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lunes, 3 de octubre de 2011

PREPARADO PARA DEJAR VENIR LO QUE SE VIENE, entrevista a Anel Paz

Anel Paz es uno de los mejores guitarristas argentinos. Dueño de una versatilidad única, demuestra toda su pasión por la música en todas los trabajos que realiza, ya sea al frente de su productora Supercharango -como productor, técnico de grabación-, así como en su labor como cantautor y docente. Fanático del surf y la lectura, entre idas y vueltas; ha formado parte de innumerables proyectos musicales, hasta llegar a liderar El General Paz y La Triple Frontera, su grupo actual. Esta experiencia musical, que lo fascina, sintetizó su larga búsqueda musical en un combo que mixtura en sus composiciones rítmicas diversas de la música popular que van del rock al funk, pasando por el reggae, el candombe, la samba y el folklore. Para hablar de todo eso, nos recibio en su estudio del barrio de Caballito, con la humildad y generosidad de los grandes.



Por Emiliano Acevedo.-

MUSICA, BELLA FLOR

¿Cuáles son tus primeros recuerdos asociados a la música y a querer ser guitarrista?
Yo venía escuchando música desde muy chico porque mis viejos son melómanos, escuchaba jazz, Elvis Presley, Sinatra, etc; y las primeras cosas que me impactaron de los guitarristas fue lo vinculado a la actuación, verlos parados sobre el escenario. Me volvian loco Blackmore, Santana, Ted Nugent, Jimmy Page, Hendrix, Peter Green... Un tío mío me acercaba la música de estos monstruos y yo, viendo sus fotos, escuchándolos, me imaginaba que era Blackmore tocando en Made in Japan, viste. Yo pensaba, viendo a estos guitar heroes: “esto es lo mío”. Me acuerdo que agarraba una escoba, porque no tenía guitarra, y hacia como que tocaba. Luego, en una navidad, después de tanto pedirla, mis viejos me regalaron una guitarra eléctrica nacional marca Kuc, anaranjada fluorescente.

¿Cuántos años tenías cuando pasó eso?
Debía tener 15. En ese entonces, yo venia sacando los temas, con el tocadiscos, poniéndolo a 16 (RPM). Me acuerdo que me iba al Centro en subte a comprar la Guitar Player, que llegaba con un retrazo de 6 meses y costaba cualquier guita… Esos eran momentos únicos que me hicieron agarrar una cosa muy mágica con la música, quizás, creo que si hubiese tenido toda la info a mano –como pasa ahora-, no hubiese sido lo mismo. Así, estuve un tiempo con la guitarra, tocando solo, y después empecé a armar mis primeras bandas, de barrio, de garaje: Los Espasmódicos (que era una banda de rockabilly), Dr. Rock… Hoy en día me sorprendo cuando veo en Internet a chicos de 8 o 10 años que tocan la guitarra re bien, porque yo a los 15 años tocaba “Humo Sobre el Agua” con un dedo, en una sola cuerda, y con la púa toda para abajo… Después me empezó a atrapar lo vinculado a la guitarra española, con Paco De Lucía. Mi viejo me llevaba a ver conciertos de Paco y yo no podía entender que pasaba, claro, yo no conocía la improvisación, pensaba que todo lo que estaba tocando estaba escrito en algún lado, que se lo había aprendido. Ahí fue que cuando mi hermana recibió una guitarra española de regalo, yo empecé con estos dos mundos a la vez: a tocar tanto guitarra eléctrica como española.

¿Después de esta época te metés a estudiar?
Sí, me metí en el (Conservatorio) Manuel de Falla y ahí me empezaron a volar la cabeza los músicos clásicos: Chopin, Bach, Beethoven, Mozart, Debussy; los genios de la guitarra, Tárrega, Albeniz… En esa misma época también empiezo a estudiar todo lo que tenía que ver con la parte jazzera de la guitarra y me empiezo a copar mucho con Coltrane, Charlie Parker, los artistas de fusion, Miles Davis, Allan Holdsworth, Mike Stern, Scott Henderson… Algunos de ellos, después los tuve de maestros: John Scolfield, Al Di Meola, McLaughlin, éste con toda esa onda que traía de la música hindú con Shakti… Fui agarrando toda esa mixtura y después, cuando me convertí en uno de los alumnos más destacados del Conservatorio, tuve la posibilidad de tocar con el maestro Eduardo Falú, junto a otros cuatro alumnos. Me acuerdo mucho de que cuando mis viejos -que hasta ese momento habían pensado que yo estaba loco con todo esto de la música-, estaban en primera fila, y viéndome tocar junto a Falú, se les caía la baba… Entonces ahí mi viejo me dice, que él venía juntando plata y me daba la posibilidad de hacer lo que yo quisiera. Imaginate lo que es eso, yo vengo de una familia de trabajadores, nunca nos sobró nada… (piensa, se emociona) Ahí yo le pedí que por favor me diera la posibilidad de ir a EEUU, a estudiar. Y así me fui al Musicians Institute, en donde me recibí con honores.

