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sábado, 24 de noviembre de 2012
Behind the Wall, Inside the Minds of Pink Floyd (2011), de Sonia Anderson, es un documental que se mete en el corazón de Pink Floyd, desentrañando los vericuetos que dieron origen a esta leyenda del rock, un grupo que arrancó en el under psicodélico del Swingin London de mediados de los ´60 y llegó hasta la época de Internet. Pero, más allá de lo que se puede desprender de su título, esta investigación no centra la mayor parte de su relato en el grupo masivo que llenaba estadios, o compuso obras perennes como The Wall o Dark Side of the Moon; no, Behind the Wall habla de los comienzos de la leyenda, cuando el grupo era dirigido –musical y creativamente- por Sid Barrett, el flautista psicodélico, o, mejor, el “diamante loco” de la banda, ese que alguna vez dejó repentinamente de brillar, refugiándose en el ostracismo de la leyenda. Así, mediante entrevistas recientes a todos los integrantes del grupo, Waters, Gilmour, Mason y el testimonio póstumo de Wright, además de amigos, ex novias, allegados, y ex managers se intenta reconstruir algunas de las claves del origen del fenómeno. Un trabajo de marcado corte periodístico -a la manera británica- muy recomendable para quienes quieran asomarse por encima del muro y contemplar más en detalle como vino la mano. Como dijo Gloria Guererro, reconocida periodista de rock: “Behind the Wall no habla de The Wall. Pero acá está el corazón que forjó cada ladrillo.”
LA DIRECTORA:
La directora británica Sonia Anderson no es una improvisada en el arte de documentar historias de artistas de rock y pop ya que ha realizado más de diez producciones diferentes, entre las cuales se cuentan las centradas en las figuras de Michael Jackson, Led Zeppelin, Marilyn Manson, Sex Pistols, Bob Marley, Jimi Hendrix, Thin Lizzy, Mar Bolan (T-Rex), Britney Spears y Lady Gaga.
En esta oportunidad, Anderson centra su investigación en todo lo que está tras el muro y en los aspectos que hicieron de Pink Floyd una de las bandas que cambió el concepto de show de rock. Al tiempo que debe lidiar con, y condensar en poco más de una hora, la historia inabarcable de esta usina creativa, desde sus primeros tiempos hasta el actual y exitosísimo tour de Roger Waters, The Wall.
Behind the Wall restituye imágenes perdidas y confesiones obtenidas en la calma de la intimidad, como las de un David Gilmour, que tocando “Wish You Were Here” en un rincón de su casa, con emoción, recuerda a su amigo Barrett. Estos momentos del film alcanzan y sobran para hacer en este trabajo una acertada introspección a la leyenda de Floyd.
EL GRUPO:
Surgidos en 1964, a partir de una banda llamada Sigma 6, que cambió su nombre sucesivamente a T-Set, Megadeaths, The Screaming Abdabs, The Architectural Abdabs y The Abdabs, hasta llegar a Pink Floyd, sugerido por Syd Barrett que provenía de la combinación de los nombres de dos músicos de blues Pink Anderson y Floyd Council.
El grupo es considerado uno de los precursores del llamado space rock, que combina efectos sonoros con largas improvisaciones psicodélicas. Al principio, el núcleo creativo de la banda estaba centrado en las prístinas creaciones de Syd Barrett, que fusionaban la fantasía bien inglesa de cuentos infantiles como Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, con una música psicodélica muy volada; una tendencia estilística que se podía apreciar en sus primeros singles y su disco debut, The Piper at the Gates of Dawn (1967). En ese entonces el grupo estaba formado por Barrett (voz principal y guitarra), Roger Waters (voz y bajo), Nick Mason (batería) y Rick Wright (voz y teclados). La posterior salida de Barrett –remplazado por David Gilmour- hizo que Roger Waters se convirtiera gradualmente en la fuerza conductora y dominante del grupo en la primera mitad de los´70, su época de mayor éxito en ventas, que incluyó la grabación de clásicos como Dark Side of the Moon, Wish You Were Here o The Wall, cuando la música de Floyd ya poco tenía que ver con la del período liderado por Barrett. Tanto la temática, como las letras y conceptos musicales de sus discos lo habían constituido en uno de los grupos de rock más relevantes de fines de los ´70 y principios de los ´80. Sin embargo, la espectacularidad y éxito de sus álbumes y conciertos no evitaría profundas grietas en el seno del grupo, en especial entre sus líderes musicales, Waters y Gilmour, y la posterior salida del primero, en 1985. No obstante, el grupo hizo lo impensado: seguir vivito y coleando (y facturando…), haciendo más giras millonarias y dos discos nuevos, antes de su parate final. Barrett moriría en 2006, Wright en 2008; pero, antes de eso, se produciría la brevísima reunión del cuarteto durante la realización del concierto benéfico Live 8, en 2005. Todas estas son pequeñas pinceladas de una trayectoria única de más de 45 años de duración, catorce álbumes de estudio –varios de ellos infaltables en cualquier discoteca de rock que se precie-, y 300 millones de discos vendidos. Un verdadero peso pesado de la historia roquera…
Además de ser un exquisito compositor y un reconocido
cantante y guitarrista, Richard Coleman siempre se destacó por ser un
gran versionador de canciones ajenas. La más recordada es obviamente “Heroes”
el clásico deDavid Bowie de 1977, que
plasmó en el segundo trabajo de Fricción (banda que lideró en la década del
ochenta) Para Terminar (1988). Comenzada
la década del noventa Richard junto al fallecido guitarrista Gamexane formó su
nuevo proyecto Los Siete Delfines, y en su disco debút producido por Gustavo
Cerati grabaron una potente versión de "Post Cruxificcion" de Luis A. Spinetta
otro de sus héroes musicales. Para quienes seguimos la carrera de este inquieto
músico, no sorprende verlo en vivo haciendo temas de Joy Division, Neil Young
o Lou Reed entre otros, lo que demuestra
su gran pasión por las buenas canciones y su buen gusto a la hora de adueñarse
de ellas.
