Ya pasaron once años de la edición del ultimo disco de
Suede, y como sucede en estos casos nos preguntamos, ¿como será este regreso al
estudio de grabación?, ¿valdrá la pena escuchar un nuevo disco de Suede? Bueno
señores, la respuesta sin ningún tipo de dudas es sí, estamos frente al mejor
trabajo de Suede desde Coming Up (1997)
aquel maravilloso tercer disco ya sin el guitarrista Bernard Butler en sus
filas, este su sexto trabajo de estudio mantiene todos los condimentos que
hicieron de la banda liderada por Brett Anderson uno de los grupos mas importantes del brit pop en la década del
noventa, esa mezcla de guitarras afiladas con irresistibles melodías pop.
La carrera de Suede comenzó con su disco debut homónimo allá
por 1993, aquel trabajo tomo por asalto al indie rock británico con grandes
canciones como “So Young”, “Animal Nitrate” y “Metal Mickey”. Esto sumado a la estética andrógena de su
vocalista pusieron a la banda de Londres en boca de todos y pronto se
transformaron en los chicos mimados de toda la prensa especializada, tras
editar el irregular A New Morning (2002)
la banda se toma un descanso y Brett Anderson inicio su carrera solista, editando
tres discos como solista con un tinte mas intimista, alejándose del sonido característico
de Suede.
Para esta ocasión volvieron a contar con la producción de un viejo conocido, Ed Buller lo cual no es
un dato menor ya que con él cosecharon los mayores logros en la carrera de la
banda.
El primer corte “Barriers” es un claro ejemplo de que Suede
quiere volver a las fuentes, a beber de esa magia que fueron sus primeros
discos, suenan elegantes, soberbios, engreídos, creídos y lo que es más
importante aun, suenan creíbles. Sin dejar de lado esa postura desafiante e irreverente que siempre
tuvieron.
Los guitarrazos de “It Starts and Ends With You” mezclado
con el fantástico groove de “Sabotage” y la mid tempo “For The Strangers” hacen que Bloodsports se transforme en un gran
álbum a la altura de la historia del grupo, la voz de Brett Anderson se
mantiene impecable como si los años no hubiesen pasado, esa garganta
aterciopelada a mitad de camino entre David Bowie y Bryan Ferry nos vuelve a
emocionar.
Lo más rescatable de este nuevo trabajo de Suede es que
aunque no contenga sorpresas en el plano musical, bajo ningún concepto suena
forzado ni trillado sino que mantiene el espíritu de las buenas canciones y eso
siempre es bienvenido.
Lean Ruano.-
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