se fue dando naturalmente esta cosa multi nacional. Están el baterista César La Rosa, el percusionista Jorge Platero, que es uruguayo y trae toda esa tradición del candombe; el bajista Kiki Ferreyra es de Bahía y tiene toda esa cosa musical afro bahiana que te mata; la tecladista Mayra Dómine viene del jazz... El primero que se acercó fue Diego La Rosa, el otro guitarrista, que es ex alumno y amigo mío; con él nos encontramos y nos pasamos varios días en casa tocando, de entrada, re fascinados con el proyecto. Yo con este grupo busco la música desde el lugar más “inocente”, si se quiere, o más radical; tratando de recrear la misma emoción con la que escuchaba la música cuando era chico. Desde ese lugar mágico…

¿Y cómo es el proceso de composición de las canciones?
Yo tengo un tema, lo vuelco en el ensayo, y es como que voy filtrando. Luego viene algún integrante del grupo –como por ejemplo Kiki o Platero- y me dice “ese ritmo se parece a tal ritmo brasileño o africano” “Ah sí, ¿y cómo es?”, (yo, como no tengo esa información) les pregunto. Me lo muestran, lo incorporamos a lo que tenía yo, y así se va armando la cosa. Yo grabo todos los ensayos, después los escucho, veo lo que se está incorporando, y si me gusta o no. Es como que trabajo de productor de estos mismos arreglos. Yo disfruto mucho esta labor de ida y vuelta que tenemos entre todos en el grupo, es muy enriquecedor. Además, el equipo de gente que se armó alrededor del grupo es increíble, a todo nivel: la parte artística, la parte de producción, las chicas de prensa, la parte de vestuario… Además es increíble la devolución, el cariño de la gente. Nos escriben de todos lados, gente de Japón, Brasil, Uruguay… El amor del público es increíble, por ejemplo lo que nos pasó en la gira por la Patagonia, la gente no nos dejaba ir más del escenario en cada show... Todo eso nos está llevando a un nivel de alegría y compromiso artístico para con la gente, en este proyecto que recién empieza. Ya editamos un disco y ahora estamos ensayando el segundo que vamos a empezar a grabar en un mes y medio, más o menos.

¿En qué te inspirás para escribir las letras de los temas?
Bueno, creo que se debe a que, en paralelo a mi pasión con la música, también soy adicto a la lectura, de todo lo que te puedas imaginar. Mi libro de cabecera es el Tao Te King y me encantan tambien los libros de ciencia e historia, los de narrativa y filosofia; autores como Joseph Campbell, Bukowski, Cocteau, Jorge Luis Borges, Krishnamurti, Nietzsche, Edgar Allan Poe, Alan Watts, Arthur Rimbaud, Oscar Wilde, Julio Verne, Joyce, Cortázar, Sabato, Hermann Hesse, Voltaire, H.P. Lovecraft, Castaneda, J. R. R. Tolkien, Jean-Paul Sartre, Orwell, Carl Gustav Jung, Ray Bradbury, Marguerite Yourcenar, Erich Fromm, Carl Sagan... Por eso siempre escribí, desde chico, y tengo decenas de cuadernos llenos de textos míos. Hasta ahora nunca lo mostré, pero ahora –y esto es una primicia-, en un par de meses, saco mi primer libro, que va a ser de poesía. En nuestro primer disco, el abanico de temáticas está muy abierto, por eso está “El Lagarto” que tiene más que ver con el humor alocado de Frank Zappa –por decir algo-, y también “Señores Políticos” que es una canción de protesta. Con respecto al proceso de composición de las letras, luego de escribirlas, las chequeo con Cristina Lobaiza, una poetisa muy buena que escribió varios libros. Yo termino de pulir mis letras con las sugerencias que me da ella. En este segundo disco, mi idea es acotarme más a lo que siento que es el núcleo, la esencia del General Paz. Me di cuenta de que le quiero cantar al amor, a las energías del universo, al Tao y la búsqueda de un ser humano mejor. Quiero concentrarme en esta energía, que el mensaje tenga que ver con la ecología, con el futuro de nosotros, de nuestro planeta, nuestros hijos, nietos; que de cuenta del arte entendido como expresión personal y del cambio que tenemos que hacer sí o sí, para salvaguardar el futuro de nuestra especie, porque si no nos vamos al bombo…