Después del suceso que Coleman logro con su primer álbum
solista Siberian Country Club(2011),
le dio rienda suelta al proyecto “Coleman en Ingles” que en principio solo
seria una serie de shows en vivo en plan íntimo y acústico donde Richard se daba el
placer de versionar una veintena de canciones de sus autores mas influyentes.
Tras
la muy buena acogida de aquellos shows veraniegos era una real pena no dejar
registro de esas maravillosas canciones, de esta forma nace A Song is a Song Vol 1el cual cuenta
con diez versiones de los mas variados autores, “A Song For You” de Leon
Russell es la encargada de abrir el álbum quizás muchos conozcan esta preciosa
canción en la versión que el dúo Carpenters inmortalizo en 1972, la rutera
“Midnight Rider” de The Allman Brothers, la encantadora “Pink Moon” de Nick
Drake son solo algunas de las joyas que Coleman hace suyas, pero también hay
lugar para mostrar su costado mas crooner de vocalista maduro como sucede con
“Love Me Tender” de Elvis Presley o “Give My Love To Rose” de Johnny Cash.
Acompañado por Bodie en instrumentos varios, la mayoría de
las canciones son interpretadas con guitarra acústica, steel guitar y algunas
sutiles percusiones lo que impregna al disco de una atmósfera simple pero
acogedora, el guitarrista Gonzalo Córdoba suma su mandolina en “Wild is the Wind” canción de
Dimitri Tiomkin y Ned Washington que popularizaría el duque blanco en el álbum
Station To Station de 1976, llama la atención algunas canciones como “Changes”
de Black Sabbath o “Thick as a Brick” de
los progresivos Jethro Tull que a priori no veríamos como influencias claras del
ex lider de Fricción, pero constituyen una muy buena sorpresa, ya que nos
muestran el costado menos conocido de uno de los músicos mas talentosos del
rock local, para aquellos que consigan el ep adelanto también disfrutaran de
una versión de "Psycho Killer" de The Talking Heads.
Mientras esperamos el segundo volumen, seguimos desandando
la senda de las buenas canciones, esas que siempre llevaremos en nuestros
corazones.
Hijos de Babel emprende en
su nuevo disco un viaje hacia Otros
Mundos,mundos cargados de una
calidad artística y una poesía como solo la literatura puede lograr. De esta manera construyen un intersticio
donde la música y la escritura forman parte de una propuesta muy interesante.
Este power trío conformado por Mauro Varela en voz, guitarra y
teclados, Fernando Varela en bajo y
coros y Hernán Burset en batería y
percusión, consolidan en el disco una composición que no sólo prioriza las
melodías per-se sino que aspiran a un fin que trasciende lo estrictamente artístico
buscando un fin en el plano ideológico y cultural: promover la lectura.
Es así que cada
uno de los temas del disco están inspirados en distintos cuentos y autores
pertenecientes a la literatura Argentina contemporánea, abriendo las puertas al conocimiento a partir
de fragmentos y estrofas que despiertan en los oyentes un interés que desborda
a las canciones. Se percibe en ellas algo más, que permanece oculto hasta que
accedemos a las piezas de los diversos escritores.
Otros mundosnos relata
cuentos de Alejandro Dolina, Pablo Ramos, Guillermo Saccomanno, Pedro
Mairal, Mempo Giardinelli, Juan Forn, Abelardo Castillo, Reynaldo
Sietecase, Fabián Casas y Hernán Casciari. Casi como una
colección que recorre múltiples estilos, sentimientos y temáticas.
En ese sentido
en el plano musical también se genera una multiplicidad de estilos que recorre
el espectro rockero desde lo acústico hasta al heavy rock, pasando por el
blues y por sonidos electrónicos. Esa
decisión se deriva también del tratamiento que cada cuento requiere a la hora
de ser re-significado a un nivel musical, dándole un enfoque y armonías
distintas de acuerdo a lo que cada historia evoca.
Hijos de Babel es
acompañado en ese recorrido por las participaciones especiales de Litto Nebbia (del cual se sienten
fuertes influencias a lo largo del disco) y Willy Crook, entre otros. Destacándose además en el plano musical
referencias y notorias influencias de Spinetta y del rock de los 70´ e incluso de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
(sobre todo en el tema “Nada en pie” con armonías y sonidos similares a
“Juguetes Perdidos”).
Tal vez el disco
presenta ciertas deudas a un nivel melódico, sobre todo en la repetición de
ciertos sonidos y estilos y una homogeneidad a nivel instrumental, que favorece lo armónico, pero perjudica el impacto. Se
siente en el disco la ausencia de un hit, de esa canción que capte la atención
y seduzca en todos sus aspectos. Lo que mas se acerca a ese fin es el tema
elegido como corte promocional “El ángel de los misterios” que tiene una
energía y ritmo especial y que logra un resultado mas original. Sin embargo, el
álbum cumple sus objetivos en relación a las líricas con una poética y
reflexión que hace tiempo no se ve en el rock nacional.
