Simon Reynolds en su libro Después del Rock (2010) habla de los años del postpunk y dice que "ciertas figuras como John Lydon o Mark E. Smith de The Fall se adecuan al síndrome del intelectual anti-intelectual: lectores voraces y sin embargo, desdeñosos respecto del arte en sus formas institucionalizadas". Bueno, esto se observa en Reed con 10 años de anticipación.
Aunque, por esos años, The Beatles lanza su explosivo álbum Help! con baladas como “You’ve Got to Hide Your Love Away” o “You’re Going to Lose That Girl”, y ni hablar de “Turn! Turn! Turn!” de The Byrds, por nombrar sólo algunos; a lo que se suman los avances de un garaje rock como el de The Kinks o el de los australianos The Easybeats, nada se puede comparar con el quiebre que marcó la Velvet, un verdadero punto de inflexión. Faltaban entre uno y dos años para que lleguen Floyd con The Piper at the Gates of Dawn, The Mothers of Invention con Freak Out!, The Crazy World of Arthur Brown con Same. Pero en 1965 aún no había surgido el verdadero “estallido”. Phil Strongman (La Historia del Punk, 2007) señala: “incluso en una época que abrazaba la liberación sexual, las canciones de Reed siempre parecían ir más allá. Escribía sobre una Nueva York nocturna (un mundo plagado de drogas, alcohol, ladrones, travestidos, putas y cafeterías abiertas las veinticuatro horas) de la que incluso los más modernos y jóvenes neoyorquinos no querían saber nada”.
Curiosamente, en una entrevista para el diario El País durante el año 2008 Reed muestra una postura hostil cuando el periodista pregunta si no cree que al igual que él, con The Velvet Underground, Jim Morrison rompió los esquemas de lo que se podía cantar en el rock, y contesta que Morrison “no hacía más que reciclar letras del blues”, para finalmente levantarse y desaparecer rumbo a su habitación. El periodista no duda en afirmar que “Lou no quiere adentrarse en esos años”. Luego, en otra entrevista para el mismo diario durante el 2010, el músico advierte: “Cualquier conversación sobre The Velvet Underground le parecerá a usted una entrevista, pero a mí solo me suena a un buen montón de mierda”.
Me pregunto si se puede conceder tal extremismo. Quizás lo único que lo explique sea el cansancio de un hombre que se hartó de luchar para salir de la jaula a la que lo confinaron los medios masivos (y no tan masivos) de comunicación.
Son muchos los artistas que toman cierta actitud despreciativa hacia la época en la que iniciaron su carrera pero más allá de eso, y en este caso, lo innegable es el carácter emblemático para la historia del rock, del arte y de la vanguardia que Lou Reed imprimió en The Velvet Underground.
Silvina Ghiselli.-
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