¿Y de donde viene la locura de “Black Pato?”
Es re loco lo que pasa con ese tema porque cada público que nos encontramos se acerca a preguntarnos que quiere decir y muchos hasta le ponen cualquier significado a la letra. Yo, en realidad, esa letra la hice en Brasil. Me bajé de surfear una tarde y yo ya tenía hecho el tema, ya que con Diego Temprano siempre jugábamos inventando –hace mucho, cuando recién habíamos llegado de EEUU- un lenguaje que mezclaba títulos de canciones, palabras en español con el inglés, en fin, pavadas… Ejemplo, en vez de “Electric Lady” haciamos “Electric Mamboretá”, etc.; y siempre jodiamos con eso de Black Pato. A mí se me había ocurrido que era un personaje que vivía en un planeta ecológico, un delirio absoluto… Y ahora aparece gente que me dice “eh loco, “Black Pato”está hablando del faso…” (risas) Uno, incluso se lo dedicó a su novia que se llamaba Patricia… Las interpretaciones de la gente son geniales. Lo que creo es que éste, como muchos otros temas, están especialmente dedicados a la alegría, vista como la sustancia que transforma las cosas.

ESPERANDO QUE LA OLA LLEGUE

¿A que se debe tu afición por el surf?
Porque a mí me encanta Brasil. Desde chiquito, vengo haciendo viajes todo el tiempo hacia allá. Antes, cuando estaba estudiando en Los Angeles, veía a tipos surfeando todo el tiempo, y pensaba: “Mirá a estos delirantes, allá metidos entre las olas…” Obvio, en Brasil también los veía y, no sé porque, un día –hace 12, 13 años- me dije “voy a aprender a surfear”. Ahí conocí a un gurú genial del surf llamado Capitão David, un tipo iluminado que tiene alumnos de todo el mundo. De movida, fue muy loco todo lo que me pasó, desde la primera ola que agarré. Se aprenden muchas cosas con el surf. Principalmente a disfrutar la ola, y a que nunca sabés como ésta viene. A veces el mar está plano, sin olas, otras veces hay un maremoto y las olas te llevan para cualquier lado… Es exponerse e ir fluyendo en sintonía con las corrientes del universo, del Tao. Algunas olas son un monstruo, tienen una energía terrible que hasta puede destruir una ciudad; pero esa energía no es ni buena ni mala, depende de cómo vos la aproveches. El ponerse en sincronía con la ola, es similar a la improvisación en la música, algo mágico. Es muy loco el tema de la improvisación. Cuando uno toca un instrumento, por ejemplo, una cosa es tocar un tema de Bach, que uno lo estudia, lo toca. (Toca en la guitarra un fragmento del autor) Y de pronto decís “bueno, ahora vamos a improvisar” Y ¡no hay nada escrito!, uno está haciendo algo en el momento...

Es un salto al vacío
Sí, un salto al vacío. Por eso con el surf empezó a vivir el tema de la improvisación, que yo ya lo vivía, pero ahora más desde lo físico. Es decir, bueno, viene esta ola, “subite y empezá a tocar sobre la armonía”. Y, hoy vine con este ritmo, mañana viene con otro. Pasado viene chato. Es sentir la improvisación en un momento real, es una experiencia zen, tenés que estar cien por cien. Y cuando estás haciendo música también. Yo creo que se viene un gran renacimiento de la música, y estoy, estamos, en ese camino. Hubo épocas geniales de la música. No solamente en el siglo pasado, esa época de oro de la música.

