The ‘Chirping’ Crickets es el disco debút del trascendental Buddy Holly y el único de sus LP en el que será acompañado por los Crickets. Sale a la luz en 1957 desde el estado sureño de Nuevo México en EEUU y es producido por Norman Petty, quien no solo representaba artistas sino que también cumplía el rol de ingeniero de sonido.
Hollly como gran admirador de Elvis Presley,
usó los patrones estéticos
propios del rockabilly (un cantante y
guitarrista acompañado de una base de guitarra, contrabajo y batería, adornados
con voces de fondo), pero gracias a su dulce timbre de voz y a la inusual
claridad final alcanzada en los instrumentos y arreglos corales, despojó a este
estilo de su característica rudeza y lo trasladó al terreno del pop, logrando
un sonido novedoso y abriendo las puertas a distintos públicos, incluyendo
aquellos que se encontraban del otro lado del océano (No debe olvidarse que los
Beatles se llamaron “escarabajos”
inspirados en los “grillos” de Buddy)
El líder de los Crickets, que se
destacaba como un singular guitarrista, contaba además con el baterista Jerry Allison, quien proponía
frecuentemente nuevas formas de tocar y se adaptaba a los ritmos propuestos por
aquél con gran versatilidad.
Además de la calidad sonora lograda en el estudio, otra razón del éxito de
este disco radica en su contenido lírico. El furor que
el rock & roll había generado en
1956 por su carácter controversial e innovador a lo largo y a lo ancho de
Estados Unidos pero estaba empezando apagarse a principios del año siguiente. Esto
se debió principalmente a que había dejado de ser una novedad, por lo tanto se
necesitaban nuevos esquemas y fórmulas de composición y grabación, combinados
con temáticas que siguieran respondiendo a las necesidades de un mercado
conformado mayoritariamente por el público adolescente.
Así, empezó
a crecer el volumen de canciones referidas a las problemáticas de los más
juveniles, contexto en el que Holly supo
desempeñarse notablemente, siendo el autor de algunos de los mayores éxitos de
la época que trataban de las relaciones amorosas. En este álbum se destacan “That’ll be the day”, tema en el que, Buddy, con tono provocador pero a la
vez alegre y armonioso, le advertía a su
amada: “dices que vas a dejarme / sabes que eso es mentira / porque ese será el
día / en que moriré”. En “Not
fade away” se mostraba firme y autoritario: “voy
a decirte cómo va a ser / me darás todo tu amor a mí”. Mientras, “Oh boy”
refleja la excitación propia de un muchacho antes de concurrir a su cita: “toda mi vida estuve esperando / esta noche
no habrá titubeos”.
En sólo dos años, Buddy Holly
generó una influencia considerable en la generación de artistas que gozaron de
éxito en los ‘60. Le dió forma al prototipo de banda pop que sería repetido infinitas
veces y derribó el estereotipo de frontman
seductor y galán luciendo orgullosamente sus inmensos lentes. Su carrera
musical finalizó abruptamente el 3 de febrero de 1959, cuando perdió la vida en
un accidente aéreo junto con los músicos Ritchie
Valens y J.P. “Big Bopper”
Richardson. Años después, el cantante folk Don McLean nombraría esta fecha como “el día en que la música murió”.
Juan Irurueta.-
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