La de John Mc Inerny es una historia inusual
y no tanto. Porque le tocó protagonizar la película El Último Elvis en reemplazo de Ricardo Darín –cuando en
un principio simplemente iba a ser contratado para ser el coach vocal de éste-,
y, sin embargo, ahora ningún espectador se podría imaginar otro protagonista
que no fuera el propio Mc Inerny. Porque su actuación sorprende y
encanta por igual, y porque no es usual encontrar un actor debutante en la
pantalla grande que desarrolle tan bien su primer protagónico. Sin embargo, Mc
Inerny no era un improvisado ya que desde hace mucho tiempo viene realizando
su espectáculo musical, Elvis Vive,
un tributo al Rey del Rock And Roll. Hasta antes del inesperado éxito del
film, Mc Inerny era –nada más, y nada menos- que un cantante,
guitarrista, arquitecto de 42 años, y nieto de irlandeses, que repartía su
tiempo entre los shows, la confección de planos y proyectos, y su actividad
docente en la Facultad
de Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, su ciudad. Hoy por
hoy, esto último parece ser pasado, ya que luego de las repercusiones del film
dirigido por Armando Bó (nieto), la actividad artística es de todas sus
tareas la que va predominando. Es un gusto enorme presentarles este intercambio
con un Señor cuyo inesperado y sólido desempeño artístico ha sabido
sorprendernos.
Por Emiliano Acevedo.-
¿Cuáles son tus primeros recuerdos vinculados a la música?
Mi infancia estuvo llena de música porque mi mamá
es concertista de piano por lo que escuché música desde el vientre de mi madre.
Seguramente por ahí viene mi primer recuerdo: ver y escuchar a mi mamá tocando
en el piano música académica.
¿Qué artistas y discos eran tus preferidos en esas épocas iniciales?
Mi viejo era coleccionista de música country, jazz, blues, rhythm and blues y gospel y tenía una colección de vinilos
de época increíble. Esos gustos son los que también adquirí y atesoro como mis
preferidos. Los artistas que más escuchaba de chico eran dos, Johnny Cash
y Hank Williams, que eran los preferidos de mi viejo. Elvis Presley
estaba dentro de todos esos impresionantes vinilos.
¿Por qué elegiste ser arquitecto? Y, en ese caso ¿Cuál fue el lugar que
pasaron a ocupar tus presentaciones artísticas?
Creo que la arquitectura me eligió a mí de chico
porque el dibujo fue una manera importante de expresarme desde muy pibe.
Siempre me gustó dibujar y de muy chico, además de hacer caras y jugadores de
fútbol, hacía perspectivas sin siquiera saber el método de un punto o dos
puntos de fuga etc. Más tarde cuando ya trabajé de arquitecto, mi profesión y
la música nunca compitieron y siempre tuve el tiempo de hacer las dos cosas sin
problemas. Hago música y tengo grupos desde que voy a la secundaria.
La figura de Elvis Presley encarnó un
fenómeno de múltiples dimensiones entre las que Mc Inerny pone su foco,
quizá, en lo más perdurable de Rey: su particularísima voz, su decir, su
sensibilidad como intérprete. Así, sorteando la necesidad de las
caracterizaciones que a veces por rozar lo ridículo licuan la potencia de lo
más personal de Elvis, Mc Inerny busca otra cosa con su homenaje…
¿Cuándo te decidiste a
personificar a Elvis?
Yo no personifico a Elvis, lo mío es una
interpretación de su música, no soy de los que se “luquean” e imitan sus
movimientos y muecas, solo hago su música y el hecho de manejar el idioma
inglés me ayuda a decir las canciones consiente de su contenido.
¿A cuál de todas las épocas de Elvis como intérprete preferís? ¿La más
vinculada al rock y las películas, a su regreso del ´68, o a su etapa en Las
Vegas?
Como bien decís son tres etapas la de los ‘50 ,
‘60 y ‘70 que para mí es mal llamada etapa de Las Vegas porque sí bien ese era
un punto de sus giras donde hacía un mes de shows la verdad es que Elvis
Presley se presentaba en todo EE.UU y a sala llena siempre. Justamente lo
primero que elijo para escuchar es el Elvis de los ‘70.
¿Cuál es tu opinión de las bandas tributo?
Me parecen geniales, algunas son increíbles y lo
bueno es que todas están hechas con amor y entrega por el artista o el grupo
musical al que admiran.
¿Por qué, más allá del éxito de El
Último Elvis, ahora te animaste con todo a desarrollar tu actividad
artística?
Siempre la desarrollé lo que pasa es que todo era
más anónimo y además mi tiempo estaba dividido con la arquitectura. Hoy estoy
de lleno metido en la música y la actuación y mi profesión quedó a un lado.
La historia de El Último Elvisque ya
desde su eslogan: “¿Nunca pensaste en ser otra persona?”, nos enfrenta a una
hipotética y, a veces soñada, propuesta,
por momentos parece una historia íntima, mínima, y por momentos, es sublime y
hasta épica. La trama recrea la vida de un simple trabajador metalúrgico del
Barrio de Avellaneda, separado, y con una hija pequeña, que trata de escapar, día
a día, del agobio de una vida ordinaria y deslucida -como la de millones de
personas- y que asume para sí el dictamen de responsabilizarse de ser la
continuación vital de su ídolo. Como si, en realidad, Elvis nunca
hubiese muerto sino que tan sólo hubiese mutado en este apasionado fan que va
dejando la vida de a jirones en su afán de continuar el legado de aquél. Y de
esta síntesis, Presley/Gutiérrez (el mito y el hombre), se origina esta
gran historia, que, según Mc Inerny,“en definitiva, podría haber sido la del Último Maradona, el Último
Messi o la de cualquier otro ídolo popular que genere devoción. En este
caso fue Elvis Presley porque, además, es el artista más venerado en
todo el mundo. Hay millones de personas que toman la personalidad y los
manierismos de sus ídolos, viviendo la vida en una negación permanente entre la
realidad y la vida de la persona a quién se admita e idolatra.”
¿Cómo hiciste, sin tener experiencia actoral, para aceptar protagonizar la
película?