Sí, era lo que hablábamos antes, acerca de esa explosión de estilos de fines de los ´60 y principios de los ´70, con esos artistas que te volaron la cabeza cuando eras pibe…
Con artistas increíbles. Yo creo que las olas no se pueden parar. Hay algo latente en la cantidad de artistas, músicos, banditas porque la música es el lenguaje universal.

Y con respecto al cambio de paradigma actual donde la industria discográfica que prácticamente no existe…
Sí, no existe.

E Internet reformateó todo el concepto de difusión de la música, por ejemplo. ¿Qué opinás de eso? O, mejor, ¿cómo lo vinculás con tu idea del renacimiento futuro de la música?
Va a suceder pero en otra octava. No en la de antes. Es decir, el formato es nuevo. La música hasta hace 100 años, por decir así a lo bestia, no se grababa.

Es más, el fonógrafo no se pensó para grabar música...
Sí, sí. O sea, toda la historia de la música fue hasta hace 100 años no grabada. Antes la única forma de oír música era aprender y tocar. Lo único que había era el vivo y la partitura. Además no había electricidad. Esto es algo que yo trato de que comprendan mis alumnos. ¡No había electricidad! Lo que significa que no había amplificación. O sea que si querías que te escuchasen 5000 personas tenías que, o cantar muy fuerte, tener una orquesta de 100 monos tocando con los músicos en vivo, o sentarte y tocar sólo para la persona que tenías delante. Los fonogramas fueron geniales porque vos podías escucharlos en cualquier momento, escuchar mismo en tu casa la música que antes sólo podías experimentar en un lugar con los músicos en vivo. Pero el fonograma era algo más. Uno podía tener un fonograma de un cantante de jazz, por ejemplo, o tal vez pasaban ese single en la radio, pero igual se lo iba a ver al artista porque la movida de éste era tocar. Sin embargo, en un momento empezó a pasar que la movida del artista fue vender discos, y tocar de vez en cuando. Entonces se veían artistas que vendían millones de discos y hacían un par de shows en el año. Ahora me parece que volvimos a ese inicio pero en una octava superior. Hoy día lo único que se puede hacer es tocar. Se puede hacer un disco -que puede sacar una discográfica o ser difundido de forma independiente subiéndolo a Internet- y eso es algo que va a servir para que la gente conozca rápidamente qué hace uno como músico, pero la única posibilidad de vida de un artista sigue siendo tocar, como pasó siempre. Con lo cual pasa algo interesante: Si tenés que tocar hay básicamente tres posibilidades; una ponés un playback y zafás, otra tocás bien, o tocás mal. A lo que voy es a lo siguiente, hay artes en los que uno elabora una expresión, se la exhibe y ya está. Por ejemplo, en la pintura el artista hace un cuadro y ya está, quedó ahí. Lo mismo pasa con una película o un libro, que quedan plasmados. En cambio, la música es intangible. Nosotros, los músicos, somos performers, actuadores. De manera que la música fue, es y será un performer art, aunque en un momento dejara de serlo para pasar a ser “compro el disco y no los veo nunca” Hoy en día, por una cuestión de fuerza mayor, porque el artista debe vivir, si quiere empezar a ganar dinero con lo que hace, tiene que salir a tocar. Por eso digo que se viene, a la fuerza, un renacer. Porque si el músico tiene que salir a tocar puede hacerlo mal y la gente se va a dar cuenta. Antes no había músicos malos. Vos salías a tocar en 1930, 1940, mal y no salías. Por ejemplo Count Basie o Ella Fitzgerald. Es decir, si vos querías tocar clásico, jazz o lo que fuera y no tocabas bien te volaban como me volarían a mí de la selección argentina de fútbol hoy día. Después están los otros que salen con las máquinas. Así que... chicos, ¡pónganse a estudiar! (risas)