Se ve que te metiste a estudiar con todo…
¡A full! Por el amor que yo tengo por la música y porque sabia del esfuerzo que estaba haciendo mi familia para que yo estuviera ahí. Estudié en el G.I.T. (Guitar Institute of Technology, Musicians Institute), en Los Ángeles. Allí tuve la posibilidad de estar al lado de monstruos como Scott Henderson, Joe Diorio, Frank Gambale, Paul Gilbert, Joe Pass… Cuando estás estudiando al lado de estos monstruos, los tenés a un metro de distancia, agarrás la esencia de la música a otro nivel, viste. Te das cuenta que pasa algo mágico. Me acuerdo que iba tempranito en la mañana a la Musicians y estaba Scott Henderson con la guitarra tocando –en esa época, él se había ido de la Elektric Band de Chick Corea y estaba tocando en el Zawinul Syndicate-, y decía: “Eh, ¡toco para el orto...! ¡Toco siempre la misma mierda!” (risas) Y yo pensaba: “ Pero sos un boludo, Scott! Si vos tocás para el orto, yo que tengo que hacer, matarme…” Viendo esto que decía este tipo tan capo, que tocaba con Zawinul, con Chick Corea, acerca de que “estaba tocando para el orto”, me di cuenta de que nunca tenés que parar de aprender, de formarte. Todas esas experiencias me marcaron mucho.

¿Qué hiciste luego de recibirte en EEUU?
Como me recibí con honores en 1988 -fui uno de los mejores promedios del año (el cuarto o quinto mejor promedio entre 2000 alumnos)-, muchos de mis maestros me decían: “Quedate acá, Anel, que te va a ir bárbaro. Tenés la actitud correcta, el promedio correcto…” Pero justo ahí conozco a mi amigo Diego Temprano, que hoy es el dueño del ITMC (Instituto Tecnológico de música Contemporánea). Con Diego nos juntábamos a la noche en mi casa a comer fideos y delirábamos como chicos, decíamos: “Vamos a ir a Argentina a armar una escuela igual que la Musicians, nos quedamos 3 meses y volvemos…” ¡No teníamos ni idea de nada! (risas) No teníamos tampoco idea alguna de lo que era hacer un negocio. Pero, bueno, proyectamos nuestra idea de escuela, en el papel, allá, y luego nos vinimos. Entonces, llegamos y empezamos a buscar a los mejores músicos de acá. Y sobre la idea de Diego se armó una escuela, el ITMC, con un grupo de gente increíble, en ese entonces estaban como profesores: Luis Salinas que daba latin, Botafogo daba blues, Francisco Rivero –un grande, que ya se nos fue- daba fusion, Armando Alonso daba jazz, tenías al Pollo Raffo que daba armonía, Sebastian Peyceré en batería, el Negro (Marcelo) Torres en bajo, Guille Vadalá… Un delirio. Yo era el director de estudios y daba la cátedra de rock. Así que el tema se alargó, y no nos volvimos a los 3 meses a Los Angeles…

