Luego de haber sufrido un grave ataque al corazón en el año 2011 que puso su vida en jaque, el líder de American Music Club debió permanecer en reposo durante un tiempo bastante prolongado, lo que llevo a desvanecer cualquier intento de reencuentro con sus ex compañeros de ruta, pero abrió la posibilidad de redondear los “demos” de lo que podría haber sido un disco junto a su banda y darle vida a ese fascinante cantautor de alma herida que lleva dentro.
Mark Eitzel regresa a
lo que mejor sabe hacer las baladas melancólicas, taciturnas y delicadas,
dejando de lado el coqueteo electro pop de trabajos anteriores como fueron los álbumes
The Invisible Man (2001) y Candy Ass (2005). El californiano es un exquisito compositor de melodías intimistas y lúgubres
siempre buceando entre el pop de salón, el jazz trasnochado y el folk de raíz
norteamericana.
Para esta ocasión descansa en las manos del productor Sheldon Gomberg quien ya ha sabido sacar lo
mejor de artistas de la índole de Lucinda Williams, Warren Zevon y Rickie Lee
Jones y acompañado por Pete Thomas legendario baterista de Elvis Costello &
The Attractions y el propio guitarrista de los AMC - Mark “Vudi” Pankler.
Don't Be A Stranger, su nuevo trabajo llega tres años después de su ultima
producción Klamath y a más de cuatro de la reunión con su antigua banda y la
edición del majestuoso The Golden Age (2008) esa re-unificación que significo
el retorno de American Music Club rebautizada con dos nuevos integrantes.
Mark Eitzel un confeso
fan de Nick Drake lo demuestra en canciones como “I Know The Bill is Due” de
una belleza sutil y minimalista, “I Love You, But You’re Dead” es la encargada de abrir el álbum con una apasionada
interpretación vocal perfumada de una apesadumbrada lírica hiriente.
“All My Love” una preciosa balada mid tempo soulera, reinterpretada
en esta ocasión con un arreglo de piano mas jazzy que su versión original
encargada de abrir el último trabajo de American Music Club.
A esta altura el bueno de Mark ya nos demuestra que sigue
estando a la altura de sus mejores momentos
canciones como “Oh Mercy”, “Break the Champagne” o “Nowhere to Run”
pueden dar certificada prueba de esto, un folk singer con mayúsculas a la
altura de Jeff Tweedy (Wilco), Kurt Wagner (Lambchop) o Bill Calahan.
Once canciones llenas de belleza, madurez y serenidad., un
trabajo caracterizado por la elegante melancolía que ya es marca registrada en
la pluma del californiano.
Lean Ruano.-
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