Tuve 6 meses de trabajo intensivo y previo con Maricel
Alvarez -co-protagonista con Javier
Barden deBiutiful,
la película de Iñarritu- y eso me
ayudó a armar el personaje de Carlos Gutiérrez. También tuve un entrenamiento
con un personal trainer. Así que fue
un trabajo duro de preparación actoral y física para llegar al día de filmación
seguro.
¿Cómo hicieron la reconstrucción de Graceland? ¿Ese decorado es fiel a los
interiores de la famosa mansión?
Sí, es así. Está reconstruido al milímetro. Fue
increíble entrar ahí la primera vez y ver el trabajo magnífico que habían
hecho.
En el cine Gaumont estuvo exhibido un traje de los que usaste. ¿En dónde te
los confeccionaron?
Sí, en varios cines se exhibieron trajes que usé
en la película. Todos los realizó el modisto del Teatro Argentino de La Plata, haciendo un trabajo
increíble.
¿Alguna vez tocaste en serio en un bingo como lo hace Carlos Gutiérrez?
Sí, hemos tocado en muchos bingos y casinos de
casi todas las provincias de nuestro país.
¿Imaginaste un éxito semejante?
Nunca pensé en el camino que está recorriendo la
película tanto a nivel de espectadores como a nivel de críticas en general.
Estamos todos muy contentos por la actualidad de la película.
¿Tenías expectativas de que el film representara a la Argentina en el Oscar?
¿Te pareció justo que no fuera así?
La verdad es que, en lo que a
mí respecta, yo gané el Oscar 100 veces.
Lo que he vivido y sigo viviendo es un sueño.
¿Cómo es ser dirigido por Armando Bó?
Armando es un director con mucho talento e
intuición, tiene su propio sello, pero lo mejor es que es un tipo
sensacionalmente humano.
En una entrevista, Bó aseguró que te convocaría para interpretar un papel
en su próximo film, ¿Tenés ganas de hacer algún tipo de género en particular?
No podría decir qué género haría pero sí, te
puedo decir que nunca haría comedias musicales.
Esta película no sólo sonó fuerte, junto aElefante Blancoy la, finalmente, seleccionada Infancia Infinita, entre los títulos
de la posible representante local en los Premios Oscar. Además compitió en
el Festival de cine de San Sebastián, en la sección Horizontes latinos y le
valió a Mc Inerny, el premio al Mejor Actor en el VII Festival Tucumán Cine
Gerardo Vallejo que tuvo lugar en octubre de este año. Sin dudas un nuevo camino
ha comenzado...
Coméntanos como fue el proceso que te llevó a formar parte de Babylon,un policial negro que sale los
domingos a las 22 por Canal Nueve.
Me llamaron de la productora de Gastón Portal y
me propusieron el papel, leí el guión y me pareció genial. Esa fue básicamente
la historia, muy rápida.
¿Preferís las grabaciones en un set cinematográfico o el vértigo de la TV?
Las dos tienen su magia y las dos están cortadas
por esa adrenalina que genera la actuación. Una lleva más tiempo y la otra es
una carrera más loca contra reloj, pero las dos son fantásticas.
¿Cómo te llevás con la fama que te trajo la película, con que la gente te
empiece a reconocer y te pida autógrafos?
La gente es maravillosa y muy generosa. No creo
que lo mío sea fama pero estoy muy agradecido a todos por el trato que me dan.
¿Contanos algo acerca de tu pasión por Johnny Cash?
A Johnny Cash lo vi en vivo en Fort
Lauderdale Florida, le di la mano y tengo su autógrafo. Junto con Hank
Williams fue lo primero que escuché. Después vino Elvis Presley y me
terminó de convencer que eso era lo que me gustaba musicalmente. ¡Johnny
Cash es un héroe! Un personaje total.
¿Te imaginaste haciendo carrera profesional como cantante, pero con
material propio, por fuera del personaje Elvis?
Bueno, en mis tres cds de Elvis Vive, además de
temas que él nunca cantó y los clásicos,
hay temas propios. Seguro que me veo haciendo mi material y de hecho en
los shows hago también esos temas míos que están en los cds.
¿Qué canción te hubiese gustado componer?
“Folsom Prison Blues”
Contanos acerca de algún show que hayas presenciado como espectador y que
haya quedado en tu recuerdo. Y alguno de los tuyos que sea especial para vos.
El que te conté de Johnny Cash fue el
mejor. Después vi a Ray Charles y a Jerry Lee Lewis, en Memphis. Y
de los míos el especial siempre es el que viene, me preparo con todo y entrego
todo lo que tengo para que sea el mejor.
¿Qué música y artistas elegís escuchar en tus ratos libres?
Además de los artistas que ya te mencioné, música
country, Chet Atkins, James
Burton, Albert Lee, Danny Gatton, Oscar Alemán, Satchmo (Louis Amstrong), Dean Martin y
música académica.
¿Estás al tanto de lo que pasa en el rock nacional e internacional? ¿Hay
alguna banda nueva que te atraiga de forma particular?
No me gusta mucho lo nuevo, pero si hay cosas
excelentes como Norah Jones, por ejemplo.
¿Por qué, más allá del éxito de El
Último Elvis, ahora te animaste con todo a desarrollar tu actividad
artística? ¿Por qué ahora sí y no antes?
Siempre la desarrollé lo que pasa es que todo era
más anónimo y además mi tiempo estaba dividido con la arquitectura. Hoy estoy
de lleno metido en la música y la actuación y mi profesión quedó a un lado.
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
Por suerte hay muchas propuestas de tele y algún
guión para cine y sobre todo muchos shows de Elvis Vive en la
Argentina y el exterior.