Ocurrió un cambio radical en el plan original…
Tal cual. Así que me fui quedando en Argentina, y como en esa época (1989) no había acá muchos guitarristas de rock con una formación sólida–yo no soy un guitarrista típico de rock, pero me catalogaron como tal-, me empezó a contratar todo el mundo para laburar, y a mí me agarró el argentinazo, viste, y dije “me quedo acá”; pero siempre me quedé momentáneamente. Y así fueron pasando los años. Así que me quedé laburando muchísimo de sesionista, dando clases en ITMC, dando clases particulares. Un par de años después, me vinieron a buscar Los Violadores para ir a tocar con ellos. En ese entonces yo ya estaba instaladísimo en el país, me había armado una productora de música para publicidades, que me sirvió muchísimo para aprender a producir y poder sostenerme económicamente. En resumen, hacer música para publicidades te sirve porque te da un training bárbaro (laburando con músicos increíbles, componiendo, grabando, editando…) y te hace ganar plata. Hice también bandas sonoras para largometrajes. Yo siempre tuve muy en claro que una cosa es el mundo de la música y otra cosa bastante distinta es el mundo de los negocios de la música. A veces se dan momentos geniales en la historia cuando se juntan las dos cosas y aparecen artistas que llenan estadios y además te rompen la cabeza, como Queen, Toto, Led Zeppelin, Prince, Hendrix… Pero, habitualmente, ambos mundos no corren juntos. Pero yo siempre preferí no poner mi música en juego, si me decían “(lo que hacés) está buenísimo, pero tenés que cambiar tal cosa…” Yo les decía: “No, la verdad, yo prefiero laburar, y ganar plata por otro lado, contratado para hacer determinadas cosas –como lo de las publicidades- pero después, en lo mío, hago sólo lo que tengo ganas”.

¿Cómo fue para vos la experiencia de tocar en Los Violadores, pensando que, de movida, parecía que una banda punk no tenía nada que ver con lo que vos venías haciendo?
Yo les dije “miren chicos, qué yo no soy guitarrista de punk”. Pero ellos aceptaron eso sin problemas, y la experiencia terminó siendo genial. Yo viví esos años del grupo, con mucha pasión, en un escenario muy caliente como era el de Violadores, con miles de personas en el público saltando y gritando, a los que escuchábamos hasta desde los camarines antes de entrar al escenario… Por eso creo que estando en el grupo aprendí muchísimo, aprendí esa parte de la música que tiene que ver con la pasión en estado puro. Después de un par de años me fui –luego de haber grabado con ellos el disco Otra Patada en los Huevos-, y seguí produciendo, grabando en el estudio, hasta que decidí armar mi banda a la que llamé Los Políticos. Esto surge porque antes había hecho una versión del Himno a San Martín, que le copó mucho a Mario Pergolini y la empezó a pasar mucho en su programa de radio (Cual Es?) en la Rock & Pop. Mario siempre me decía que me pusiera las pilas y formara una banda. Con Los Políticos hicimos muchas cosas, incluso viajamos a EEUU, allí Stanley Clarke se copó mucho con la propuesta de Romina Vitale y nos estuvo apadrinando, pero justo en ese momento me agarró el corralito… Y se cortó todo.

¿Y qué haces a partir de ahí?
Al mismo tiempo que pasa esto me dan el endorsement de Guitarras Ibanez. Ser endorsement es que la marca de guitarra Ibanez te elige para que vos toques con sus guitarras y te pone en sus catálogos, digamos que sos un representante musical. Para mí fue algo muy loco porque esta marca de guitarras es todo un símbolo y los endorsers de guitarras Ibanez eran mis ídolos, están George Benson, Scolfield, Pat Metheny, Steve Vai, Joe Satriani, Paul Gilbert… Y me estoy olvidando un montón de nombres más. El contacto con Ibanez surge porque mis antiguos maestros en la Musicians, Henderson, Gambale, Diorio, les habían mandado cartas a Ibanez recomendándome como endorser. No había habido un endorser latinoamericano jamás en la marca, imaginate… Y así me dan, desde Japón, el endorsement y me ponen al lado de todos estos ídolos que te nombré antes. Entonces ves en los catálogos de Ibanez que, al lado de nombres como George Benson o Marty Friedman, está mi nombre… Cuando vi eso me agarraron ganas de decir: “ Saquéenme de acá, borren esto, ¡no soy digno!” (risas) Es genial, no tengo palabras definirlo. Fui a dar seminarios a varios lugares, toqué con Marty Friedman… Eso fue genial, me acuerdo que estaba probando sonido, tocando, y entra Marty y me dice “ay, que lindo que está eso, ¿querés que toquemos juntos?” Son cosas que le dan la razón a esa famosa frase de que las cosas más importantes de la vida no las compra el dinero…

GENERAL PAZ, NUNCA MAS UNA FRONTERA

¿Cómo surge tu grupo actual?
Luego de mi experiencia en Los Políticos, tuve un parate de varios años con las bandas, me dediqué a surfear, hasta que un día me llamó el Pelado Turchetti (mi stage manager en Violadores) y me dijo: “Escuchame. Tenés que armar una banda y salir a tocar, porque sos músico, y hay un montón de gente a que le gusta lo que vos hacés…” Su simpleza me mató… Me di cuenta de que tenía razón, y así empecé a armar un nuevo proyecto que terminó siendo General Paz y La Triple Frontera. El primer show que hicimos fue en una fiesta privada de mi propia productora, en diciembre de 2007. Y yo sé que este proyecto nació con una estrella especial, porque fue muy loco lo que pasó. A los dos meses nos llamaron para que tocáramos en un parador en la costa, y a los seis meses, por un productor amigo, le llegó el disco –que todavía no había sido editado- a Gilberto Gil, y él se re copó con nosotros y nos invitó a tocar en su show en el Gran Rex.