Pero ¿habrá espacio para que se genere eso?
Yo creo que los espacios se generan en la medida en que haya una demanda. Ahora está este tema de la Ley de la Música, que parece que sale, con la cual va a haber muchos cambios interesantes. Por ejemplo, cada artista extranjero que venga tiene que tocar con un artista nacional. Supuestamente va a haber subsidios para que las bandas hagan sus discos, y va a ver lugares específicos para que las bandas se presenten con el sonido que necesita un artista. Empieza una selección natural que en su momento nos llevó a estos grandes artistas que tuvimos. Porque los que estaban en Woodstock, Sly & The Family Stone, Crosby, Stills, Nash and Young, Alvin Lee, etc, eran los mejores del momento. Vamos, ¡Janis Joplin no era joda! En ese festival estaban Carlos Santana, Jimi Hendrix… Ahora, creo que estamos en el inicio de un proceso que quizá tarde décadas, pero esto va a pasar por una cuestión de fuerza mayor. Ya el disco no vende. Y el músico tiene que tener un plato de comida todas las noches para él, y, en caso que los tuviera, para sus hijos, y estudiar, y comprar buenos instrumentos. O sea, esto es un laburo, además. Ahora el negocio va a ser tu performance, entonces eso tiene que estar. Pero en otra octava porque hoy en día tenés un sistema de luces terrible, tenés pantallas gigantes, sistemas de sonido todos automatizados que no tenía Bach. Por eso ahora estamos en otro lugar porque es otra cosa lo que la gente va ir a buscar a un show. Yo creo que la música es el lenguaje universal. Yo me pase escuchando Pink Floyd, Led Zeppelín, Santana -que cantaban en inglés-, sin entender una palabra de lo que decían y (sin embargo) lo entendí todo. Jorge Platero me dijo una vez: “La música es el mejor invento del ser humano

¿Cuál es tu relación con las guitarras? ¿Tenés alguna preferida?
En una época me copé mucho con las Ibanez y luego pasó eso de convertirme en endorser de la marca, ahora me está pasando el disfrutar cada parte de la guitarra, de forma similar al catador que degusta un buen vino. Me gusta sentir la madera del instrumento, su “organicidad”, el trabajo (y amor) de los luthiers puesto ahí. Sentir el tono de la guitarra, escuchar en donde resuena la madera. Soy de experimentar y probar muchas guitarras. Una cosa que tengo pendiente es tener una gran colección de guitarras. Me gusta conectarme con el alma de cada instrumento, y con lo que ese instrumento te dice que hagas. Por ejemplo, esa guitarra verde con estrellas que tengo, la Iceman, es divina, tiene una madera tremenda, es una custom shop, una edición limitada. Yo agarro esa guitarra y me lleva a un lugar determinado, después agarro otra y me lleva a otro lugar totalmente diferente; lo que pasa es que cada instrumento está hecho para que vos te expreses de una manera u otra. Con las guitarras soy un obsesivo, la vez pasada, antes de elegir la Iceman, debo haber probado, fácil, 400 diferentes…