Luego de un parate discográfico que duró 7 años, The Darkness vuelve con este Hot Cakes, su tercer disco, producido por Nick Brine junto a los hermanos Justin (voz principal y guitarra) y Dan Hawkins (guitarra), los líderes del grupo. Como es costumbre, esta nueva producción de The Darkness incluye todos los elementos que hicieron de este grupo una suerte de sátira bombástica que licuaba influencias musicales varias de bandas como AC/DC, Quiet Riot, Thin Lizzy, Boston o Queen. Muchos recordarán el impactante debút discográfico del grupo en 2003, con el exitoso Permission to Land, en donde el grupo constituyó esa mezcla prefabricada de rock setentoso y guitarrero, con estridentes estribillos y ese falsette imbatible de Justin Hawkins, un tipo híper carismático y atlético que se ponía un chalequito símil Peter Frampton y mostraba su panza con esas llamas tatuadas que ascendían desde el bajo vientre… ¡Prepotencia y actitud roquera al por mayor! Luego llegaría One Way Ticket to Hell… and Back (2005) en donde el grupo se enamoraría decididamente del sonido del Queenglam de los ´70 –incluso llegando al extremo de convocar a Roy Thomas Baker, histórico productor del grupo liderado por Freddie Mercury- para que les produjera el disco. Sin embargo, a pesar de su calidad musical, One Way Ticket… no tuvo el impacto de su álbum debut, así como tampoco fue bien recibido por la crítica. Así llegaría el descalabro artístico y humano de The Darkness –que incluyó la renuncia de Justin, en medio de sus crónicos problemas de adicción a las drogas. Pero mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces.
Y así, luego de la oportuna reformación del grupo con el regreso de su bajista original Frankie Poullain, en Hot Cakes, The Darkness vuelve al sonido de su primer disco, menos bombástico aunque bastante pretencioso, y que sigue en sintonía con todos los requisitos necesarios para ser una banda absurda y bizarra a la Spinal Tap. En efecto, en este nuevo disco el grupo reproduce los hedonísticos clichés del heavy metal, junto con su poder cancionero de las clásicas bandas pop, aunque sus nuevas canciones no tengan el impacto de “I Believe in a Thing Called Love”, “It´s Just Me?” o “One Way Ticket”, los viejos cortes de difusión de la banda. Sin embargo, algunos de los temas de Hot Cakes como la potente "Nothin's Gonna Stop Us" o "Everybody Have a Good Time" son firmes y efectivos himnos roqueros en sintonía con el mejor pop/rock del Queen de los ´80. Por su parte, "Forbidden Love" nos recuerda a los mejores temas de Boston o Foreigner, dos históricas bandas AOR; y la apasionada balada "Love Is Not the Answer", es otro buen tema que mixtura a Queen con el sonido de los grupos de hair metal de la era MTV de fines de los ´80. “She´s Just a Girl, Eddie” es un chiste interno del grupo en relación con una ex novia del baterista Ed Graham. “Keep me Hangin´On” es otro hitazo pop, con un estribillo apto para cantar en la cancha; mientras que en “With a Woman” abundan los riffs a la AC/DC. Otros puntos altos de Hot Cakes son “Living Each Day Blind”, una potente balada; y, especialmente, el acertado cover de “Street Spirit (Fade Out)”, el viejo tema de Radiohead –incluido en el disco The Bends, 1995-, que es uno de los números preferidos de los integrantes del grupo en los shows de The Darkness. Por último, los que adquieran la edición deluxe podrán disfrutar –además de varias versiones alternativas del material del disco- de “Cannonball”, un temazo que cuenta con la participación de Ian Anderson, histórico líder de Jethro Tull, quien nos deslumbra con su interpretación de flauta traversa.
En resumen, otro disco que no pasará a la historia, pero que cumple con su cometido: dar a los fanáticos de The Darkness (y algún que otro oyente circunstancial y culposo) un agradable repertorio de buen rock arrollador y canchero, bien británico y prepotente. Dato curioso, su impactante tapa está diseñada por el artista gráfico argentino Diego Gravinese (La Plata, 1971), y cuadra bastante bien con el material musical incluido en el álbum, lleno de sensualidad, machismo e intensión. Por lo pronto, no nos queda más que ver que nuevas novedades musicales –y de las otras- nos tienen preparados, de aquí en más, The Darkness con este regreso que también incluye una insólita participación como teloneros de Lady Gaga (!) en la gira que los traerá por primera vez a nuestro país el próximo 16 de noviembre para tocar en el Monumental.
Algiers no es solo el nombre de la capital de Argelia, sino también
un pueblo en la golpeada ciudad de New Orleans donde Joey Burns y John
Convertino se refugiaron por sugerencia del productor Craig Schumacher para
darle vida a las nuevas canciones de Calexico.
Cuatro años han pasado desde su anterior producción Carried To Dust, en aquella ocasión
volvían a poner las cosas en su lugar tras el coqueteo con el pop mas
convencional que significo Garden Ruin
(2006), los sonidos que siempre caracterizaron a la banda de Tucson fueron
la exquisita combinación de rock fronterizo con matices folk y jazz todo esto
perfumado con armonías latinas (cumbia, rancheras, mariachis etc.), pero mas allá
de los intentos nunca volvieron a calar tan hondo como con su segundo álbum, el
magnificoThe Black Light(1998).
Para los amantes de la primer etapa del grupo, esa que
concluye con el álbum Feast Of Wire
(2003) o para aquellos aun mas melancólicos que evocan los días cuando Calexico todavía
era un proyecto paralelo a Giand Sand, este nuevo trabajo puede parecerles un
poco blando y monótono sin muchas cosas nuevas que podamos descubrir en una
primera escucha, pero de todas formas podemos encontrar canciones hermosas con
aires intimistas como el caso de “Maybe On Monday”.