¿Y cómo hiciste para elegir los integrantes de la banda?
Yo le puse El General Paz a la banda porque ese era el chiste, como decir: “Ahora voy a hacer un grupo -ya que soy un multifacético-, y quiero hacer todo. Quiero componer, hacer las letras, cantar, tocar la guitarra, producir, mezclar, masterizar…” (risas) Ya había estado armando un montón de temas en Brasil, cada vez que me iba a surfear; así que me puse a buscar músicos y probarlos. Probé un montón de músicos geniales, pero de movida yo sabía bien lo que quería, siguiendo ese criterio –de intuitivo que soy- elegí a los integrantes y así se fue dando naturalmente esta cosa multi nacional. Están el baterista César La Rosa, el percusionista Jorge Platero, que es uruguayo y trae toda esa tradición del candombe; el bajista Kiki Ferreyra es de Bahía y tiene toda esa cosa musical afro bahiana que te mata; la tecladista Mayra Dómine viene del jazz... El primero que se acercó fue Diego La Rosa, el otro guitarrista, que es ex alumno y amigo mío; con él nos encontramos y nos pasamos varios días en casa tocando, de entrada, re fascinados con el proyecto. Yo con este grupo busco la música desde el lugar más “inocente”, si se quiere, o más radical; tratando de recrear la misma emoción con la que escuchaba la música cuando era chico. Desde ese lugar mágico…

¿Y cómo es el proceso de composición de las canciones?
Yo tengo un tema, lo vuelco en el ensayo, y es como que voy filtrando. Luego viene algún integrante del grupo –como por ejemplo Kiki o Platero- y me dice “ese ritmo se parece a tal ritmo brasileño o africano” “Ah sí, ¿y cómo es?”, (yo, como no tengo esa información) les pregunto. Me lo muestran, lo incorporamos a lo que tenía yo, y así se va armando la cosa. Yo grabo todos los ensayos, después los escucho, veo lo que se está incorporando, y si me gusta o no. Es como que trabajo de productor de estos mismos arreglos. Yo disfruto mucho esta labor de ida y vuelta que tenemos entre todos en el grupo, es muy enriquecedor. Además, el equipo de gente que se armó alrededor del grupo es increíble, a todo nivel: la parte artística, la parte de producción, las chicas de prensa, la parte de vestuario… Además es increíble la devolución, el cariño de la gente. Nos escriben de todos lados, gente de Japón, Brasil, Uruguay… El amor del público es increíble, por ejemplo lo que nos pasó en la gira por la Patagonia, la gente no nos dejaba ir más del escenario en cada show... Todo eso nos está llevando a un nivel de alegría y compromiso artístico para con la gente, en este proyecto que recién empieza. Ya editamos un disco y ahora estamos ensayando el segundo que vamos a empezar a grabar en un mes y medio, más o menos.