EMBRUJO GITANO

¿Cómo fue la experiencia de conocer a Roberto Sánchez, Sandro?
Con mi labor como ingeniero de grabación y productor tuve la oportunidad de trabajar con un montón de artistas que me marcaron. Lo grabé a Sabina (en el disco doble Nos Sobran los Motivos), a los Cadillacs (en Hola y Chau). Yo siempre laburo con mucho amor, no me gusta hacer las cosas de taquito, siempre hago las cosas en serio, por eso (un día) el productor de Sandro (Charlie Dattoli) vino a hacer una producción a mi estudio y me dice: “Che, que bien que laburas. Un día de estos te voy a traer a un artista muy groso…” Yo le dije “Bueno, okay, gracias”; porque siempre te dicen lo mismo. Sin embargo, Charly Dattoli (que es un tipo genial, y sabe un montón), un día, me llama de Miami y me dice: “Voy a llevar a un artista muy importante a grabar a tu estudio, pero no te pienso decir quien es. ¿Estás preparado? ” Tal cual, había que hacerlo así de incógnito porque era todo un tema grabar con Roberto, el tipo no podía ni salir a la calle, lo acosaban, además había que manejar lo que tenía que ver con la prensa, etc. Por todo eso, Charly me dijo: “El día que lo lleve, quiero que en el estudio estén vos, tu asistente y nadie más.” Yo (sin entender), le pregunté: “¿Quién es?” “Sandro”, me dice. No lo podía creer. Y llegó el día nomás, y vino Roberto… La verdad, un grande. Me acuerdo que yo estaba tenso, por tenerlo ahí cerca, pensaba en el tipo, en toda su trayectoria, en esa aura que irradiaba… Estábamos con mi asistente, el Tío Ariztegui y otro técnico, entonces entra Roberto, y lo primero que dice es: “Chicos, siéntense”, y ahí nomás nos contó un chiste verde, horrible; y nosotros nos entramos a cagar de la risa… Lo hizo para romper el hielo. Y, bueno, al final, le grabamos los últimos cinco discos de su carrera, pero tenía pensado hacer muchos más. El se ponía muy contento de grabar en este estudio, la pasaba bien acá.
¿Y cómo era grabar con él?
Cada disco llevaba, aproximadamente, dos meses de laburo; primero grabábamos la música y el último mes él grababa las voces. Roberto venia a grabar por la nochecita, tipo 6 de la tarde; a las 11 de la noche (más o menos) terminábamos y luego nos invitaba a comer a un restó. Entonces íbamos ahí, entrábamos ocultos junto al astro; y siempre invitaba él, nunca aceptaba que pagásemos nosotros. Las charlas con él eran inolvidables, aprendí un montón. Es más, en gran parte, este grupo, El General Paz, lo inicié por impulso de lo que él me enseñó y lo que él me decía. Fue una experiencia genial, todos esos años junto Sandro me marcaron muchísimo.

¿Por qué decís que él te incentivó a iniciar este grupo?
Porque nos pasábamos un montón hablando de música, de todo, desde Little Richard hasta Debussy, y nos poníamos a tocar. A él le encantaba toda la época del rockabilly, del bluegrass; y me decía: “Anel, tenés que hacer algo…”, y yo le mostraba el disco de Los Políticos, viste. Cuando lo escuchó me marcó muchas cosas buenas y muchas malas, era un crítico del mejor, terminante. Sus opiniones me incentivaron mucho y, además, me enseñó miles de cosas.

¿De esas charlas con Sandro dedujiste qué le faltaba a tu anterior grupo para llegar a esto que estás haciendo ahora?
Sí, lo que pasa es que Los Políticos fue un grupo raro, genial, pero éramos como esos materiales de la tabla periódica de elementos que duran poco tiempo, porque son súper reactivos… Éramos muy distintos todos los integrantes, yo quería ya hacer lo que hago hoy en el General Paz, es decir ponerme el grupo al hombro, hacer todo yo; pero, al final, salió esa locura que fue Los Políticos. En varios medios nos dieron mucha manija, como si fuéramos “el próximo gran grupo que se venía…” En fin, al final, esa banda duró sólo un año y medio, porque la misma efervescencia que había entre los integrantes nos jugó en contra. En realidad, yo le mostraba ese disco a Roberto porque era el último que había hecho, junto al que le produje a Romina Vitale. Lo más importante de conocer a Sandro fue que con él entendí lo que significaba el compromiso que uno tiene siendo artista, el compromiso para con uno mismo, con el arte y el publico; todo lo que se recibe del publico y todo lo que uno tiene que devolver. Yo lo vi, el tipo no podía más, estaba con el respirador, pero nunca se negaba a firmar un autógrafo, sacarse una foto o que la gente se acercara a saludarlo aunque fuera la una de la mañana.

