Un 17 de mayo, allá por el año 53´ nacía en Roma, Italia, el tercer hijo de la familia Prodan. Luca lo nombraron sus padres, un niño criado entre el lujo y el confort de la alta sociedad, compartiendo por ejemplo la misma enseñanza que el mismísimo Príncipe Carlos de Inglaterra.
Sin embargo, todo eso le resultaba ajeno a ese joven
admirador del rock psicodélico y sinfónico de referentes como Syd
Barrett y Pink Floyd. Algo
incontrolable brotaba en él, algo que no lo dejaba estar satisfecho con esa
vida que sus padres le habían planificado. Así, poco a poco, encontró en la
música un refugio y un desahogo. En los 70´ creó su primera banda junto con
algunos amigos. Comenzó a adorar el caos y la revolución, montado en el
frenético y distorsionado sonido del punk
rock, inspirado en íconos del género como Joy Division. Aunque
también respetando todos los géneros que promovieran y valoraran el libre
albedrío, como el dub y el reggae, que empezaban a gozar de
popularidad en la Europa
de la época.
Siempre buscaba
algo más, explotar cada resquicio de su libertad, y en esa búsqueda abandonó su
educación, probó los excesos, viajó por el mundo y desafió límites. Viviendo en
Londres se inició en el consumo de la heroína, sufriendo una crisis que lo dejó
al borde de la muerte (Situación que él mismo detalla en la letra del tema “Heroína”). Entonces recibió una carta de
un amigo en Argentina, y decidió ir allí, incluso sin conocer el español,
buscando asentarse y un poco de paz.
En 1981
emprendió un viaje hacia las sierras de Mina Clavero, en Córdoba. Sin embargo
su espíritu rebelde no soportó la tranquilidad y comenzó a trabar amistad con
músicos de la zona. Conoció así a Germán
Daffunchio y a Alejandro Sokol.
Escapando de la soledad del campo se instaló en Hurlingham y se decidió a
formar una banda contando con Sokol (bajo),
Daffunchio (guitarra) y una amiga
inglesa de Luca, Stephanie Nuttal (batería), saliendo
por primera vez a escena en febrero del ‘82, en un pub de El Palomar, bajo el
nombre de SUMO.
En esta primera
época, y en busca de recaudar más fondos, muchas veces los integrantes de la
banda salían a tocar por Buenos Aires con sus bandas paralelas: la Hurlingham Reggae Band y Sumito.
Generando en esa fusión musical el estilo único que caracterizó a la banda. En
las palabras del propio Luca:
"En un principio, eran casi todos temas míos.
Después la cosa fue cambiando, entró una onda mucho más reggae, nos desdoblamos
en la Hurlingham
Reggae Band (que era únicamente reggae) y Sumo, por su parte,
se puso más pesado. Después se unieron los dos grupos otra vez, yo me fui a
Europa, y cuando volví con Sumo comenzamos a hacer temas de la Hurlingham... Ahora
Sumo es medio reggae y medio pesado. En fin: medio raro."
Sus shows
cargados de adrenalina y de emociones violentas, causaron sorpresa en el under nacional, hacían algo distinto, trajeron
algo nuevo, diferente a lo desarrollado en el rock local. En sus primeras
presentaciones todos sus temas eran en inglés lo que provocó cierto repudio en
muchas personas dado el ferviente nacionalismo generado por la Guerra de Malvinas, lo que
terminó generando la partida de Stephanie
de vuelta a su país natal por miedo a represalias.
Ante la
contingencia se dio un inminente cambio en la estructura del grupo pasando Sokol a la batería y sumándose un joven
vecino, Diego Arnedo, que emocionado
por la música que sonaba en esa casa de Hurlingham decidió acercarse y terminó
formando parte del grupo como bajista. Sumándose también las participaciones de
un periodista que por entonces trabajaba en la revista El Expreso Imaginario haciendo diversas notas sobre música y que además
tocaba el saxofón, nada más ni nada menos que Roberto Petinatto.
Es esa formación
la que en 1983 graba un demo llamado Corpiños
en la madrugada donde ya aparecían algunos temas que se trasformarían luego
en suceso. Por ejemplo un tema llamado “Una noche en New York City”, más tarde
popularizado como “La rubia tarada”. En él Luca
Prodan logró capturar una esencia nacional, invisible aún para los propios
argentinos, tal vez por la objetividad de ser extranjero, pero seguramente por
la cultura y poesía urbana que brotaba en cada una de sus líricas.
"...Basta! Me voy, rumbo a la puerta
y después al boliche a la esquina
a tomar una ginebra con gente despierta.
¡Esta si que es Argentina!"
Fragmento de "La rubia tarada".
Ya en 1985
lanzan su primer trabajo discográfico con una compañía, titulado: Divididos por la felicidad. Agregándose
Alberto Troglio como baterista, tras
la partida de Sokol y Ricardo Mollo, amigo de Arnedo, como guitarra y voz. Sumándose
también algunas participaciones de Marcelo
“Gillespi” Rodríguez en trompeta. Con este trabajo lograron la
consolidación como uno de los fenómenos musicales más importantes de la escena under, compartiendo muchas veces
escenario con otra aparición que surgía: Patricio
Rey y sus Redonditos de Ricota. Justamente uno de los temas más populares
del disco, “Mejor no hablar (de ciertas cosas)”, fue compuesto para Sumo por el “Indio” Solari. Además se destacan en el disco canciones inmortales
como “Kaya” y “Regtest” con una clara influencia reggae.
Su siguiente
trabajo los terminó de catapultar a la fama. Llegando los monos (1986) está conformado por temas como “Los
viejos vinagres”, con esa fuerza punk/hard
rock y la crítica social característica de muchos de sus temas y “Que me
pisen” un tema que logra captar con maestría muchos aspectos de la
idiosincrasia del ser nacional, casi como un auto-flagelo que nos caracteriza.
After
Chabón, última placa discográfica lanzada en el 87´ - si bien luego
salieron otros discos de colecciones y con material inédito como Fiebre (1989) - mantuvo esa fresca locura propia de Sumo, incluyendo uno de
los temas épicos de la banda: “Mañana en el Abasto”.
A fines de ese
mismo año encuentran a Luca muerto
en su departamento, dejando claro que los excesos dejaron huella profunda en su
cuerpo. Y así, con el fin de su vida, también termina Sumo. Luca Prodan fue un
hombre fundamental para el desarrollo de la cultura musical argentina, un
hombre de mundo que le mostró a un país, que recién salía de la dictadura, lo
que era la libertad. Un poeta con una basta cultura y a la vez un joven
rebelde, las dos facetas de una misma persona, un nombre que sobrevivirá al
paso del tiempo y que seguramente tenía mucho más para enseñar, para contar,
para cantar.
La calidad musical de esta banda no se observa
solo en las líricas y las canciones, sino también en la capacidad de cada uno
de los músicos que lo conformaban, incluso la separación de Sumo derivó en la creación de dos de
las bandas más representativas del rock nacional, Las Pelotas y Divididos,
que quizás nos sigan contando algo de lo que Luca les dejó.
Gustavo
Rosatto.-
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