¿En qué te inspirás para escribir las letras de los temas?
Bueno, creo que se debe a que, en paralelo a mi pasión con la música, también soy adicto a la lectura, de todo lo que te puedas imaginar. Mi libro de cabecera es el Tao Te King y me encantan tambien los libros de ciencia e historia, los de narrativa y filosofia; autores como Joseph Campbell, Bukowski, Cocteau, Jorge Luis Borges, Krishnamurti, Nietzsche, Edgar Allan Poe, Alan Watts, Arthur Rimbaud, Oscar Wilde, Julio Verne, Joyce, Cortázar, Sabato, Hermann Hesse, Voltaire, H.P. Lovecraft, Castaneda, J. R. R. Tolkien, Jean-Paul Sartre, Orwell, Carl Gustav Jung, Ray Bradbury, Marguerite Yourcenar, Erich Fromm, Carl Sagan... Por eso siempre escribí, desde chico, y tengo decenas de cuadernos llenos de textos míos. Hasta ahora nunca lo mostré, pero ahora –y esto es una primicia-, en un par de meses, saco mi primer libro, que va a ser de poesía. En nuestro primer disco, el abanico de temáticas está muy abierto, por eso está “El Lagarto” que tiene más que ver con el humor alocado de Frank Zappa –por decir algo-, y también “Señores Políticos” que es una canción de protesta. Con respecto al proceso de composición de las letras, luego de escribirlas, las chequeo con Cristina Lobaiza, una poetisa muy buena que escribió varios libros. Yo termino de pulir mis letras con las sugerencias que me da ella. En este segundo disco, mi idea es acotarme más a lo que siento que es el núcleo, la esencia del General Paz. Me di cuenta de que le quiero cantar al amor, a las energías del universo, al Tao y la búsqueda de un ser humano mejor. Quiero concentrarme en esta energía, que el mensaje tenga que ver con la ecología, con el futuro de nosotros, de nuestro planeta, nuestros hijos, nietos; que de cuenta del arte entendido como expresión personal y del cambio que tenemos que hacer sí o sí, para salvaguardar el futuro de nuestra especie, porque si no nos vamos al bombo…

¿Y de donde viene la locura de “Black Pato?”
Es re loco lo que pasa con ese tema porque cada público que nos encontramos se acerca a preguntarnos que quiere decir y muchos hasta le ponen cualquier significado a la letra. Yo, en realidad, esa letra la hice en Brasil. Me bajé de surfear una tarde y yo ya tenía hecho el tema, ya que con Diego Temprano siempre jugábamos inventando –hace mucho, cuando recién habíamos llegado de EEUU- un lenguaje que mezclaba títulos de canciones, palabras en español con el inglés, en fin, pavadas… Ejemplo, en vez de “Electric Lady” haciamos “Electric Mamboretá”, etc.; y siempre jodiamos con eso de Black Pato. A mí se me había ocurrido que era un personaje que vivía en un planeta ecológico, un delirio absoluto… Y ahora aparece gente que me dice “eh loco, “Black Pato”está hablando del faso…” (risas) Uno, incluso se lo dedicó a su novia que se llamaba Patricia… Las interpretaciones de la gente son geniales. Lo que creo es que éste, como muchos otros temas, están especialmente dedicados a la alegría, vista como la sustancia que transforma las cosas.

ESPERANDO QUE LA OLA LLEGUE

¿A que se debe tu afición por el surf?
Porque a mí me encanta Brasil. Desde chiquito, vengo haciendo viajes todo el tiempo hacia allá. Antes, cuando estaba estudiando en Los Angeles, veía a tipos surfeando todo el tiempo, y pensaba: “Mirá a estos delirantes, allá metidos entre las olas…” Obvio, en Brasil también los veía y, no sé porque, un día –hace 12, 13 años- me dije “voy a aprender a surfear”. Ahí conocí a un gurú genial del surf llamado Capitão David, un tipo iluminado que tiene alumnos de todo el mundo. De movida, fue muy loco todo lo que me pasó, desde la primera ola que agarré. Se aprenden muchas cosas con el surf. Principalmente a disfrutar la ola, y a que nunca sabés como ésta viene. A veces el mar está plano, sin olas, otras veces hay un maremoto y las olas te llevan para cualquier lado… Es exponerse e ir fluyendo en sintonía con las corrientes del universo, del Tao. Algunas olas son un monstruo, tienen una energía terrible que hasta puede destruir una ciudad; pero esa energía no es ni buena ni mala, depende de cómo vos la aproveches. El ponerse en sincronía con la ola, es similar a la improvisación en la música, algo mágico. Es muy loco el tema de la improvisación. Cuando uno toca un instrumento, por ejemplo, una cosa es tocar un tema de Bach, que uno lo estudia, lo toca. (Toca en la guitarra un fragmento del autor) Y de pronto decís “bueno, ahora vamos a improvisar” Y ¡no hay nada escrito!, uno está haciendo algo en el momento...

Es un salto al vacío
Sí, un salto al vacío. Por eso con el surf empezó a vivir el tema de la improvisación, que yo ya lo vivía, pero ahora más desde lo físico. Es decir, bueno, viene esta ola, “subite y empezá a tocar sobre la armonía”. Y, hoy vine con este ritmo, mañana viene con otro. Pasado viene chato. Es sentir la improvisación en un momento real, es una experiencia zen, tenés que estar cien por cien. Y cuando estás haciendo música también. Yo creo que se viene un gran renacimiento de la música, y estoy, estamos, en ese camino. Hubo épocas geniales de la música. No solamente en el siglo pasado, esa época de oro de la música.