El puntapié inicial lo da la nostálgica “Epic” de tonada
reposada que va cobrando energía a medida que pasan los minutos, un buen
comienzo al que le sigue “Splitter” de lo más pop del disco con arreglos de
vientos juguetones.
Con el tercer tema llega lo mejor del álbum “Sinner in the
Sea” de ritmo caribeño pero misterioso a la vez, con un excelente trabajo vocal
de Burns, logrando crear una atmósfera crepuscular que prácticamente va a
contagiar a todo el resto de Algiers, también para destacar las trompetas y la
característica steel guitar en “The Vanishing Mind”.
La voz de Jairo Zavala se une a la de Joey Burns para darle
vida a “Puerto” que junto a “No Te Vayas” y “Para” le dan la dosis justa de
sabor latino. Pero no todo es color de rosas en este nuevo trabajo de Calexico
porque también hay lugar para canciones intrascendentes como “Hush”, “Fortune Teller” y “Better and Better” las cuales pasan
completamente desapercibidas a lo largo de esta nueva obra.
Burns y Convertino
muestra en este flamante álbum cierto
despojo de sus días de gloria de fines de los años noventa, pero se siguen
sosteniendo en contar historias de abandono y soledad sobre melodías sosegadas
y taciturnas como leit motiv de su obra.
Dust Bowl Ballads es el primer LP de Woody Guthrie, quien, junto a Leadbelly
(compositor de la inmortal “The Midnight Special”) protagonizó la escena folk de los ‘40.
Todos los temas del disco narran las experiencias vividas
por el propio autor durante la Gran Depresión del 30’ cuando la región central de los Estados
Unidos (Guthrie vivía en Oklahoma) fue
afectada por fuertes desastres climatológicos durante toda la década. El
fenómeno, conocido como “Dust Bowl” (tormentas de polvo), inspiró al trovador a
componer una serie de canciones que describieron las calamidades que veía a su
alrededor y que luego constituirían el primer álbum conceptual de la historia.
El disco abre con “The Great Dust Storm” (“La Gran Tormenta de
Polvo”), en la que relata en primera persona el comienzo
de los desastres, siguiendo con “I Ain’t Got No Home”, que cuenta con una melodía irónica
cuasi-infantil cómo fue que los ricos lo echaron a patadas de su casa y se
quedó sin hogar. Aquí empieza a manifestarse una tendencia a evocar cuestiones
políticas y de justicia social, temáticas históricamente evadidas por otros
géneros y que luego serían reivindicadas en los ‘60 por los artistas que llevaron
el folk al gran público, con Bob Dylan y Joan Baez a la cabeza. Así, en medio de desgracias y una
desesperanza reinante, Guthrie
también narra cómo el polvo le provocó neumonía (“Dust Pneumonia Blues”), se
convierte en vagabundo (“Dust Bowl Refugee”) y luego se vuelve parte de una
gran masa migrante rumbo hacia California en búsqueda de una vida próspera
(“Blowin’ Down The Road”), finalmente despidiéndose para siempre del polvo en
“Dusty Old Dust (So Long, It’s Been Good To Know Yuh)”.
Woody es uno de los padres musicales
de Dylan. En este disco el parecido
entre ambos es particularmente notable, ya que esta fórmula de cantautor que
narra sus historias acompañado nada más que de su guitarra y alguna armónica
ocasional es la misma que usó Bob en
sus primera etapa, especialmente en The Freewheelin’ (1963), en el que
“Talking World War III Blues” es tributo inconfundible de “Talking Dust Bowl
Blues”.
Dust Bowl Ballads es una obra autobiográfica que ocupa un lugar
importante en la historia del rock &
roll por haber significado una alternativa ante los contenidos de las
letras de las canciones populares, que trataban sobre asuntos triviales,
situaciones amorosas y, en casos más arriesgados, introspecciones en las que
los artistas intentaban expresar sus sentimientos más profundos. Pero el
activismo social que instauró el folk
de Woody Guthrie, no debemos olvidar
que en su guitarra llevaba un sticker en el que se leía “esta máquina mata fascistas”, constituyó un hecho tan controversial
que fue duramente reprimido por los movimientos macartistas anti-comunistas. De
manera que tuvieron que pasar más de veinte años para que el género fuera
tenido en cuenta por la industria cultural. Y así, este disco se convirtiera en
una pieza inaugural del rock
politizado y contestatario.
El pop minimalista de The XX deslumbro a todos allá por el año 2009 y ahora
sigue su camino con una nueva obra, sumando un peldaño mas para este ascendente
trío londinense, formados en el 2005 en la Elliott School de Londres, originalmente como cuarteto recordemos que a fines del 2009 la guitarrista
Baria Qureshi abandonó el grupo. De claras influencias absorbidas de bandas
como The Cure, Radiohead o el dubstep de Burial.Oliver Sim y Romy Madley se
las arreglaron para empezar a componer sus primeras canciones a los quince años
y juntos forman una de las duplas compositiva mas extraordinaria de los últimos
años, sus canciones son verdaderas joyas de pop melancólico, temas como
“Crystalized”, “Islands” o “Basic Space” todas de su primer trabajo son
estocadas directo al corazón.
Con su nuevo trabajo se nota una profunda madurez, las
letras son de un contenido mucho más personal y sensible lo cual marca también
una clara diferencia con su predecesor.
La senda sigue siendo la del pop de pocos elementos, pero
con una vuelta mas de tuerca, mínimos arreglos de guitarras, bases programadas
sobre las que se dejan fluir los susurros de las melodías que desandan en ese
juego sensual entre la voz masculina de Oliver y la femenina de Romy que en definitiva
crean un pop de alta costura y que requiere una escucha mas que atenta.