ENERGIA NATURAL

¿Además de la grabación del nuevo disco, van salir a tocar?
Es muy posible que lo hagamos. Tenemos unas ganas bárbaras, y además nuestros fans siempre nos escriben, preguntándonos cuando vamos a hacerlo. Estamos pensando si hacer una presentación formal, o shows en las provincias. También tenemos que ver nos como organizamos para tocar en el exterior porque nos pidieron de México, Brasil, Uruguay, Alemania, España… La idea, de acá en más, es hacer muchos discos , porque yo tengo un montón de temas escritos y no paro de componer. Es más, yo ya estoy re contento con el disco que se viene porque va a estar genial. Mi idea es editar un disco que se pueda escuchar de principio a fin sin interrupciones, sin saltear ningún tema porque el material incluido sea el mejor, y que la gente lo disfrute. Solo un par de discos son así de redondos, no es fácil hacerlo…

¿Y no te gustaría hacer un disco conceptual?
Sería genial, lo pensé. Este que se viene no es conceptual pero tiene una línea que une a todos los temas, que tiene que ver con el amor, con los senderos que fluyen con el universo, con lo vinculado al Tao, con la vuelta que tenemos que hacer vinculada a la ecología, a todo nivel, en ponerse en sincro con el planeta, las energías naturales y demás. Había pensado en hacer un disco conceptual pero me dieron ganas de meter un par de temas re locos, con mucha fuerza, que no tienen nada que ver con el resto del material, y va a tener también un tema instrumental como los que hacían Santana o Jeff Beck.
Secuencia Inicial.-

RICHARD COLEMAN - SIBERIA COUNTRY CLUB

Primer trabajo como solista del líder de Los 7 Delfines, Richard Coleman cuenta con una impresionante trayectoria dentro del rock local, a principio de los años ochenta formo junto a Ulises Butron la banda Metrópoli, luego con toda la impronta dark de la época dirigió el grupo Fricción con el cual editó dos trabajos (hoy por hoy dos discos de culto) Consumación o Consumo (1986) y Para Terminar (1988). Por aquellos tiempos Richard también participo de discos claves de la época como por ejemplo, Vida Cruel (1985) de Andres Calamaro, Detectives (1985) de Fabiana Cantilo y Signos (1986) de Soda Stereo, también formo parte de Las Ligas la banda en vivo de Charly García.
A principio de la década del noventa Coleman junto a Gamexane (ex La Sobrecarga), Braulio Aguirre y Ricky Saenz Paz forma Los 7 Delfines, con quienes edita siete álbumes con diferentes cambios en su formación. El último trabajo es, Carnaval de Fantasmas (2008) el cual fue nominado a los premios Gardel. Su amistad con Gustavo Cerati lo llevo a ser convocado para la grabación y posterior gira del disco Ahí Vamos (2006) del ex líder de Soda Stereo, lo mismo ocurrió tres años después con el disco Fuerza Natural (2009).
Hacía varios años que rondaba en la cabeza de Richard editar un trabajo como solista pero todo parece indicar que ese momento nunca llegaba por diversas ocupaciones, pero gracias a la insistencia de Tweety Gonzalez productor de Siberia Country Club y del ex bajista de Fricción - Daniel Castro el proyecto logro consumarse y vio la luz hace apenas unas semanas. Este primer trabajo solista de Richard Coleman nos muestra a un músico con muchísimo oficio a la hora hilvanar melodías con letras de alto vuelo poético como hace Mucho no se ve dentro del rock nacional, a diferencia de sus trabajos con Los 7 Delfines estas canciones suenan mas urgentes y van directo al punto sin dar tantos rodeos, mucha guitarra al frente sobre una base mas que sólida y potente formada por el Gran Martell - Jorge Araujo en batería y Dani Castro en bajo, evidenciado en canciones como “Turbio Elixir”, “Es Tres” y “Memoria”.
También hay lugar para mostrar el costado más acústico y crooner de Coleman como en el primer corte “Hamacandote” o “Escarabajo” preciosa canción que aporta Ulises Butron. Párrafo aparte para el increíble solo de guitarra que plasmó Gustavo Cerati en el tema “Normal” con ciertos aires a Franz Ferdinand.
Este primer trabajo de Richard Coleman nos muestra a uno de los cantantes y compositores más personales e inspirados de su generación.
Lean Ruano.-