Sí, era lo que hablábamos antes, acerca de esa explosión de estilos de fines de los ´60 y principios de los ´70, con esos artistas que te volaron la cabeza cuando eras pibe…
Con artistas increíbles. Yo creo que las olas no se pueden parar. Hay algo latente en la cantidad de artistas, músicos, banditas porque la música es el lenguaje universal.

Y con respecto al cambio de paradigma actual donde la industria discográfica que prácticamente no existe…
Sí, no existe.

E Internet reformateó todo el concepto de difusión de la música, por ejemplo. ¿Qué opinás de eso? O, mejor, ¿cómo lo vinculás con tu idea del renacimiento futuro de la música?
Va a suceder pero en otra octava. No en la de antes. Es decir, el formato es nuevo. La música hasta hace 100 años, por decir así a lo bestia, no se grababa.

Es más, el fonógrafo no se pensó para grabar música...
Sí, sí. O sea, toda la historia de la música fue hasta hace 100 años no grabada. Antes la única forma de oír música era aprender y tocar. Lo único que había era el vivo y la partitura. Además no había electricidad. Esto es algo que yo trato de que comprendan mis alumnos. ¡No había electricidad! Lo que significa que no había amplificación. O sea que si querías que te escuchasen 5000 personas tenías que, o cantar muy fuerte, tener una orquesta de 100 monos tocando con los músicos en vivo, o sentarte y tocar sólo para la persona que tenías delante. Los fonogramas fueron geniales porque vos podías escucharlos en cualquier momento, escuchar mismo en tu casa la música que antes sólo podías experimentar en un lugar con los músicos en vivo. Pero el fonograma era algo más. Uno podía tener un fonograma de un cantante de jazz, por ejemplo, o tal vez pasaban ese single en la radio, pero igual se lo iba a ver al artista porque la movida de éste era tocar. Sin embargo, en un momento empezó a pasar que la movida del artista fue vender discos, y tocar de vez en cuando. Entonces se veían artistas que vendían millones de discos y hacían un par de shows en el año. Ahora me parece que volvimos a ese inicio pero en una octava superior. Hoy día lo único que se puede hacer es tocar. Se puede hacer un disco -que puede sacar una discográfica o ser difundido de forma independiente subiéndolo a Internet- y eso es algo que va a servir para que la gente conozca rápidamente qué hace uno como músico, pero la única posibilidad de vida de un artista sigue siendo tocar, como pasó siempre. Con lo cual pasa algo interesante: Si tenés que tocar hay básicamente tres posibilidades; una ponés un playback y zafás, otra tocás bien, o tocás mal. A lo que voy es a lo siguiente, hay artes en los que uno elabora una expresión, se la exhibe y ya está. Por ejemplo, en la pintura el artista hace un cuadro y ya está, quedó ahí. Lo mismo pasa con una película o un libro, que quedan plasmados. En cambio, la música es intangible. Nosotros, los músicos, somos performers, actuadores. De manera que la música fue, es y será un performer art, aunque en un momento dejara de serlo para pasar a ser “compro el disco y no los veo nunca” Hoy en día, por una cuestión de fuerza mayor, porque el artista debe vivir, si quiere empezar a ganar dinero con lo que hace, tiene que salir a tocar. Por eso digo que se viene, a la fuerza, un renacer. Porque si el músico tiene que salir a tocar puede hacerlo mal y la gente se va a dar cuenta. Antes no había músicos malos. Vos salías a tocar en 1930, 1940, mal y no salías. Por ejemplo Count Basie o Ella Fitzgerald. Es decir, si vos querías tocar clásico, jazz o lo que fuera y no tocabas bien te volaban como me volarían a mí de la selección argentina de fútbol hoy día. Después están los otros que salen con las máquinas. Así que... chicos, ¡pónganse a estudiar! (risas)

