Cuatro años han pasado desde su anterior producción Carried To Dust, en aquella ocasión
volvían a poner las cosas en su lugar tras el coqueteo con el pop mas
convencional que significo Garden Ruin
(2006), los sonidos que siempre caracterizaron a la banda de Tucson fueron
la exquisita combinación de rock fronterizo con matices folk y jazz todo esto
perfumado con armonías latinas (cumbia, rancheras, mariachis etc.), pero mas allá
de los intentos nunca volvieron a calar tan hondo como con su segundo álbum, el
magnifico The Black Light (1998).
Para los amantes de la primer etapa del grupo, esa que
concluye con el álbum Feast Of Wire
(2003) o para aquellos aun mas melancólicos que evocan los días cuando Calexico todavía
era un proyecto paralelo a Giand Sand, este nuevo trabajo puede parecerles un
poco blando y monótono sin muchas cosas nuevas que podamos descubrir en una
primera escucha, pero de todas formas podemos encontrar canciones hermosas con
aires intimistas como el caso de “Maybe On Monday”.
El puntapié inicial lo da la nostálgica “Epic” de tonada
reposada que va cobrando energía a medida que pasan los minutos, un buen
comienzo al que le sigue “Splitter” de lo más pop del disco con arreglos de
vientos juguetones.
Con el tercer tema llega lo mejor del álbum “Sinner in the
Sea” de ritmo caribeño pero misterioso a la vez, con un excelente trabajo vocal
de Burns, logrando crear una atmósfera crepuscular que prácticamente va a
contagiar a todo el resto de Algiers, también para destacar las trompetas y la
característica steel guitar en “The Vanishing Mind”.
La voz de Jairo Zavala se une a la de Joey Burns para darle
vida a “Puerto” que junto a “No Te Vayas” y “Para” le dan la dosis justa de
sabor latino. Pero no todo es color de rosas en este nuevo trabajo de Calexico
porque también hay lugar para canciones intrascendentes como “Hush”, “Fortune Teller” y “Better and Better” las cuales pasan
completamente desapercibidas a lo largo de esta nueva obra.
Burns y Convertino
muestra en este flamante álbum cierto
despojo de sus días de gloria de fines de los años noventa, pero se siguen
sosteniendo en contar historias de abandono y soledad sobre melodías sosegadas
y taciturnas como leit motiv de su obra.
Lean Ruano.-
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