La gran revelación de
esta nueva obra es Jamie xx la tercer pata de este grupo, que como productor y
experimentador sonoro tras los sintetizadores ha sabido diseñar a la perfección
los diferentes matices para este nuevo trabajo, quien no por nada viajo a
Chicago el centro de la escena house para empaparse de música electrónica y
poder implementarla en Coexist, esto queda reflejado en canciones como “Tides”
y “Swept Away”.
El disco comienza con “Angels” una canción que el grupo ya
había presentado en vivo en varias ocasiones y que resume en gran parte todos
los condimentos que hacen grande a The XX, la libertad de “Chained” y la
soledad de “Fiction” son también elementos clave en la historia del grupo, ya
que ellos mismos declaran que su música sirve para que el oyente pueda
escaparse hacia ese terreno de independencia y aislamiento que proponen desde
su estética conceptual.
The XX son los dueños
de la máxima de hacer mucho con poco, simplemente vale con poner las cosas en
su lugar y en su justa medida, de eso se trata el pop en este milenio y queda
demostrado con discos como Coexist, para emocionar simplemente hay que hablar
desde el corazón ellos si que saben hacerlo.
Luego de su paso
por la Argentina
hace un par de meses atrás, Tame Impala
sacó a la luz su segundo trabajo, Lonerism.
La mayor parte del disco fue compuesta, ejecutada y producida por el líder Kevin Parker, quien en esta oportunidad
busca, a través de una actitud experimental, despojarse un poco de las
influencias sesentosas plasmadas en el brillante LP debút Innerspeaker (2010), que le valió al grupo el rótulo de
“revivalistas”.
En su primer
trabajo, la banda australiana se definió como una explosión de sonidos
lisérgicos y siderales que nos remiten sin escalas al escenario psicodélico
inglés de fines de los ‘60: la voz de Parker,
sorprendentemente lennoniana, es deudora de la fase más experimental de los Beatles con “Tomorrow never knows” a la
cabeza. Mientras que, tanto los ruidosos delirios instrumentales como los
recurrentes ecos espaciales son un enlace directo al Pink Floyd sesentoso y ácido de Syd Barrett. Asimismo,también
exhibe claros dejos de Cream y de Led Zeppelin. En Lonerism, sin dejar de lado las alusiones beatleras y floydianas,
la banda se suelta un poco más y va en búsqueda de un sonido propio, objetivo
que logra dando como resultado una trabajo coherente, dotado de una
originalidad que supera a la de su antecesor.
“Be above it”,
el tema que inaugura el disco, combina una melodía exageradamente relajada y
una base de batería híper excitada, siendo el producto final un mix inquietante
que nos advierte que lo que sigue puede llegar a sorprendernos. En “Endors toi”
es especialmente notoria la ascendencia de sus pares estilísticos
contemporáneos, MGMT, a quienes el
grupo acompañó en más de una gira. “Elephant”, el primer corte, enérgicos power chords de guitarra y firmes golpes
de bombo se unen rítmicamente en una marcha rockera que aplasta todo lo que
encuentre a su paso. Se trata del tema más convencional del disco, en
contraposición con la psicodelia voladora de “Music to walk home by” y “Nothing that has happened so far has been
anything we could control”. Entre sintetizadores,
guitarras superpuestas, baterías escandalosas y sonidos ambientales, la voz de Parker pierde claridad y se camufla
sutilmente con el conjunto, disipándose en el universo sonoro que propone Lonerism.
Un segundo disco
que explora nuevos caminos es siempre un movimiento arriesgado para una banda
que definitivamente comenzó su carrera con el pie derecho, ya que los caprichos
por experimentar pueden desembocar en errores contraproducentes.
La ambición del
líder de los australianos llevó a estos a abandonar la comodidad conquistada
luego de un excelente debut, y así avanzar audazmente hacia el desarrollo de un
estilo característico. Afortunadamente, la osadía de Parker devino en una gran obra que aleja a Tame Impala de ser catalogados como “banda retro” y, mediante una
síntesis entre el sonido psicodélico de los ’60 y una dosis del rock
experimental de nuestro tiempo, los convierte en los nuevos referentes de la
psicodelia del siglo XXI.
Un 17 de mayo,
allá por el año 53´ nacía en Roma, Italia, el tercer hijo de la familia Prodan. Lucalo nombraron sus padres, un niño criado entre el lujo y el
confort de la alta sociedad, compartiendo por ejemplo la misma enseñanza que el
mismísimo Príncipe Carlos de Inglaterra.
Sin embargo, todo eso le resultaba ajeno a ese joven
admirador del rock psicodélico y sinfónico de referentes como Syd
Barrett y Pink Floyd. Algo
incontrolable brotaba en él, algo que no lo dejaba estar satisfecho con esa
vida que sus padres le habían planificado. Así, poco a poco, encontró en la
música un refugio y un desahogo. En los 70´ creó su primera banda junto con
algunos amigos. Comenzó a adorar el caos y la revolución, montado en el
frenético y distorsionado sonido del punk
rock, inspirado en íconos del género como Joy Division.Aunque
también respetando todos los géneros que promovieran y valoraran el libre
albedrío, como el dub y el reggae, que empezaban a gozar de
popularidad en la Europa
de la época.
Siempre buscaba
algo más, explotar cada resquicio de su libertad, y en esa búsqueda abandonó su
educación, probó los excesos, viajó por el mundo y desafió límites. Viviendo en
Londres se inició en el consumo de la heroína, sufriendo una crisis que lo dejó
al borde de la muerte (Situación que él mismo detalla en la letra del tema “Heroína”). Entonces recibió una carta de
un amigo en Argentina, y decidió ir allí, incluso sin conocer el español,
buscando asentarse y un poco de paz.