Pero ¿habrá espacio para que se genere eso?
Yo creo que los espacios se generan en la medida en que haya una demanda. Ahora está este tema de la Ley de la Música, que parece que sale, con la cual va a haber muchos cambios interesantes. Por ejemplo, cada artista extranjero que venga tiene que tocar con un artista nacional. Supuestamente va a haber subsidios para que las bandas hagan sus discos, y va a ver lugares específicos para que las bandas se presenten con el sonido que necesita un artista. Empieza una selección natural que en su momento nos llevó a estos grandes artistas que tuvimos. Porque los que estaban en Woodstock, Sly & The Family Stone, Crosby, Stills, Nash and Young, Alvin Lee, etc, eran los mejores del momento. Vamos, ¡Janis Joplin no era joda! En ese festival estaban Carlos Santana, Jimi Hendrix… Ahora, creo que estamos en el inicio de un proceso que quizá tarde décadas, pero esto va a pasar por una cuestión de fuerza mayor. Ya el disco no vende. Y el músico tiene que tener un plato de comida todas las noches para él, y, en caso que los tuviera, para sus hijos, y estudiar, y comprar buenos instrumentos. O sea, esto es un laburo, además. Ahora el negocio va a ser tu performance, entonces eso tiene que estar. Pero en otra octava porque hoy en día tenés un sistema de luces terrible, tenés pantallas gigantes, sistemas de sonido todos automatizados que no tenía Bach. Por eso ahora estamos en otro lugar porque es otra cosa lo que la gente va ir a buscar a un show. Yo creo que la música es el lenguaje universal. Yo me pase escuchando Pink Floyd, Led Zeppelín, Santana -que cantaban en inglés-, sin entender una palabra de lo que decían y (sin embargo) lo entendí todo. Jorge Platero me dijo una vez: “La música es el mejor invento del ser humano

¿Cuál es tu relación con las guitarras? ¿Tenés alguna preferida?
En una época me copé mucho con las Ibanez y luego pasó eso de convertirme en endorser de la marca, ahora me está pasando el disfrutar cada parte de la guitarra, de forma similar al catador que degusta un buen vino. Me gusta sentir la madera del instrumento, su “organicidad”, el trabajo (y amor) de los luthiers puesto ahí. Sentir el tono de la guitarra, escuchar en donde resuena la madera. Soy de experimentar y probar muchas guitarras. Una cosa que tengo pendiente es tener una gran colección de guitarras. Me gusta conectarme con el alma de cada instrumento, y con lo que ese instrumento te dice que hagas. Por ejemplo, esa guitarra verde con estrellas que tengo, la Iceman, es divina, tiene una madera tremenda, es una custom shop, una edición limitada. Yo agarro esa guitarra y me lleva a un lugar determinado, después agarro otra y me lleva a otro lugar totalmente diferente; lo que pasa es que cada instrumento está hecho para que vos te expreses de una manera u otra. Con las guitarras soy un obsesivo, la vez pasada, antes de elegir la Iceman, debo haber probado, fácil, 400 diferentes…

EMBRUJO GITANO

¿Cómo fue la experiencia de conocer a Roberto Sánchez, Sandro?
Con mi labor como ingeniero de grabación y productor tuve la oportunidad de trabajar con un montón de artistas que me marcaron. Lo grabé a Sabina (en el disco doble Nos Sobran los Motivos), a los Cadillacs (en Hola y Chau). Yo siempre laburo con mucho amor, no me gusta hacer las cosas de taquito, siempre hago las cosas en serio, por eso (un día) el productor de Sandro (Charlie Dattoli) vino a hacer una producción a mi estudio y me dice: “Che, que bien que laburas. Un día de estos te voy a traer a un artista muy groso…” Yo le dije “Bueno, okay, gracias”; porque siempre te dicen lo mismo. Sin embargo, Charly Dattoli (que es un tipo genial, y sabe un montón), un día, me llama de Miami y me dice: “Voy a llevar a un artista muy importante a grabar a tu estudio, pero no te pienso decir quien es. ¿Estás preparado? ” Tal cual, había que hacerlo así de incógnito porque era todo un tema grabar con Roberto, el tipo no podía ni salir a la calle, lo acosaban, además había que manejar lo que tenía que ver con la prensa, etc. Por todo eso, Charly me dijo: “El día que lo lleve, quiero que en el estudio estén vos, tu asistente y nadie más.” Yo (sin entender), le pregunté: “¿Quién es?” “Sandro”, me dice. No lo podía creer. Y llegó el día nomás, y vino Roberto… La verdad, un grande. Me acuerdo que yo estaba tenso, por tenerlo ahí cerca, pensaba en el tipo, en toda su trayectoria, en esa aura que irradiaba… Estábamos con mi asistente, el Tío Ariztegui y otro técnico, entonces entra Roberto, y lo primero que dice es: “Chicos, siéntense”, y ahí nomás nos contó un chiste verde, horrible; y nosotros nos entramos a cagar de la risa… Lo hizo para romper el hielo. Y, bueno, al final, le grabamos los últimos cinco discos de su carrera, pero tenía pensado hacer muchos más. El se ponía muy contento de grabar en este estudio, la pasaba bien acá.
¿Y cómo era grabar con él?
Cada disco llevaba, aproximadamente, dos meses de laburo; primero grabábamos la música y el último mes él grababa las voces. Roberto venia a grabar por la nochecita, tipo 6 de la tarde; a las 11 de la noche (más o menos) terminábamos y luego nos invitaba a comer a un restó. Entonces íbamos ahí, entrábamos ocultos junto al astro; y siempre invitaba él, nunca aceptaba que pagásemos nosotros. Las charlas con él eran inolvidables, aprendí un montón. Es más, en gran parte, este grupo, El General Paz, lo inicié por impulso de lo que él me enseñó y lo que él me decía. Fue una experiencia genial, todos esos años junto Sandro me marcaron muchísimo.

