Enfrentarse a una nueva obra del enigmático Noel Scott Engel, más conocido como ScottWalker es siempre un desafío supremo. Sus discos nos envuelven en un tour de force constante, que llevan al oyente al límite de lo audible.
El músico de origen Norteamericano pero de gran suceso en
Inglaterra en la década del sesenta al frente de The Walker Brothers, un trío
de melodías pop accesibles que hacían las delicias de las adolescentes de la época. Aunque su carrera fue corta entre 1965 y 1967 se las arreglaron para quedar en
el inconsciente colectivo de una generación. Luego Scott ( la voz principal del
grupo) daría el puntapié inicial a su carrera solista de gran éxito con una majestuosa
tetralogía de refinado cancionero orquestado con tintes barrocos entre 1967 y
1969. Tras una breve reunión con sus ex compañeros a fines de la década del
setenta para editar el excelente pero poco comercial Nite Fligths (1978). Scott retomaría su carrera solista en 1984 con
Climate of Hunter, para de a poco
irse transformando en el artista de culto que es hoy en día.
Admirado por grandes
músicos como David Bowie, Damon Albarn o Jarvis Cocker que llenan sus bocas de
elogios para él como queda demostrado en el excelente documental 30 CenturyMan (2006) del director Stephen Kijak.
Inspirado en el tríptico de Hieronymus Bosch (El Bosco) El Jardín de las delicias del
siglo XVI obra en la cual se reflejan los placeres mundanos relacionados con la
idea de cielo e infierno, así es como Scott Walker nos presente este nuevo
trabajo titulado Bish Bosch, un oscuro
cierre para la trilogía que inicio en 1995 con Tilt y siguió con The Drift
en el año 2006 prácticamente un disco por década. Sucede que los discos de este
misterioso artista son verdaderos laberintos sonoros, indicados exclusivamente
para aquellos exploradores de abismos musicales.
Ruidos, percusiones absorbidas del mejor kraut rock alemán,
guitarras desafiantes, teclados estruendosos y su impresionante voz cavernosa
se mezclan con ladridos de perros sonidos de cuchillos, machetes y silencios
asfixiantes, ya nada queda de ese cantante pop para adolescentes.
Imposible la tarea de desmenuzar tema por tema de esta nueva
obra que cuenta con nueve tracks en setenta y tres minutos, ya solo el hecho de
someterse a las 21 minutos 42 segundos
que dura “SDSS14+13B (Zecon, A Flagpole Sitter)” el tema numero cuatro y seguir
escuchando el disco es todo un reto. Es una obra que requiere una escucha
continua y atenta como una opera vanguardista (hay que tener suma paciencia
para escucharlo completo).
Vanguardia, minimalismo, avant garde pueden llamarlo como
quieran, pero el verdadero nombre es música de Scott Walker, inigualable,
desafiante no apta para oídos perezosos.
Este nuevo trabajo del ex Walker Brothers llenara de
regocijo a sus fans mas radicales, a los amantes del noise extremo y las
disonancias constantes pero sin lugar a dudas es una obra para pocos, quizás
algunos solo lo escucharan una vez por simple curiosidad.
Scott Walker, un artista tan incomprendido como fascinante.
Lean Ruano.-
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