En 1981
emprendió un viaje hacia las sierras de Mina Clavero, en Córdoba. Sin embargo
su espíritu rebelde no soportó la tranquilidad y comenzó a trabar amistad con
músicos de la zona. Conoció así a Germán
Daffunchio y a Alejandro Sokol.
Escapando de la soledad del campo se instaló en Hurlingham y se decidió a
formar una banda contando con Sokol (bajo),
Daffunchio (guitarra) y una amiga
inglesa de Luca, Stephanie Nuttal (batería), saliendo
por primera vez a escena en febrero del ‘82, en un pub de El Palomar, bajo el
nombre de SUMO.
En esta primera
época, y en busca de recaudar más fondos, muchas veces los integrantes de la
banda salían a tocar por Buenos Aires con sus bandas paralelas: la Hurlingham Reggae Band y Sumito.
Generando en esa fusión musical el estilo único que caracterizó a la banda. En
las palabras del propio Luca:
"En un principio, eran casi todos temas míos.
Después la cosa fue cambiando, entró una onda mucho más reggae, nos desdoblamos
en la Hurlingham
Reggae Band (que era únicamente reggae) y Sumo, por su parte,
se puso más pesado. Después se unieron los dos grupos otra vez, yo me fui a
Europa, y cuando volví con Sumo comenzamos a hacer temas de la Hurlingham... Ahora
Sumo es medio reggae y medio pesado. En fin: medio raro."
Sus shows
cargados de adrenalina y de emociones violentas, causaron sorpresa en el under nacional, hacían algo distinto, trajeron
algo nuevo, diferente a lo desarrollado en el rock local. En sus primeras
presentaciones todos sus temas eran en inglés lo que provocó cierto repudio en
muchas personas dado el ferviente nacionalismo generado por la Guerra de Malvinas, lo que
terminó generando la partida de Stephanie
de vuelta a su país natal por miedo a represalias.
Ante la
contingencia se dio un inminente cambio en la estructura del grupo pasando Sokol a la batería y sumándose un joven
vecino, Diego Arnedo, que emocionado
por la música que sonaba en esa casa de Hurlingham decidió acercarse y terminó
formando parte del grupo como bajista. Sumándose también las participaciones de
un periodista que por entonces trabajaba en la revista El Expreso Imaginario haciendo diversas notas sobre música y que además
tocaba el saxofón, nada más ni nada menos que Roberto Petinatto.
Es esa formación
la que en 1983 graba un demo llamado Corpiños
en la madrugada donde ya aparecían algunos temas que se trasformarían luego
en suceso. Por ejemplo un tema llamado “Una noche en New York City”, más tarde
popularizado como “La rubia tarada”. En él Luca
Prodan logró capturar una esencia nacional, invisible aún para los propios
argentinos, tal vez por la objetividad de ser extranjero, pero seguramente por
la cultura y poesía urbana que brotaba en cada una de sus líricas.
"...Basta! Me voy, rumbo a la puerta
y después al boliche a la esquina
a tomar una ginebra con gente despierta.
¡Esta si que es Argentina!"
Fragmento de "La rubia tarada".
Ya en 1985
lanzan su primer trabajo discográfico con una compañía, titulado: Divididos por la felicidad. Agregándose
Alberto Troglio como baterista, tras
la partida de Sokol y Ricardo Mollo, amigo de Arnedo, como guitarra y voz. Sumándose
también algunas participaciones de Marcelo
“Gillespi” Rodríguez en trompeta. Con este trabajo lograron la
consolidación como uno de los fenómenos musicales más importantes de la escena under, compartiendo muchas veces
escenario con otra aparición que surgía: Patricio
Rey y sus Redonditos de Ricota. Justamente uno de los temas más populares
del disco, “Mejor no hablar (de ciertas cosas)”, fue compuesto para Sumo por el “Indio” Solari. Además se destacan en el disco canciones inmortales
como “Kaya” y “Regtest” con una clara influencia reggae.
Su siguiente
trabajo los terminó de catapultar a la fama. Llegando los monos (1986) está conformado por temas como “Los
viejos vinagres”, con esa fuerza punk/hard
rock y la crítica social característica de muchos de sus temas y “Que me
pisen” un tema que logra captar con maestría muchos aspectos de la
idiosincrasia del ser nacional, casi como un auto-flagelo que nos caracteriza.
After
Chabón, última placa discográfica lanzada en el 87´ - si bien luego
salieron otros discos de colecciones y con material inédito como Fiebre (1989) -mantuvo esa fresca locura propia de Sumo,incluyendo uno de
los temas épicos de la banda: “Mañana en el Abasto”.
A fines de ese
mismo año encuentran a Luca muerto
en su departamento, dejando claro que los excesos dejaron huella profunda en su
cuerpo. Y así, con el fin de su vida, también termina Sumo. Luca Prodan fue un
hombre fundamental para el desarrollo de la cultura musical argentina, un
hombre de mundo que le mostró a un país, que recién salía de la dictadura, lo
que era la libertad. Un poeta con una basta cultura y a la vez un joven
rebelde, las dos facetas de una misma persona, un nombre que sobrevivirá al
paso del tiempo y que seguramente tenía mucho más para enseñar, para contar,
para cantar.
La calidad musical de esta banda no se observa
solo en las líricas y las canciones, sino también en la capacidad de cada uno
de los músicos que lo conformaban, incluso la separación de Sumo derivó en la creación de dos de
las bandas más representativas del rock nacional, Las Pelotas y Divididos,
que quizás nos sigan contando algo de lo que Luca les dejó.