¿Por qué decís que él te incentivó a iniciar este grupo?
Porque nos pasábamos un montón hablando de música, de todo, desde Little Richard hasta Debussy, y nos poníamos a tocar. A él le encantaba toda la época del rockabilly, del bluegrass; y me decía: “Anel, tenés que hacer algo…”, y yo le mostraba el disco de Los Políticos, viste. Cuando lo escuchó me marcó muchas cosas buenas y muchas malas, era un crítico del mejor, terminante. Sus opiniones me incentivaron mucho y, además, me enseñó miles de cosas.

¿De esas charlas con Sandro dedujiste qué le faltaba a tu anterior grupo para llegar a esto que estás haciendo ahora?
Sí, lo que pasa es que Los Políticos fue un grupo raro, genial, pero éramos como esos materiales de la tabla periódica de elementos que duran poco tiempo, porque son súper reactivos… Éramos muy distintos todos los integrantes, yo quería ya hacer lo que hago hoy en el General Paz, es decir ponerme el grupo al hombro, hacer todo yo; pero, al final, salió esa locura que fue Los Políticos. En varios medios nos dieron mucha manija, como si fuéramos “el próximo gran grupo que se venía…” En fin, al final, esa banda duró sólo un año y medio, porque la misma efervescencia que había entre los integrantes nos jugó en contra. En realidad, yo le mostraba ese disco a Roberto porque era el último que había hecho, junto al que le produje a Romina Vitale. Lo más importante de conocer a Sandro fue que con él entendí lo que significaba el compromiso que uno tiene siendo artista, el compromiso para con uno mismo, con el arte y el publico; todo lo que se recibe del publico y todo lo que uno tiene que devolver. Yo lo vi, el tipo no podía más, estaba con el respirador, pero nunca se negaba a firmar un autógrafo, sacarse una foto o que la gente se acercara a saludarlo aunque fuera la una de la mañana.

ENERGIA NATURAL

¿Además de la grabación del nuevo disco, van salir a tocar?
Es muy posible que lo hagamos. Tenemos unas ganas bárbaras, y además nuestros fans siempre nos escriben, preguntándonos cuando vamos a hacerlo. Estamos pensando si hacer una presentación formal, o shows en las provincias. También tenemos que ver nos como organizamos para tocar en el exterior porque nos pidieron de México, Brasil, Uruguay, Alemania, España… La idea, de acá en más, es hacer muchos discos , porque yo tengo un montón de temas escritos y no paro de componer. Es más, yo ya estoy re contento con el disco que se viene porque va a estar genial. Mi idea es editar un disco que se pueda escuchar de principio a fin sin interrupciones, sin saltear ningún tema porque el material incluido sea el mejor, y que la gente lo disfrute. Solo un par de discos son así de redondos, no es fácil hacerlo…

¿Y no te gustaría hacer un disco conceptual?
Sería genial, lo pensé. Este que se viene no es conceptual pero tiene una línea que une a todos los temas, que tiene que ver con el amor, con los senderos que fluyen con el universo, con lo vinculado al Tao, con la vuelta que tenemos que hacer vinculada a la ecología, a todo nivel, en ponerse en sincro con el planeta, las energías naturales y demás. Había pensado en hacer un disco conceptual pero me dieron ganas de meter un par de temas re locos, con mucha fuerza, que no tienen nada que ver con el resto del material, y va a tener también un tema instrumental como los que hacían Santana o Jeff Beck.
Secuencia Inicial.-

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